Por Ramón Francisco González Hernández (hijo de Valentina, la de El Pinar)
-Huídos se les llamó a aquellos hombres que se
ocultaron en los parajes y cuevas de la isla de El Hierro y que los
habitantes de la misma ayudaron y nadie delató.
-Consigna de los represores que buscaban a los huídos: "A los de El Pinar, palos…"
Los huidos del Pinar
Los huídos de El Pinar fueron tres: Miguel
Padrón Casañas, intelectual y novelista, que fue secretario del gremio
de panadero es Las Palmas y dirigente de la Federación Obrera de Las
Palmas y de la Juventudes Socialistas, que junto con Manuel se habían
trasladado a Gran Canaria, José Padrón Machín, preside la agrupación
socialista Herreña y la Federación Obrera del Hierro y fundador-director
del periódico de orientación socialista “la Voz del Trabajo”,
intelectual-escritor y corresponsal de la Isla del Hierro. Manuel Hernández Quintero, Socialista, maestro nacional e
intelectual.
Y los tres dirigentes de los trabajadores de Azofa – Isora: Francisco
Acosta Quintero que presidía en el pueblo de Isora el Sindicato de
Albañiles, intelectual al igual que su hermano Juan Acosta Quintero el
otro huído, activista del Frente Popular… y Aniceto Acosta Cabrera
también sindicalista e intelectual, que junto al primero brindaron la
oportunidad de aprender a muchos jóvenes en su labor como docentes.
El Pinar se ganó el hermoso calificativo durante la república de
“pueblo rojo”, pues junto con Isora son los lugares donde más
organizado estaba el movimiento obrero y la combatividad que mostraba,
esto junto a la vecindad de los dirigentes más cualificados del más
potente sindicato: El sindicato de albañiles y similares, integrado en
la Federación Obrera, los puso en el punto de mira. Y es precisamente en
estos lugares, muy al contrario que en otras zonas rurales de España,
acosadas por el caciquismo y el analfabetismo de la época, es en estos
dos pueblos donde las candidaturas del Frente Popular obtienen la casi
totalidad de los votos. Lógicamente, fue el mayor indicador para los que
se sublevaron contra la República.
Antonio Rodríguez
comerciante que ante el miedo se quitó la vida. A José García del pueblo
de Sabinosa y fusilado en Las Palmas por acusaciones de conspiración
mientras era soldado, y a todos los que defendieron la libertad, y
sufrieron por ella, o fueron compañeras, madres/padres y hermanas/os
heroicas en tales acontecimientos.
Armando González Machín, Aquilino González Morales,
Alfonso Lima Febles…, que caen al tratar de pasarse al bando Republicano
en el frente de guerra. Germán Pírez, otro huído de los barrancos de Moya en la Gran Canaria
Juan García, “El Corredera”
Fuente: Tamaimos
Si una sola persona debiera encarnar la Memoria Histórica Canaria, ejemplificando por sí misma los crímenes y atropellos que un sistema inhumano es capaz de cometer contra un individuo acorralado, ésta sería sin duda Juan García, “El Corredera”. Seguramente sea esa convicción la que ha puesto de acuerdo a las gentes de la Memoria Histórica en Canarias para reivindicar que el día de su ajusticiamiento sea conmemorado como el Día de la Memoria Histórica de Canarias. Llevando en mente la consideración inicial que fundamenta esta serie, nos sumamos a esta reivindicación.
La historia de Juan García se ha escrito y contado por muy diversos medios, entre ellos al menos dos libros (El Corredera, aquel fugitivo de leyenda, por Gustavo Socorro y La verdad sobre El Corredera, de Alfonso Calzada Fiol, su abogado ), el cine documental , obras poéticas como el sublime Romance del Corredera , de Pedro Lezcano, musicado por Mestisay y canciones dedicadas al teldense ( “Al Corredera” , de Braulio). Sin embargo, continúa siendo una historia poco y mal conocida, como suele suceder con nuestros asuntos en nuestra tierra. Existen además elementos que no ayudaban hasta hace bien poco a formarse una visión de conjunto. Por ejemplo, si bien durante algún tiempo su militancia comunista fue negada por algunos de sus familiares y por el propio Alfonso Calzada Fiol, hoy sabemos que su militancia en el Partido Comunista era cierta y duró, como mínimo, hasta 1947. Hay quien lo sitúa en la Plaza de San Gregorio en Telde, el 18 de julio de 1936, junto con otros izquierdistas como Juan del Peso, Elsa Wolf, José Collado y Francisco Casimiro, armados con pistolas y escopetas.
Sí sabemos con certeza que fue prófugo militar y vivió en condiciones de semi-clandestinidad hasta 1947, empleado en la industria conservera de Las Palmas de Gran Canaria. Cuando ya cree que no corre peligro, en 1947, vuelve a su Telde natal, donde se entera de los abusos de todo tipo cometidos contra su familia en el afán de falangistas locales –concretamente, el carnicero Vicente Santana Trujillo- por saber de su paradero. El acoso parece ser especialmente hostil en la persona de su hermana Pino pero también su madre y el resto de hermanas. Juan García decide tomarse la justicia por su mano y mata al falangista, tras lo cual huye a las cumbres, dando comienzo a una segunda etapa en su persecución. Durante ese mismo año, escondido junto al concejal comunista Francisco Casimiro en un refugio, participa en una escaramuza en la que muere un Guardia Civil y otro resulta herido. En 1949, Casimiro es detenido y condenado a treinta años de prisión. Mientras tanto, la leyenda de El Corredera crece sin cesar. No será hasta 1958 cuando, tras una delación, es finalmente acorralado y detenido en La Culata de Tejeda.
Juan García Suárez es juzgado por la vía civil y militar. Por la primera de ellas, es condenado a nueve años por atentado, homicidio frustrado y tenencia ilícita de armas. Por la vía militar, es condenado a muerte. Desde su detención hasta el día de su muerte, la campaña para lograr salvar su vida, no tuvo precedentes en una sociedad literalmente aplastada por la Dictadura. El propio Obispo Pildáin logró que el Papa Juan XXIII pidiera clemencia a Franco, sin que nada detuviera a quien tantos asesinó. En los intentos por salvar la vida de El Corredera hemos de hallar el germen de Canarias Libre, un grupo de jóvenes intelectuales de izquierda nacionalista como Fernando Sagaseta, Carlos Suárez o Andrés Alvarado. Es muerto a garrote vil el 19 de octubre de 1959.
Juan García, “El Corredera”
Fuente: Tamaimos
Si una sola persona debiera encarnar la Memoria Histórica Canaria, ejemplificando por sí misma los crímenes y atropellos que un sistema inhumano es capaz de cometer contra un individuo acorralado, ésta sería sin duda Juan García, “El Corredera”. Seguramente sea esa convicción la que ha puesto de acuerdo a las gentes de la Memoria Histórica en Canarias para reivindicar que el día de su ajusticiamiento sea conmemorado como el Día de la Memoria Histórica de Canarias. Llevando en mente la consideración inicial que fundamenta esta serie, nos sumamos a esta reivindicación.
La historia de Juan García se ha escrito y contado por muy diversos medios, entre ellos al menos dos libros (El Corredera, aquel fugitivo de leyenda, por Gustavo Socorro y La verdad sobre El Corredera, de Alfonso Calzada Fiol, su abogado ), el cine documental , obras poéticas como el sublime Romance del Corredera , de Pedro Lezcano, musicado por Mestisay y canciones dedicadas al teldense ( “Al Corredera” , de Braulio). Sin embargo, continúa siendo una historia poco y mal conocida, como suele suceder con nuestros asuntos en nuestra tierra. Existen además elementos que no ayudaban hasta hace bien poco a formarse una visión de conjunto. Por ejemplo, si bien durante algún tiempo su militancia comunista fue negada por algunos de sus familiares y por el propio Alfonso Calzada Fiol, hoy sabemos que su militancia en el Partido Comunista era cierta y duró, como mínimo, hasta 1947. Hay quien lo sitúa en la Plaza de San Gregorio en Telde, el 18 de julio de 1936, junto con otros izquierdistas como Juan del Peso, Elsa Wolf, José Collado y Francisco Casimiro, armados con pistolas y escopetas.
Sí sabemos con certeza que fue prófugo militar y vivió en condiciones de semi-clandestinidad hasta 1947, empleado en la industria conservera de Las Palmas de Gran Canaria. Cuando ya cree que no corre peligro, en 1947, vuelve a su Telde natal, donde se entera de los abusos de todo tipo cometidos contra su familia en el afán de falangistas locales –concretamente, el carnicero Vicente Santana Trujillo- por saber de su paradero. El acoso parece ser especialmente hostil en la persona de su hermana Pino pero también su madre y el resto de hermanas. Juan García decide tomarse la justicia por su mano y mata al falangista, tras lo cual huye a las cumbres, dando comienzo a una segunda etapa en su persecución. Durante ese mismo año, escondido junto al concejal comunista Francisco Casimiro en un refugio, participa en una escaramuza en la que muere un Guardia Civil y otro resulta herido. En 1949, Casimiro es detenido y condenado a treinta años de prisión. Mientras tanto, la leyenda de El Corredera crece sin cesar. No será hasta 1958 cuando, tras una delación, es finalmente acorralado y detenido en La Culata de Tejeda.
Juan García Suárez es juzgado por la vía civil y militar. Por la primera de ellas, es condenado a nueve años por atentado, homicidio frustrado y tenencia ilícita de armas. Por la vía militar, es condenado a muerte. Desde su detención hasta el día de su muerte, la campaña para lograr salvar su vida, no tuvo precedentes en una sociedad literalmente aplastada por la Dictadura. El propio Obispo Pildáin logró que el Papa Juan XXIII pidiera clemencia a Franco, sin que nada detuviera a quien tantos asesinó. En los intentos por salvar la vida de El Corredera hemos de hallar el germen de Canarias Libre, un grupo de jóvenes intelectuales de izquierda nacionalista como Fernando Sagaseta, Carlos Suárez o Andrés Alvarado. Es muerto a garrote vil el 19 de octubre de 1959.
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