El Faro Digital.es - A.Q. 24/8/14
El carácter de exaltación de la Dictadura franquista que todavía conserva el monumento del Llano Amarillo de Santa Catalina quedará, como miles de españoles en su momento, “enterrado en la cuneta” de la ladera norte del Monte Hacho, donde la Administración local ha adjudicado provisionalmente(falta que la empresa acredite la viabilidad de su baja económica del precio de licitación, casi 150.000 euros, a su oferta, 88.000) un proyecto de obra con un plazo de ejecución de dos meses.
“La restitución natural suplirá la ausencia de la rotura de la cualidad que configura el actual talud de reflejar una voluntad conmemorativa”, explica la Memoria del proyecto, redactado por el arquitecto municipal Javier Arnaiz y a cuyo contenido ha tenido acceso ‘El Faro’.A grandes rasgos, los trabajos supondrán la eliminación de la escalinata que arranca al pie de la carretera, en un pésimo estado de conservación.
“El peligroso desplome de los muros de gravedad construidos con mampostería que sirven de contención de tierra, realizados para poder construir los accesos al monolito mediante escaleras con peldañeado de piedra natural”, es uno de los síntomas de alerta detectados por los técnicos en el monumento, construido originalmente en Ketama y posteriormente trasladado piedra por piedra hasta la ciudad autónoma.En el mismo también se aprecia “fisuración y caída por despegue” del aplacado que recubre como ornato la estructura, así como de sus piezas de remate.
Son las razones técnicas que refuerza el contenido del Acuerdo Plenario alcanzado a instancias de la coalición Caballas para desvestir de su reivindicación franquista al monolito, en el que los técnicos asumen que “es urgente intervenir al estar la finca abierta al público que lo visita, aunque sea cuantitativamente escaso”.
“Se descarta”, explica el proyecto de obra, “en la situación actual y por el excesivo coste económico que pudiera representar, el obligado derribo y posterior reconstrucción de los muros actuales y la reposición de sus aplacados y cumbreras”.
En lugar de tal alternativa, lo que se plantea es devolver al Hacho lo que en su momento le hurtó la Dictadura sin afectar al paisaje ni a “la ya consolidada silueta de la línea del horizonte” que se puede contemplar en cada travesía marítima.
“Los alrededores del monolito se acondicionarán y este último, una vez limpiado de impurezas, quedará como un elemento ceñido a su única representación zoomórfica” de águila, amplía el proyecto de obra, que orienta la intervención “como tránsito a restituir el lugar como Naturaleza, a recuperar el talud como territorio a devolver al Monte Hacho, espacio como conquista de arte público”.
Otra de las intervenciones consistirá en la construcción de un muro de contención de treinta y cuatro metros lineales al pie del talud “para contener los restos que serán enterrados en esta cuneta con aportes de tierras naturales de la ajardinada restauración”.
La Memoria realizada por Arnaiz señala que el Llano Amarillo “precisa de una reelaboración del lugar que requiere de otra descripción más discursiva, quizás debida al ocaso de este tipo de escultura monumental, para lo cual se podría proceder a la pérdida de su emblemático pedestal”.
“Esta pérdida”, argumenta, “aporta una nueva sensibilidad a la negación de algunos principios que caracterizan este género escultórico clásico, cambiando el repertorio de sus formas y materiales para romper la cualidad que configura su presencia física”.
Del Llano ya se ha retirado la leyenda ‘ 17 de julio de 1936’ y se ha enfoscado el escudo falangista que aparecía en la parte inferior del monolito.
Casi 3.000 piedras y 300 toneladas de Ketama a Ceuta
El monumento del Llano Amarillo fue inaugurado, según el investigador ceutí Francisco Sánchez Montoya, en el valle de Ketama (Marruecos) el 12 de julio de 1940 “para conmemorar las maniobras militares celebradas entre el 5 y el 12 de julio de 1936, en las que se fraguó a espaldas del Gobierno de la República, el golpe del 17 de julio de 1936”. El monolito es, a su juicio, “una de las obras más emblemática y tal vez la más conocida fuera del ámbito de la ciudad”. “Se trata”, explica en su análisis del mismo, “de un amplio conjunto monumental constituido por una escalinata en varios niveles que permite una ascensión, tanto física como visual hacia el monolito de 15 metros de alto que forma el núcleo fundamental de la obra con una elaboración de imágenes procedentes de varias corrientes, aunque primaban las futuristas”. El desmontaje del monumento en Ketama se comenzó el 26 de diciembre de 1961, finalizando el 3 de febrero de 1962. Fueron dos mil novecientas piedras con un total de trescientas toneladas, terminándose el 15 de septiembre y el 24 de abril de 1963, se llevó a cabo la inauguración del monumento donde el alcalde y jefe provincial del Movimiento Ibáñez Trujillo, firmó el acta donde se cedía el citado monolito a la ciudad, realizada por parte del teniente coronel Alfredo Erquicia, gobernador militar. “Este monumento se convirtió desde su traslado a Ceuta en un símbolo del régimen franquista, donde se celebraron homenajes y exaltación del golpe del 18 de julio, también fue ampliamente representado en fotografías y pinturas, como las realizadas por Mariano Bertuchi”, ha recordado Sánchez en sus estudios.