domingo, 25 de enero de 2015

“La Palma se resistió al golpe de Estado del 36 y sufrió una fuerte represión”

montaje fotografíco de desaparecidos y sus familiares en la Casa Salazar. Foto: LUZ RODRÍGUEZ
El investigador y profesor emérito de la Universidad de La Laguna Alfredo Mederos, que participará en una mesa redonda en el marco de las Jornadas de Memoria Histórica, destaca que la Isla “tiene elevado el pabellón en la defensa de la democracia y la República”.

Mederos, autor de varios libros sobre la Guerra Civil y la represión franquista en Canarias, considera que las Jornadas de Memoria Histórica “sirven para recordar a aquellas personas que tuvieron la desgracia de sufrir la represión franquista que sobrevino tras el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, después de la llegada al puerto de Santa Cruz de La Palma, procedente de Gran Canaria, del cañonero Canalejas”. “Memoria es recordar a aquellas personas que sufrieron la represión y a sus familiares; el régimen que se impuso las demonizó y las sacrificó y sus familiares fueron perseguidos durante casi 40 años de dictadura, creándose un ambiente de temor, todo lo contrario de lo que es una democracia y un ambiente civilizado; menos mal que esta situación ha cambiado”, ha señalado. “No se olvide que en el golpe del 18 de julio La Palma se mantuvo fiel a la República y sus gobernantes lo eran de un gobierno elegido democráticamente, un gobierno pluralista desde el punto de vista de partidos políticos y organizaciones sindicales, y eso suponía que el que ganaba las elecciones gobernaba y el que no, iba a la oposición; era un sistema democrático”. Sin embargo, prosigue Alfredo Mederos, “hubo un sector del país que no quiso aceptar esta normalidad democrática, dando un golpe de Estado, impulsado, además, en una Europa donde imperaba, con potencia, la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, que arroparon al general Franco, que dio el golpe con el apoyo de amplios sectores de la oligarquía política y económica de España, en desacuerdo con el gobierno de izquierdas que ganó las elecciones el 16 de febrero de 1936”.
 
El golpe de Estado, explica, “fracasó en amplias zonas del país, y entre ellas, en La Palma, y trataron de conquistar la Isla enviando el cañonero Canalejas desde Las Palmas de Gran Canaria con fuerzas militares y milicias falangistas; la represión fue fuerte, porque fue la isla que más resistió el golpe”, afirma. “Hubo resistencia en todas las islas, que abatieron con violencia, pero en La Palma la resistencia fue mayor -aunque no violenta- porque estaba muy consolidado el poder republicano y por eso enviaron las fuerzas militares y milicias falangistas para conquistar la Isla”, subraya. “La conquista no fue fácil; las autoridades republicanas, vista la desproporción de fuerzas, entregaron el poder en Santa Cruz de La Palma rápidamente y los invasores conquistaron, después de la capital, por la carretera hacia el sur, Mazo y Fuencaliente hasta el Valle de Aridane; pero el norte tiene una orografía muy difícil, y aquí costó bastante trabajo la conquista, muchas personas siguieron huyendo hacia los montes y terminaron escondiéndose en Garafía, y este municipio fue conquistado definitivamente después de haber sido enviadas fuerzas militares que desembarcaron por el norte de Garafía junto a otras que llegaron desde Los Sauces, Barlovento, Tijarafe, Puntagorda, que se dieron cita en Garafía para acabar la conquista de la Isla”, relata. “Cuando Santo Domingo fue ocupado, se acabó la resistencia republicana en Canarias”, apunta. “Resumiendo, La Palma fue la isla que más resistió el golpe de Estado del 36 y, como consecuencia, la que más represión sufrió”, dijo.

En la imagen, recreación de las fosas donde enterraron a los ejecutados. Foto: LUZ RODRÍGUEZ
En la imagen, recreación de las fosas donde enterraron a los ejecutados. Foto: LUZ RODRÍGUEZ
En La Palma, donde hay un registro de más de 50 desaparecidos durante la Guerra Civil, la represión franquista ha sido un tabú. En este sentido, el profesor Mederos recuerda que “hace diez años, en la Casa Salazar, presenté mi libro ‘República y represión franquista en La Palma’, un acto al que asistieron muchísimas personas, pero todavía había temor a que se celebraran homenajes de recuerdo y justicia a los desaparecidos; la presentación de mi obra fue una gran conmoción en Santa Cruz de La Palma y eso contribuyó a que la gente fuera perdiendo el miedo”.
 
La Casa de Salazar acoge hasta el próximo 11 de febrero, en el marco de las Jornadas de Memoria Histórica, la exposición colectiva ‘Memoria de contrabando” con la que se pretende “abordar los acontecimientos y secuelas de la represión durante la Guerra Civil, la Dictadura y la Transición, en y desde las islas, a través de la mirada de artistas de diferentes generaciones”, explican los organizadores. “Proponemos el ejercicio de recordar para reescribir la historia oficial, alejándose del perfil historicista para acercarnos desde una sensibilidad artística”, precisan. La exposición, resaltan, “es una herramienta para generar memoria, invitando a la sociedad canaria a sensibilizarse con hechos de la historia reciente, injustamente relegados al olvido; si consideramos que el olvido de la represión forma también parte de la represión, el testigo de la memoria se revela como una necesidad transferible de generación en generación”.
 
Montaje artístico con documentos pertenecientes a los ejecutados. Foto: LUZ RODRÍGUEZ.
Montaje artístico con documentos pertenecientes a los ejecutados. Foto: LUZ RODRÍGUEZ.

lunes, 19 de enero de 2015

Dénia salva de la desmemoria la odisea del Stanbrook y otros dramas de la derrota republicana


Una muestra con artistas de primer rango evoca en la Casa de Cultura el terrible final de la Guerra Civil, la epopeya del buque que rescató a miles de refugiados republicanos del puerto de Alicante, y los bombardeos y la represión del bando vencedor
 
Primavera de 1939. El frente republicano se derrumba. Miles de personas huyen hacia el puerto de Alicante: se ha corrido el rumor de que habrá barcos para escapar de la represión franquista. Al final, el rumor sólo es cierto a medias: de esa dársena sí partirá el Stanbrook, con más de 2.600 refugiados a bordo. Pero al menos otros 12.000 quedan atrapados a merced de los vencedores, que hacen prisioneros. Son enviados al Teatro Principal, a la Plaza de Toros, al cine Ideal de la capital alicantina. Y sobre todo a una parcela cercana, el Campo de los Almendros, donde pasarán cinco días sin comer.
 
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Terribles historias de aquel marzo de 1939. Y también de unos meses antes. Del 25 de mayo de 1938, cuando la aviación italiana bombardeó con saña el mercado municipal de Alicante, provocando más muertos que en Guernica. O los bombardeos de Dénia, también responsabilidad de las alas de Mussolini: incluso pocos días antes de concluir la contienda, sonaban las sirenas, había muertos, y los niños corrían a refugiarse al túnel del Castillo. E historias de después: de después del 1 de abril de 1939, tras el último bando de Burgos, cuando cautivo y desarmado cayó el ejército rojo: la detención de Miguel Hernández, la de miles de seres anónimos, la represión generalizada, el olvido de la dignidad.

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Sobre ese olvido, que siempre fue el mismo, artistas de primer rango han compuesto visiones distintas: desde el tenebroso pero heroico perfil del Stanbrook cargado de pasajeros angustiados cuyo autor es Antoni Miró, hasta primeros planos de los seres con el rostro descarnado que hace ya más de 75 años lo perdieron todo y que vuelven ahora a través del lienzo a la luz, salvados de la desmemoria. La muestra itinerante, llamada «100 Artistes Solidaris» y organizada por la comisión cívica para la recuperación de la memoria histórica, está compuesta por 140 obras, 37 de las cuales se exponen hasta el próximo 31 de enero en la Casa de Cultura de Dénia.

Entre los artistas, algunos de los cuales se encuentran muy vinculados a la Marina Alta, destacan también Andreu Alfaro, Joan Ramón Castejón, Ana Peters, Arcadi Blasco, Equipo Crónica, Joan Genovés, Josep Ginestar, Molina Cigés, Díaz Azorín o Rafael Armengol. También se incluyen seis serigrafías que destacados humoristas gráficos españoles como Forges o El Roto realizaron con motivo del 30 aniversario del final de la Guerra Civil, así como dos textos manuscritos de Manuel Vicent, un escritor también muy vinculado a la comarca, y del desaparecido Enrique Cerdán Tato.
 
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De entre todas esas aportaciones, destacan las numerosas referencias a la epopeya del Stanbrook, lo que no es extraño si se tiene en cuenta el heroico comportamiento de su tripulación y de su capitán, el mítico Archibald Dickson, que no dudaron en socorrer a una multitud de refugiados republicanos de toda condición e ideología que atestaban el buque. Su comportamiento fue por ejemplo bien diferente al del Maritime, que partiría poco después del puerto de Alicante con tan solo 32 pasajeros a bordo.
 
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Seguir luchando
Además de agitar conciencias y entrañas, la exposición tiene una segunda finalidad más prosaica: financiar las actividades que desde hace ya varios años ha emprendido la comisión cívica para recuperar y difundir «los lugares de la memoria» de los últimos momentos de la Segunda República, especialmente en la capital alicantina.
 
Entre esas actuaciones, destaca la colocación de un monumento de recuerdo a las víctimas del bombardeo en el mercado; la señalización de las fosas comunes del cementerio de Alicante donde descansan los restos de los fusilados, muchos de ellos de la Marina Alta; la presentación de un libro sobre la represión franquista en toda la provincia; la erección de un monolito en el puerto alicantino con la presencia de los hijos del capitán del Stanbrook; la instalación de un memorial en el campo de los Almendros; o la anulación, infructuosa por cierto, de la sentencia que condenaba a muerte a Miguel Hernández.


En este sentido, la exposición que se realiza en Dénia es importante, porque los actos de esa comisión van a continuar: en la apertura de la muestra, los dos representantes de esa entidad, Paco Moreno y Vicente Carrasco, anunciaron que se proponen viajar a la ciudad natal de Archibald Dickson, en Gales, para erigir allí un recuerdo en la memoria de quien salvó de la muerte o la cárcel a tantas víctimas republicanas.