lunes, 22 de julio de 2013

El día que no mataron a Franco

                                      Franco, en el centro, flanqueado por el jefe del Estado Mayor (izq.) 
y el alcalde de Ceuta, José Victori Goñalons, en 1935

Historia de un atentado fustrado. Cuatro cabos  y varios soldados planearon asesinar a Franco en Ceuta el 18 de julio de 1936 para detener el alzamiento. Horas antes de la acción fueron delatados y finalmente ejecutados

Francisco Sanchez Montoya - 31 de agosto de 2003,  suplemento del Mundo nº 411
El 17 de abril de 1937, tras 10 meses de duros interrogatorios, concluyó un consejo de guerra sumarísimo contra 37 militares y dos civiles. Se les acusaba de organizar un complot en Ceuta para atentar contra la vida del general Franco y detener el alzamiento del 17 y 18 de julio del año anterior. Su acción pudo haber cambiado el curso de la Guerra Civil y sólo el testimonio a última hora de un soldado permitió abortarla. A pesar de ello, los detalles de aquel episodio han permanecido inéditos hasta ahora.

Todo comenzó al filo de la medianoche del 17 de julio de 1936, cuando las tropas del acuartelamiento legionario de Dar Riffien, al mando del teniente coronel Juan Yagüe, recibieron la orden de tomar Ceuta. Los diferentes cuerpos militares se distribuyeron para controlar la ciudad y al Regimiento de Infantería del Cerrallo Nº 8 de Ceuta se le ordenó salir a la calle para «defender a España».

Pero no todos los integrantes del batallón tenían la misma idea de lo que significaba «defender a España». El acuartelamiento solía ser destino de soldados de reemplazo y de veteranos peninsulares, en su mayoría jóvenes que buscaban en el Ejército un futuro mejor, sin olvidar por ello sus sentimientos republicanos. Como los cabos veteranos José Rico y Pedro Veintemillas, quienes en su ronda por las calles de Ceuta observaron cómo patrullas de falangistas detenían a civiles y asaltaban varias sedes de partidos políticos o cómo en las paredes de la ciudad se habían fijado bandos firmados por el general Franco en los que se comunicaba al pueblo el estado de guerra, la disolución de los partidos y la prohibición de reuniones.

Cuando Rico y Veintemillas volvieron al cuartel, en las primeras horas del 18 de julio, se reunieron en una pequeña habitación de la compañía con los también cabos veteranos Anselmo Carrasco y Pablo Frutos. Durante varias horas estudiaron cómo frustrar el alzamiento, pero no fue hasta un segundo encuentro durante el mismo día cuando el cabo Rico presentó el plan para matar a Franco. Cuando entrara en el patio central del acuartelamiento para revistar las tropas, él mismo le dispararía. Los demás implicados, desde la primera planta del cuartel, apuntarían al resto de militares para inmovilizarlos. Acto seguido, otro grupo saldría hacia la ciudad para informar del atentado y recabar el apoyo del pueblo.

En la tarde del 18 de julio el cabo Rico, jefe del complot, pidió entrar de guardia en la puerta principal del cuartel con el fin de ser el primero en enterarse de la llegada de Franco. Compartía vigilancia con el cabo Rodríguez, quien confesó en el consejo de guerra: «José Rico me preguntó qué me parecía el movimiento.Le contesté que llevaba dos días de servicio y que no me había informado, y él respondió que este movimiento iba contra el Gobierno, y que si nosotros fuéramos hombres deberíamos ponernos a favor de ellos e ir contra nuestros oficiales y jefes. Añadió que ya había implicado a los seis centinelas de la guardia. Y en el momento en que empezaran los disparos, me tenía que poner a las órdenes de Anselmo Carrasco y Pedro Veintemillas».

Los cabos y soldados implicados en la intriga lo tenían todo planificado. Sabían que Franco aterrizaría en Tetuán y en unas horas llegaría al cuartel de Ceuta. Pero la tensión en los jóvenes soldados ante la trascendencia del atentado hizo que uno de ellos decidiera hablar con el coronel jefe del cuartel para informarle de la trama. Éste, alarmado, avisó al cuerpo de guardia y echó por tierra el complot horas antes de que Franco llegara. Las detenciones no tardaron en sucederse y, según se detalló en el consejo de guerra, el total de acusados fue de más de 50 militares y civiles.

La Guardia Civil se hizo cargo de los detenidos, quienes, custodiados por la legión, fueron trasladados a unos viejos barracones para tomarles declaración. Así lo recuerda uno de los supervivientes, el anarquista Sánchez Téllez: «Entré en un pequeño despacho sin ventanas y un brigada me tomó la filiación y comenzó a interrogarme.Aún no había terminado la primera pregunta cuando sobre mi espalda sentí un golpe de vergajo. Para que me recuperara me echaban agua de un botijo, pero yo lo negaba todo».

Hasta las tres de la madrugada del 20 de julio los acusados estuvieron en los barracones declarando. Más tarde los hicieron subir a un camión, los colocaron de rodillas y los trasladaron a la fortaleza-prisión militar del Monte Hacho, también en Ceuta.

El 26 de julio empezaron los autos de procesamiento. El juez teniente coronel Ramón Buesa fue tajante en su exposición: «Según se desprende de lo actuado entre algunos cabos y soldados del Regimiento de Infantería, existía complicidad para la organización de un movimiento sedicioso con el fin de atentar contra la vida del excelentísimo señor jefe de las Fuerzas Militares Francisco Franco Bahamonde».

En la madrugada del 21 de enero de 1937, cuando aún no se había celebrado el consejo de guerra, una patrulla de falangistas llegó a la fortaleza del Hacho. Con total impunidad, sacó de sus celdas a los cabos Veintemillas y Marcos. Horas después sus cuerpos yacían, con un tiro en la cabeza, en el depósito de cadáveres del cementerio, donde fueron enterrados en una fosa común. 

JUICIO SIN TESTIGOS
Dos meses más tarde, todos los detenidos fueron trasladados al Cuartel de Sanidad, donde tuvo lugar el consejo de guerra. Lo presidió el teniente coronel Ricardo Seco. El juez permanente teniente coronel Buesa dictaminó el veredicto de culpabilidad.«Fue un juicio aparente, sin testigos ni nada», cuenta Téllez. «Lo que más me quedó de la sentencia fue que el juez se levantó de su asiento y, con voz ronca y odio, nos dijo: "No sois españoles, sois todos unos cobardes traidores a la patria", a lo que el cabo Rico replicó: "Juré defender una España democrática y la defiendo porque soy español; los traidores a la patria sois vosotros"».

El epílogo de esta inédita conjura lo pone la muerte de un grupo de militares fiel a la República y que esperaba que con la muerte de Franco en su acuartelamiento se detendría la sublevación de sus mandos. Podría haber cambiado la Historia de España, pero lo único cierto es que, en la madrugada del 17 de abril de 1937, fueron fusilados el sargento Garea, los cabos Rico, Carrasco y Lombau y el soldado Navas. La ejecución fue obra de un piquete del Grupo de Regulares de Ceuta en el exterior de la fortaleza del Monte Hacho, situada en la Puerta Málaga.

Francisco Sánchez Montoya es miembro del Instituto de Estudios Ceutíes y autor de «República y Guerra en Ceuta y Protectorado»

LAS CLAVES:

EL ALZAMIENTO
17 y 18 de julio. El asesinato del político José Calvo Sotelo, el 13 de julio de 1936, impulsó a Franco a adelantar el golpe que se preparaba para finales del mes. El 17 se rebeló el Ejército de Africa, y ésta fue la señal para la sublevación general de los días 18 y 19.

LA TRAMA
En el cuartel. El día en que se alzó el Ejército, cuatro cabos leales a la República del cuartel del Regimiento de Infantería del Cerrallo nº 8 de Ceuta (a la dcha., lo que queda de él) planearon frustrar el pronunciamiento asesinando a Franco mientras pasara revista a las tropas el día 18.

EL FRACASO
Detenidos. Un soldado reveló al coronel jefe del regimiento los planes de los cuatro cabos horas antes de que Franco llegara al cuartel. Se detuvo a más de 50 personas entre militares y civiles mientras el pronunciamiento se extendía por ciudades de la Península.

LA SENTENCIA
Fusilados. Finalmente fueron procesados 41 hombres: dos de ellos fueron ejecutados por patrullas falangistas antes de que se celebrara el consejo de guerra; cinco fueron condenados a morir fusilados; ocho, a cadena perpetua; 13, a penas de cárcel y 13 fueron absueltos.

LA REPRESION
Víctimas. Los siete fusilados no fueron las únicas víctimas de la represión en Ceuta. Entre 1936 y 1944 hubo 248 represaliados en la ciudad. Algunos estudios apuntan que en toda España, la cifra de represaliados por ambos bandos durante la guerra y la posguerra fue de unos 190.000.

EL OTRO INTENTO
Kim Philby. El corresponsal de The Times en la guerra civil trabajaba desde 1933 para el servicio de inteligencia de la Rusia de Stalin y planeaba en secreto el asesinato de Franco. Ironías de la Historia, el general condecoró a Philby por sus crónicas en favor del bando nacional.

jueves, 18 de julio de 2013

El Gobierno habla al país por radio de un movimiento militar en Marruecos

La Voz, sábado 18 de julio de 1936
Primera noticia de un movimiento militar en Marruecos 18/07/1936 Periódico ABC
recursoseducativos.es
A las ocho y media de la mañana, por medio de la radio, fue dirigda al país una nota del Gobierno, que dice así:

«Se ha frustrado un nuevo intento criminal contar la República. El Gobierno no ha querido dirigirse al paías hasta tener conocimiento exacto de lo suceido y poner las medidas para combatirlo. Una parte del Ejército que representa a España en Marruecos se ha levantado en armas contra la República, sublevándose contra su propia Patria, realizando actos vergonzosos contra el Poder nacional. El Gobierno declara que el movimiento está circunscrito a determinadas ciudades de la zona del Protectorado, y que nadie, absolutamente nadie, se ha sumado en la Península a tan absurdo intento. Por el contrario, los españoles han reaccionado unanimemente y con la más profunda indignación contra esta tentativa frustrada en manifestar que varios grupos de elementos leales resisten frenta a la sedición en las plazas del Protectorado, defendiendo con sus prestigio el Ejército y la autoridad de la República. En este momento, las fuerzas del aire, mar y tierra, salvo la triste excepción señalada, permanecen fieles en el cumplimiento de su deber. Se dirigen contra los sediciosos para reducir este movimiento insensato y vergonzoso. El Gobierno de la República domina la situación y afirma que no tardará muchas horas en dar cuenta al país de estar normalizada la situación». 

Imagen de la web recursoseducativos.es

domingo, 14 de julio de 2013

Piden al Borbón que medie en Marruecos por los Derechos Humanos. ¿Amnistia Internacional pretende hacernos reir, o llorar?

Campamento Saharaui arrasado en el año 2010
¿Que va el borbón a expresar a su "hermano" el sátrapa marroqui, la misma preocupacion, que el jefe de la casa real muestra por esos DD.HH. para con los subditos de su cortijo?

¿Va a enseñar como entregar cientos de miles de millones de dinero publico a la gran patronal y sus bancos?

¿Va a enseñar como reprimir a quienes exigen en la calle sus derechos?

¿Va a enseñar desde la inmunidad, desde la impunidad real como se venden o entregan poblaciones y territorios a cambio de..?

¿Va a enseñar como se vive a cuerpo de rey a costa de los trabajadorxs y los pueblos sobre los que reina por designacion de su mentor el genocida Franco?

¿Va a preguntar a su "hermano" el tirano del pueblo marroqui, el ocupante del Sahara, cuantos hombres y mujeres de su pueblo, del ocupado pueblo saharaui, han sido asesinados por sus guardias y su ejercito, con las toneladas de todo tipo de armas entregadas o vendidas, por los sucesivos gobiernos a las ordenes del capital y de su majestad el borbon, a él, al criminal de su padre, a sus gobiernos...?
 
¿Acaso no sabe Amnistia Internacional el papel jugado por el borbón en la entrega del Sahara a Marruecos, y en el apoyo politico de sus gobiernos e instituciones a la ocupacion, y a la represion del pueblo marroqui y del pueblo saharaui?

¿De verdad piensa Amnistia Internacional que este ejemplo de honestidad, decencia, austeridad, servicio a "sus" pueblos es el adecuado para esa función?

¿Que pretende realmente Amnistia Internacional con esa carta? 
 
Ni paz entre clases, ni guerra entre pueblos.
Salud ...y Poder Popular
 
**********
Amnistía Internacional ha enviado una carta al rey Juan Carlos para hacerle llegar sus preocupaciones de la organización en materia de derechos humanos sobre Marruecos, para que las traslade en la visita que el monarca hará a este país del 15 al 18 de julio.
 
En una nota de prensa, Amnistía Internacional dijo que "confía en que el Rey español transmita estas preocupaciones a su homólogo marroquí y contribuya de esta manera a la mejora de la situación de derechos humanos en el país vecino".

Además, ha puesto en marcha una ciberacción dirigida al ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, para recordarle que "la crisis económica no puede ser excusa para hacer de la política exterior española una herramienta orientada exclusivamente a la búsqueda de acuerdos comerciales e inversión empresarial, sino que los derechos humanos deben estar en el centro de la misma".

Los temas concretos que denuncia AI son las violaciones de derechos humanos cometidas en el Sáhara Occidental y en los campamentos de Tinduf (Argelia); la situación de la libertad de expresión, reunión y asociación; el "uso excesivo de la fuerza para dispersar manifestantes", las noticias de "tortura y malos tratos" y "la violencia y la discriminación hacia las mujeres".

(SERVIMEDIA)

domingo, 7 de julio de 2013

Acto del cincuenta aniversario de la Independencia de Argelia

 
04/07/2013
Casa Árabe y el Foro de Amistad Hispano-Argelino organizaron, el miércoles 3 de julio, un acto de amistad conmemorativo del cincuenta aniversario de la Independencia de Argelia. En la conmemoración participaron Eduardo López-Busquets, director general de Casa Árabe; Antonio Marquina, presidente del Foro de Amistad Hispano-Argelino; Mohamed Hanéche, Embajador de Argelia en España; Carlos Gómez-Arruche, General destinado en Argel como Agregado Militar durante la presidencia de Huari Bumedian y Juan Mollá López, abogado del Frente de Liberación Nacional (FLN) en España durante la Guerra de liberación.

Santa Cruz conserva el cinturón defesivo de la II Guerra Mundial

Las baterías en la cordillera de Santa Cruz, que permitían dirigir el tiro de los cañones de San Andrés y el Bufadero. Foto 
El Barranco de Santos guarda siete depósitos de combustible de 80.000 litros cada uno realizados hace 67 años para proteger a la ciudad ante el riesgo de una invasión aliada

La Opinión de Tenerife - 02.04.2013
Han pasado 67 años desde que el Ejército español comenzara a construir el último cinturón defensivo de Santa Cruz de Tenerife. Aquella armadura hecha en los primeros años de la dictadura franquista para proteger Tenerife de una eventual invasión por las fuerzas aliadas en la II Guerra Mundial estaba hecha principalmente de hierro y todavía se conserva en pie, oculta a la vista. Tal es así que la mayoría de los santacruceros ni siquiera sabe que existe.

Costó 3.200.000 pesetas, 18.000 euros de hoy y una fortuna para la época, poner en pie el fortín en el Barranco de Santos. Se tardó tres años en terminarlo y en ese tiempo, el peligro que justificó su construcción se había disipado hasta el punto de que nunca llegó a utilizarse. La defensa chicharrera se hizo bajo la premisa de poner a salvo un preciado y básico bien: el combustible. De acuerdo con la información del Archivo Militar Intermedio de Canarias, los ingenieros militares consideraron que la protección del Archipiélago canario requería asegurar el suministro de combustible dado el creciente volumen de consumo en las Islas y las necesidades del propio Ejército.

La Refinería, que abastecía de combustible tanto al Archipiélago como a la Península, hacía especialmente vulnerable a Santa Cruz de Tenerife. De ahí que el Mando Económico y Militar del Archipiélago, creado en el verano de 1941 y que concentraba en un mando único a los tres Ejércitos, decidiera fortificar las posibles zonas de desembarco. Por eso, los túneles del cinturón defensivo de la capital tinerfeña está compuesto de siete depósitos con capacidad para 80.000 litros de fuel cada uno y al abrigo de bombardeos.

No se trataba de un temor infundado. Existen documentos que avalan la existencia del peligro. Estos legajos históricos revelan que, una vez estalla la II Guerra Mundial, los aliados planifican en 1940 una operación para ocupar militarmente el Archipiélago canario. Se trataba de una invasión capitaneada por el Reino Unido bautizada con el nombre de operación Pilgrim.

Además, hay constancia de que durante la II Guerra Mundial, la capital tinerfeña fue sobrevolada por aviones americanos con base en Kenitra (Marruecos) en actos que constituían una violación del espacio aéreo español. De hecho, estas operaciones fueron contestadas por el fuego antiaéreo de las Islas. Desde Tenerife hubo un total de 41 acciones de fuego antiaéreo. Dos reflectores, situados en la montaña del barrio de La Alegría y enfrente de la sede del actual Instituto Oceanográfico de Canarias apoyaban estas acciones.
Fue ante el sonido de los tambores de guerra que la autoridad militar decidió fortificar las Islas concentrando el esfuerzo fundamentalmente en Gran Canaria y Tenerife. Inglaterra había agrupado a unos 5.000 hombres y los barcos necesarios en Escocia, por si Franco permitía la entrada de tropas alemanas para ocupar Gibraltar. Para este plan, denominado Chutney, se planteó la ocupación de Gando y el Puerto de la Luz. Los británicos se dieron cuenta de que para ocupar Canarias necesitaban por lo menos 25.000 hombres y se pusieron como fecha para llevar a cabo la ofensiva mediados de septiembre de 1941. España, sin embargo, consiguió neutralizar la operación, movilizando el 15 de julio la guarnición de las Islas, dos divisiones con un total de 25.000 hombres.

Aunque garantizado el rechazo de una posible ofensiva con efectivos humanos, el mando observó que sin combustible era imposible resistir un asedio. Por ello, los ingenieros militares recibieron el encargo de asegurar el abastecimiento de carburante para hacer funcionar la maquinaria bélica en caso necesario. Resguardar el combustible bajo tierra, pero en un lugar accesible fue la solución que dieron y calcularon que tendrían suficiente con 560.000 litros.

Los siete depósitos de 80.000 litros de capacidad se encuentran en el interior del Barranco de Santos, al lado de la ermita de La Candelaria. Se hallan a 20 metros de profundidad y fueron fundidos en la empresa Altos Hornos de Vizcaya, en el Puerto de Sagunto. Viajaron hasta Tenerife en algún momento de 1945, ya que la obra para su instalación en Santa Cruz comenzó en febrero de 1946. Por entonces, hacía seis meses que había finalizado la II Guerra Mundial, pero el proyecto, ya muy avanzado, siguió adelante.

Los militares buscaron para instalar estos depósitos un lugar que fuese capaz de soportar el impacto de bombas de aviación de hasta 500 kilos de peso lanzadas desde 1.000 metros de altura. El espacio ideal era una galería de agua, de las muchas que abundan en Tenerife.

Pero no valía cualquier galería. Debía tener unas determinadas dimensiones. Cinco metros de longitud y tres por tres metros de ancho era el tamaño adecuado para conseguir que los depósitos estuvieran aislados del exterior y pudieran circular camiones por el interior.

Según el proyecto técnico, la instalación requería una ventilación que fuese capaz de desalojar de inmediato los gases que se generaran en el interior. Además, precisaba un buen camuflaje. En esta línea, un escrito de la Comandancia de Obras de Tenerife planteaba que los lugares más convenientes para la instalación de los citados depósitos eran "construcciones ordinarias" a las que se les diera "el aspecto exterior de viviendas con una sencilla pista de acceso", para conseguir así "un perfecto camuflaje".

Durante el proceso de búsqueda del lugar adecuado para la instalación de los depósitos, se evaluaron diversos emplazamientos. Montaña Pacho, San Roque, Pico Colorado, la Montaña de Ofra, la Montaña de Taco, así como zonas elevadas de La Orotava y Granadilla fueron algunas de las opciones. Además, los militares sopesaron colocar fuertes defensivos de este tipo en otras islas. De este modo, en La Palma se eligió colocar un depósito al norte de la capilla de Las Nieves; en Gran Canaria, dos en La Isleta y otros dos a la entrada del Barranco de Guanarteme y a la entrada del Barranco del Cardón; en Fuerteventura, otro en la carretera de Antigua con el Barranco de Risco Prieto; y en Lanzarote, en la Montaña de Guatisea.

Los vecinos de la zona que guardan memoria de las obras que se realizaron en el lugar refieren hoy cómo los trabajadores dinamitaban la montaña para hacer hueco a los depósitos. Los trabajos de instalación de los depósitos de hierro en Tenerife terminaron a principios de 1949, con el fantasma de la invasión ya muy alejado. Aún antes del fin de la guerra fría, pero ya con el Muro de Berlín a punto de caer, el Ministerio de Defensa procedió en 1988 a la desafectación de los terrenos donde se llevó a cabo esta obra de ingeniería, eliminando con ello la posibilidad de darles utilidad defensiva.

Acceder a ellos nunca fue fácil. En la época en que fueron construidos había que sortear lo que iba a ser el cuerpo de guardia y el habitáculo donde tenía que dormir la guarnición encargada de su vigilancia. Llegar hasta los depósitos hoy resulta igualmente difícil, ya que el Ayuntamiento de Santa Cruz tapió las tres entradas que tenía. Durante un tiempo, antes de que la administración municipal cerrara el acceso a la galería de los combustibles, el lugar fue utilizado por delincuentes que desguazaban y escondían en su interior motos robadas.

Para entrar hoy en la galería es necesario contar con la ayuda de los bomberos y eso es lo que hizo la opinión de tenerife para poder visitarla, verificar su estado actual y escribir de ello. Los bomberos de Santa Cruz, con el apoyo de un camión autoescala, descosieron parte de la malla que protege a los turismos de desprendimientos de cascotes en el acceso a la galería. La única entrada disponible hoy mide unos seis metros de largo, cuenta con varios escalones y está situada a 12 metros de altura. Al final del mismo se encuentra uno de los tanques que tiene una altura de tres plantas y aparentemente se halla en buen estado.

El depósito cuenta con un cinturón de hormigón anclado por cuatro puntos. El depósito está protegido por una bóveda de ladrillo rojo y conserva el encalado, a pesar de la humedad y las filtraciones de agua. Desde la entrada varias tuberías y llaves conducen hasta uno de los depósitos. Una escalera de hierro baja hasta los cimientos. Las paredes son gruesas para soportar el impacto de bombas de aviación de 500 kilos de peso, como se detalla en el proyecto.

Según los vecinos del lugar, hasta fechas recientes solía visitar la zona un hombre al que apodaban el sargento y que vivió varios años en las instalaciones. También recuerdan que, con las obras, llegaron al menos dos matrimonios peninsulares que estuvieron residiendo en el lugar unos dos años.

Pasados 64 años de su finalización, la obra de ingeniería resulta espectacular a la luz de los focos, más todavía si se piensa en los medios con que se contaba en aquella época. Tras la visita, las chapas que tapian la entrada vuelven a su sitio, así como la malla protectora. La maleza, que ocupa gran parte de las instalaciones llamadas a ser la gasolinera secreta del Ejército, lejos del mar y de miradas indiscretas, mantiene el cinturón defensivo de Santa Cruz intacto y camuflado entre el vecindario de lo que fueron los arrabales de la ciudad.