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lunes, 16 de noviembre de 2015

Batalla del Norte de África. La Guerra del Desierto



20 oct. 2013
Batalla del Norte de África - The Lost Evidence

Durante la Segunda Guerra Mundial, la Campaña en África del Norte, también conocida como la Guerra del Desierto, tuvo lugar en el desierto de África del Norte, a partir del 10 de junio de 1940 y hasta el 16 de mayo de 1943. Incluyó campañas en Libia y Egipto (Desierto Occidental), en Marruecos y Argelia (conocida por los Aliados como Operación Torch) y en Túnez.

La campaña se produjo entre las potencias del Eje y las Aliadas. Los esfuerzos de guerra principales fueron dominados por la Commonwealth y por exiliados de la Europa ocupada, hasta que los Estados Unidos entraron en la guerra el 11 de mayo, proporcionando ayuda directa a las fuerzas aliadas en el Norte de África.

La lucha en el Norte de África empezó con la ocupación del italiano Fuerte Capuzzo por fuerzas británicas en junio de 1940. Esto fue seguido por una ofensiva italiana y una contraofensiva británica. Cuando los italianos sufrieron terribles derrotas, el Afrika Korps alemán (mandado por el mariscal de Campo Erwin Rommel) acudió en su ayuda.

Después de una serie de batallas de tira y afloja por el control de Libia y de algunas partes de Egipto, las fuerzas británicas (bajo el mando del general Bernard Montgomery) empujaron a las fuerzas del Eje hacia Túnez. A mediados de 1942, con los desembarcos Aliados de la Operación Torch en el Noroeste de África (al mando del general Dwight Eisenhower), y después de algunos enfrentamientos contra las fuerzas de la Francia de Vichy (que posteriormente se unieron a los Aliados), la Commonwealth y las fuerzas norteamericanas llevaron en un movimiento de tenazas a las fuerzas del Eje al norte de Túnez, donde fueron obligadas a rendirse.

martes, 1 de septiembre de 2015

Le Maghreb sous la croix gammée



Depuis longtemps, l'historien américain Robert Satloff se demandait pourquoi aucun nom arabe ne figurait dans la liste des "Justes parmi les Nations" du mémorial de Yad Vashem à Jérusalem. Cinq ans de recherches au Maroc, en Tunisie, en Algérie et en Libye lui ont permis de publier en 2007 un ouvrage remarqué sur le sujet. Ce travail, également mené au Proche-Orient, est au coeur de ce documentaire.

La situation était différente selon les pays : les Allemands occupant la Tunisie et les Italiens la Libye ont rapidement interné des juifs autochtones dans des camps. Alors que, malgré les pressions de Vichy, Mohammed V au Maroc réussit à protéger les juifs marocains et que les imams algériens interdirent aux fidèles de profiter de la liquidation des biens juifs. Des sites des anciens camps de travail aux domiciles de personnes qui furent sauvées par des voisins et amis, les informations recueillies montrent qu'il serait "juste" qu'un hommage soit enfin rendu à ces musulmans courageux.

viernes, 12 de junio de 2015

Último vuelo del Halifax ¿Qué pasó realmente?

 
Francisco Sánchez Montoya en Historias de Ceuta y el Protectorado español 7/6/15
 
En la madrugada del 28 de enero de 1943, algunos ceutíes vieron como un avión se precipitaba en los montes de García Aldave, junto a la, tristemente conocida, como curva de las viudas. Los siete tripulantes fallecieron, su destino el Oriente próximo. El avión, hacia pocos minutos  había partido del aeropuerto de Gibraltar. Eran aviadores que voluntariamente se habían alistado con el bando aliado en la II Guerra Mundial procedentes de varios países integrantes de la Commonwealth.
 
Estaba claro que a las autoridades franquistas en Ceuta, no les interesaba dar explicaciones del suceso, estábamos en plena guerra, y en la prensa local apenas dos líneas. Los aviadores fueron enterrados en el cementerio de Santa Catalina y poco se habló del tema. Los ceutíes si comentaban el suceso, en corrillos y en voz baja, eran tiempos de censuras y miedos.
 
Pero tuvieron que transcurrir cincuenta y cinco años para que supiéramos que pasó aquella madrugada. El escritor ceutí, Luis Oliva Maldonado, emprendió una titánica investigación para descubrir que escondían aquellas siete lápidas que están en el cementerio. Tras seis años encajando las piezas del puzle el resultado fue un documentado y bien trabajado libro “El bombardero Halifax DT-586, caído en Ceuta”.
 
Luis Oliva manifestó: “Supongo que lo que me pasó a mí le podía haber pasado a mucha gente, sentí curiosidad al ver los nombres extranjeros en el cementerio y empecé a hacerme preguntas. Empecé a tirar de la madeja poco a poco y cuando me quise dar cuenta me había pasado casi seis años buscando las piezas de un puzle que ni si quiera sabía si podría reconstruir y para el que no tenía ningún tipo de guión, lo iba formando a ciegas”, dice. “No sé si hay procedimientos para hacer una investigación como esta, pero como era algo que surgía de un interés personal y no un trabajo, podía pasarme todo el tiempo que quisiera buscando”.
 
Luis Oliva, con muchísima paciencia y, pagando todos los costes de su bolsillo, contrató a una licenciada en biblioteconomía y documentación que buscaba para él en archivos relacionados con el suceso en Madrid, y poco a poco empezó a reunir material. “En el Archivo histórico del ejército del aire en Madrid solo encontré dos papeles y curiosamente no los encontró la persona que contraté”. También en los países de origen de los tripulantes, el piloto neozelandés, y los tripulantes: dos canadienses y cuatro británicos, a lo largo de todo el proceso he tenido muchísima suerte, sin saber lo que buscaba exactamente, rastreando en distintos archivos de países tan lejanos llegué a contactar con los familiares de todos ellos, muchos de los cuales me enviaron cartas y fotografías originales de los soldados”.
 
El Halifax junto con el Lancaster formó parte de la Fuerza de bombarderos de la RAF durante la Segunda Guerra Mundial. Fue un avión muy versátil, al que también se le encomendaron misiones de reconocimiento marítimo, transporte y desembarco aéreo.
 
EN BUSCA DE UN FAMILIAR
Todo este proceso Luis Oliva lo hizo a la antigua usanza, por carta, sin valerse de Internet, ni el teléfono, confiesa que no habla demasiado inglés: “El idioma fue uno de los grandes problemas con los que me encontré, de hecho naufragué a la hora de encontrar un traductor que pudiera pasar al español toda la documentación que recopilé sobre el accidente por su elevado nivel técnico y la variedad de las fuentes”, afirma. Así, aprovechando que estaba estudiando filología inglesa, llegue a pagar el desplazamiento de mi amigo Jesús Damián a Inglaterra para que intentara entrevistarse con el familiar de un soldado. Yo no me veía capacitado para ir allí con mi inglés, y tampoco era llegar a Londres y buscar, sino que mi amigo tuvo que encontrar un pueblecito bastante perdido en el oeste de Inglaterra”. El estudiante de filología llegó al lugar acordado, en una estación cercana a una antigua base de la RAF y después de mucho esperar llegó una señora “muy mayor” conduciendo un mini, era una de las sobrinas de uno de los aviadores ingleses. “Toda la gente con la que he contactado a lo largo en estos años de trabajo siempre ha sido muy desprendida y me han ofrecido su ayuda”, comenta Oliva, mientras rememora los momentos en los que estaba investigando…  “Esto lo he hecho por interés personal y no como nada profesional, pero ahora me siento en la obligación de hacer algo por todas las personas que me han ayudado a recopilar la información. La mayoría de los familiares con los que me he carteado todavía me envían felicitaciones por navidad”.
 
SIETE JÓVENES DEFENSORES DE LA DEMOCRACIA
Luis Oliva, autor de este magnífico libro buscó sin descanso a los familiares de estos aviadores: “Los familiares, recordaban muy poco, a parte de que eran muy jóvenes y se alistaron de forma voluntaria, ¿Por qué se alistaron? Aunque había soldados de estratos sociales distintos entre los siete, algunos de ellos tenían la vida resuelta; uno de ellos era el hijo de un importante doctor que tenía una clínica privada… realmente murieron porque lo único que querían era defender la democracia y eso, aún hoy, impresiona”.
 
El ceutí, Francisco Fernández, uno de los ceutíes que tenía 13 años la noche del accidente, relató que recuerda que estaban cenando en casa de sus padres y de repente oyeron un ruido muy raro, salieron al patio y en cuestión de segundos se escuchó una fuerte explosión. Acudieron al lugar de los hechos en las inmediaciones de la frontera de Ceuta con Marruecos con un grupo de amigos y vieron “trozos de seda amarillenta, quemada y que desprendían un olor fortísimo, imagino que de los paracaídas”. En la actualidad, las siete lápidas ya tienen sus nombres completos en el patio de Santa Gema del camposanto ceutí y, sobre todo, los familiares conocen todo lo ocurrido esa dramática madrugada.
 
En la noche del jueves  28 de enero de 1943, la inactividad en el aeródromo de la Royal Air Force de Gibraltar transcurría de forma pausada. Atrás quedaba la frenética actividad desplegada durante los meses de octubre, noviembre y diciembre pasados. El humeante café servido durante el briefing fue suficiente para despabilar de la corta e inquieta cabezada de hacia rato. Para entrar en calor nada como el uniforme de vuelo. Una  última foto de grupo hecha en un barracón de madera antes de subir al avión fue su postrera despedida del único trozo de tierra libre del ocupado continente Europeo. Fuera, la humedad del intenso viento de levante les hizo apresurarse a embarcar.
 
El acceso al interior del Halifax a través de la enjuta puerta lateral de babor no resultaba fácil y no ayudaba mucho el grueso pantalón y chaqueta de cuero forrado de lana de su equipo, que no facilitaban en absoluto los movimientos de los aviadores. Una vez dentro, el sudor empapa sus cuerpos causando un sopor molesto y penoso de aguantar.
 
A las 20.00 horas los siete tripulantes del Halifax abrocharon sus cinturones de seguridad en los anclajes del fuselaje metálico del bombardero. Cebar motores e ignición, calentamiento y comprobación rutinaria de indicadores. Ahí sentados aguardaban absortos la autorización de despegue del solitario cuatrimotor. Revisaban sus equipos una y otra vez y se distraían contemplando las fotografías de sus seres queridos.
 
A las 21,00 horas, el sargento Neozelandés Utrick Watson se persignó mascullando una corta plegaria, tomó los controles del bombardero DT586  e inicio la maniobra de despegue. Aceleró lentamente sus cuatro motores entrando en el recorrido de la pista del estrecho aeródromo… La suerte ya estaba echada.
 
El Halifax fue originalmente destinado a bombardear los campos petroleros del Cáucaso ruso. Las incursiones se llevaron a cabo a partir de territorios sirios y libaneses. Sin embargo, el primer Halifax entró en servicio con el No. 35. Escuadrón RAF en la base de Linton-on-Ouse en noviembre de 1940, mientras que Siria y el Líbano ya habían sido descartados por Vichy. Por lo tanto, su primera incursión operacional fue contra Le Havre en la noche del 11 al 12 de marzo de 1941.
 
MEMORIA AL VIENTO
La mayoría de los familiares de los integrantes del vuelo Halifax DT586, desconocían en su día el lugar exacto donde perecieron sus hijos, hermanos o sobrinos. Debido a la política de la Commonwealth, que entierra a los soldados en el lugar donde fallecen, no pudieron recuperar sus restos. Pero gracias al trabajo de Luis Oliva, al menos dos de los familiares de uno de los jóvenes pisaron Ceuta recientemente y visitaron el lugar donde los siete están sepultados. En sus lápidas sólo se podía leer un nombre, acompañado por un escudo de aviador, y la fecha de su muerte: 28 de enero de 1943.
 
Luis Oliva, nos deja en forma de epitafio: “… Estas letras nos traen con frívola curiosidad al día de hoy un hecho luctuoso puntual, ocurrido en un lugar que el azar se encargo de señalar. Hecho difícil de tratar y más aún de plasmar sin que se incurra con facilidad en la acción alevosa de herir sentimientos ajenos, herida que se hace presente cada vez que se rememora a un ser querido desaparecido, más doloroso aún cuanto más joven era ese ser, y que con mi torpeza no llego a discernir si compensa el daño causado con el intento de arrojar algo de luz al lamentable suceso y enaltecer en lo posible la corta vida de los siete tripulantes haciendo público lo que dormitaba no solo en sus desaparecidas intimidades, sino también en la de sus familiares y amigos. Tan solo puedo agradecerles a todos y cada uno de ellos su aportación y ofrendar sin esfuerzo alguno con una gratitud insignificante y ridícula mi reconocimiento hacia ellos que me permiten llevarlos en mi corazón”.

viernes, 22 de mayo de 2015

José Luis Morro y el exilio republicano en el norte de África

 
Francisco Sánchez Montoya en HISTORIA DE CEUTA Y EL PROTECTORADO ESPAÑOL 22/5/15
Un buen número de españoles tras la guerra civil emprendieron el exilio mexicano y otros hacia Oran y con posterioridad a la ciudad internacional de Tánger, Casablanca o Rabat. Como el caso del profesor ceutí Luis Abad.
 
El historiador segorbino, José Luis Morro Casas, presentó su último libro sobre los campos de concentración franceses en el norte de África, titulado: “Campos africanos. El exilio republicano en el norte de África”. Libro imprescindible para conocer la intrahistoria de lo acontecido en este todavía poco conocido exilio republicano.

 Cabe recordar que la primera publicación de Jose Luis Morro, dentro de esta colección se centró en el Campo de Vernet d’Àriège, sobre la tragedia vivida al final de la Guerra Civil por miles de españoles que atravesaron la frontera hacia Francia; su hacinamiento en playas y campos de concentración, el trato vejatorio que recibieron por parte del gobierno francés, la huida a países de acogida de algunos, la participación de otros en la II Guerra Mundial, la muerte de muchos de forma despiadada. De este libro ya se han realizado dos ediciones y en este momento se encuentra agotado.

El segundo libro, trata sobre el Campo de Gurs, también agotado en estos momentos.

“Campos africanos. El exilio republicano en el norte de África”, hace mención a la salida de Max Aub del campo argelino de Djelfa y, su posterior embarque en el puerto de Casablanca, el 10 de septiembre de 1942 en el vapor portugués Serpa Pinto rumbo a México, meses antes de que se cerrase definitivamente el campo de concentración de Djelfa.

No obstante, Jose Luis Morro desarrolla la historia centrándose en el barco inglés “Stanbrook”, que partió desde el puerto de Alicante hacia Orán. De hecho, en el anexo reproduce una relación nominal de los pasajeros embarcados, recopilada por el profesor Juan Bautista Vilar, en el que aparecen 2.620 pasajeros. El barco que hace 75 años sacó de España a miles de refugiados. El puerto de Alicante fue escenario de la tragedia que se vivió, cuando miles de republicanos llegaron desde todo el país con la esperanza de escapar de la represión. Se encontraron sólo con este navío mercante que sólo pudo salvar a unos cuantos miles, en los últimos días de la guerra. El barco, con una capacidad para 800 personas, llegó a cargar a casi 3.000 refugiados rumbo a Orán, al frente del buque estaba el capitán Dickson.

Este puerto al final de la contienda, fue una tabla de salvación para cientos de republicanos, ya que caídos los puertos de Cataluña, el de Alicante era el único que quedaba libre, allí se reunieron unas 20.000 personas huyendo, entre las que había familias, cargos públicos, campesinos, maestros, militares en derrota, a quienes les habían prometido que habría barcos que les sacarían de España.

 El destino de este éxodo fue Orán y su región: la Argelia occidental limítrofe con Marruecos. Las cifras que recoge el historiador Juan B. Vilar son las siguientes: 8.000 asilados en Argelia, a los que se suman 4.000 en Túnez y 1.000 aproximadamente en Marruecos. Las mujeres y los niños eran conducidos a centros de albergue mientras que la gran masa de excombatientes y los varones en edad militar fueron internados en campos de trabajo, de los que destacamos los argelinos de Morand y Suzzoni, el oranés de Rélizane. Se crearon también campos de castigo como el de Merijda y Djelfa.

El historiador José Luis Moro y Ceuta
En las décadas de los años ochenta este prestigioso historiador estuvo en nuestra ciudad realizando el servicio militar. Y desde entonces guarda con gran cariño aquella Ceuta que lo acogió.  Son numerosas sus conferencias y estudios sobre el todavía desconocido exilio en el norte de África. La pasada semana intervino en el Ateneo de Madrid, dentro del marco del 75º aniversario del Exilio Republicano, Organizada por la Asociación de Descendientes del Exilio español.

Contando con Ludivina García, Bechir Yazidi, profesor de la Universidad de Manoubade, Túnez, y especialista en el exilio en el Norte de África. Victoria Fernández Díaz, investigadora, y autora del libro: El Exilio de los marinos de la República, hija de refugiado en el Norte de África.  También son de destacar su trabajo sobre Max Aub, en Guerra Civil, exilio y literatura; Anna Seghers y Max Aub: dos destinos unidos por Gilberto Bosques; El exilio cultural de la guerra civil (1936-1939). Max Aub, ¿un exilio diferente?; El exilio literario español de 1939; Literatura y cultura del exilio español de 1939 en Francia, entre otros. Y sus últimos libros, Campo de Vernet d’Àriège, Campo de Gurs y este último Campos africanos. El exilio republicano en el norte de África.

De la fosa común a un nicho
El 18 de agosto de 1944, a la siete de la mañana, fueron fusilados los tres jóvenes alicantinos. Un camión militar transportó sus cuerpos al cementerio, siendo enterrados en la fosa común. Pero, cinco años después, el 15 de noviembre de 1949, José Guerrero Garrido abonó el traslado de los restos de estos tres republicanos desde a un nicho. Como detalle significativo, en la lapida donde se tallaron sus nombres, se dibujó en grande y justo encima una gran estrella de cinco puntas, símbolo de las Juventudes Socialistas Unificadas, que todavía continúa en el cementerio de Ceuta. En torno al exilio español en el Magreb

 existe un gran desconocimiento, a pesar de los años transcurridos, esa aventura humana que vivió una parte del exilio español en el norte de África: cárceles, campos de concentración, compañías de trabajos forzados y represión. Cuando llegaron frente a Orán, el puerto de la costa argelina, empezó un verdadero calvario. La aventura de esta España peregrina no terminó oficialmente hasta que iniciada la transición democrática en España, la nueva Constitución, refrendada por una inmensa mayoría de españoles, puso fin a la realidad y la dialéctica de las dos Españas, iniciándose un periodo de reconciliación y de consenso democrático. La información sobre el exilio republicano, ha sido notoriamente insuficiente en los medios de comunicación de masas, de modo que la mayoría de la población, especialmente los jóvenes, lo desconocen.

De Orán a la fosa común de Ceuta
Miles de españoles se encontraban el 28 de marzo de 1939 en el puerto de Alicante, entre ellos tres jóvenes, Antonio Reinares Metola, José Congost Plá y Ramón Valls Figuerola, ellos aguardaban un barco que les permitiese abandonar España, camino del exilio lo que realizaron en el buque Stanbrook, zarpando hacia Orán (Argelia). Cinco años después estos tres alicantinos fueron fusilados ante los muros de la fortaleza del Monte Hacho y enterrados en la fosa común, a los pocos años sus cuerpos fueron trasladados a un nicho.

 Pudieron abandonar Argelia, tras muchas penurias, y establecerse en el Marruecos francés, concretamente en Casablanca, donde organizan una resistencia al régimen, con la creación de la denominada Unión Nacional Antifascista (U.N.A.). Estudian la posibilidad de establecerse en Tánger, como cabeza de lanzadera. El 10 de agosto de 1941 se desplaza a la ciudad internacional José Congost. Realizó el viaje en ferrocarril, escondido en un cajón y protegido por el jefe de estación.  Comienzan a recibir desde Casablanca el boletín Reconquista de España, que lo adaptarían con el nombre de Liberación de España, escrito a máquina, y lo reparten por la ciudad.

 Como el trabajo de captación va en aumento, el recién llegado José Congost requiere nuevamente de Casablanca el envío de otro delegado más y a los pocos meses llegó por el mismo conducto Antonio Réinales Metola, este tiene en sus planes inmediatos el trabajo de reorganizar las Juventudes Socialistas Unificadas. Al cabo de algunos meses formó un comité, integrado por Amalia Guerrero, Sebastián Mesa, León Azulay, Jacob Cuby y Rubén Bengio.

 En septiembre de 1941 se envían dos nuevos dirigentes desde Casablanca, Adelo Aguado Hidalgo y Ramón Valls Figuerola; éstos asumen mayores y más amplias atribuciones y, sobre todo, el propósito de abrirse camino hacia Ceuta, entrevistándose con Demetrio Valentín, quien sirve de enlace para hablar con Pedro Rodríguez, dirigente socialista, quien hacía pocos meses había salido del Hacho. También asistieron el secretario político del PSOE Juan Traverso, y los cenetistas Agustín Álvarez y López Infante.

 Debido a los nuevos proyectos deciden que el dirigente recién llegado desde Casablanca, Adelo Aguado, viaje a Madrid para mantener algunas reuniones y obtener más información. Pero fue detenido y llevado a la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol, y tras duros interrogatorios se le acusó de “atentar contra la seguridad del Estado y fomentar la organización de partidos políticos”. Tras un consejo de guerra sumarísimo, fue ejecutado a garrote vil el 28 de mayo de 1942 en Madrid. La detención de Adelo Aguado origina que las autoridades franquistas comiencen a encarcelar a los demás miembros que se encontraban en Ceuta y Tánger. En total son noventa y un detenidos. Todos son enviados a Ceuta, los hombres a la fortaleza del Hacho y las mujeres a la prisión del Sarchal. Se celebró el consejo en el cuartel de Sanidad, habilitándose una gran sala especial, comenzando el 9 de marzo de 1944. Después de siete días de vistas y declaraciones se aprobaron las múltiples condenas, destacando las penas de muerte a los alicantinos, José Congost Plá, Antonio Reinares Metola y Ramón Valls Figuerola, acusándoles de un delito contra la seguridad del Estado.

lunes, 9 de marzo de 2015

Mujeres ceutíes, Historias de libertad (II)


De Francisco Sánchez Montoya en Historia de Ceuta y Protectorado español
8-3-2015
 
Antonia Castillo Gómez
Hoy se conmemora el Día de la Mujer, con ese motivo desde la semana pasada, venimos realizando un recorrido por algunas ceutíes, que dieron sus vidas, pasaron penurias y represión por ser libres y luchar por un cambio social, en unos tiempos difíciles, mujeres ceutíes que en esta conmemoración nos sirve de ejemplo. La foto que encabeza este reportaje, es el ejemplo de una ceutí comprometida con sus conciudadanos, la vemos ofreciendo una charla en la Casa del Pueblo de Ceuta, durante la Segunda República, a las mujeres de los obreros sobre la “maternidad”. Esta conferencia le valió un consejo de guerra y su expulsión del Ayuntamiento como facultativa, por las nuevas autoridades, tras el golpe militar del 17 de julio de 1936.
 
Cuando se produce la sublevación, permanece en la ciudad, su marido el catedrático del Instituto Hispano-Marroquí Luis Abad, y militante de Izquierda Republicana pudo salir. Ella continúa en su puesto de trabajo a pesar de los condicionantes adversos. Está observando desde el mismo inicio de la sublevación como muchos de los compañeros de su marido son detenidos y fusilados. Ella sabe que a todos los funcionarios municipales que hayan tenido alguna vinculación con partidos o sindicatos se les está instruyendo un expediente de depuración.
 
La comunicación le llegó el 20 de diciembre de 1938, donde se le acusa, entre otras cosas “historias inventadas”, de “negligencia en su trabajo”. Con este trámite se le pasa factura por su matrimonio con Abad y por sus actividades políticas. Pero este primer expediente era tan solo el comienzo de un tortuoso camino que, por desgracia, solo había comenzado a recorrer.
 
La represión ejercida le obliga abandonar la ciudad. La siguiente noticia que se tiene de ella es de finales de 1940 y se la sitúa en Burgos, volvió a ser, al igual que en Ceuta, la primera mujer en formar parte del Colegio de Médicos. El refugio en esa ciudad le sirvió para ir madurando la posibilidad de exiliarse y poder reencontrarse con su marido, y lo más importante desarrollar con completa libertad su profesión, sin miedo a represalias del franquismo.
 
En 1945 se traslada a México. Unos años después viajó a Nueva York, siendo pionera en el estudio del cáncer. Mientras tanto su marido está en un campo de concentración en Oran. En 1953 Abad pone rumbo a la capital azteca y, finalmente, transcurridos dieciocho años se reencuentra con su mujer. Una vez que los dos están juntos planifican sus vidas. La doctora Castillo se especializa en el campo de la oncología ginecológica y su marido es profesor en la Universidad azteca.
 
A finales de 1970 Antonia Castillo notó un importante empeoramiento de su salud y en vista de su progresiva enfermedad decidieron regresar a Madrid. A principios de 1971 fallece y su marido decide enterrarla en Gádor (Almeria), su marido falleció el 13 de noviembre de ese año.
 
Antonia Pérez Padín
La ceutí Antonia Pérez Padín, fue una mujer de fuertes de convicciones de solidaridad y ayuda a los más necesitados, tras el golpe militar padeció ocho años de cárcel entre el Sarchal, Puerto de Santa María o el Dueso. Tenía seis hijos, regentaba una modesta casa de comida en la zona de la Puntilla. Su marido Antonio Berrocal, fue concejal durante la Segunda República. Después de la sublevación fue encarcelada el 14 de agosto de 1936 en la prisión de mujeres y su marido, fusilado.
 
Su nieta Gloria, quien ha escrito varios libros sobre las vivencias de su abuela, nos cuenta: “La primera imagen que me viene de mi abuela es la de una mujer vestida siempre de negro, con las piernas hinchadas por las varices y con una propensión al suspiro profundo, casi expelido desde el bajo vientre, cuando oía las noticias del llamado parte‟.
 
Nunca nos habló de la guerra, ella hablaba de los “hoteles” donde había estado. Mi abuela no paró de contarme atrocidades. Ha sido el referente más importante que he tenido en mi vida. De las atrocidades solo voy a mencionar el apuñalamiento de una compañera suya en la cárcel de el Sarchal mientras iba hacia el paredón de fusilamiento. Al parecer, un falangista que quería los favores sexuales de la víctima y que fue rechazado una y otra vez, se vengó apuñalando al objeto de su deseo mientras la conducía al paredón. La pobre mujer le gritaba a mi abuela “Antonia, Antonia, que me mata, que me apuñala” y mi abuela nunca pudo olvidar aquellos gritos. Aún años después, mientras me lo contaba llorando y maldiciendo, seguía oyéndolos, cuando les detienen en 1936 sus hijos tienen unas edades que oscilan entre los diez – la hija mayor- y dos el pequeñín”.
 
“Esos niños pasan al cuidado de familiares y dos de ellos van –según mi madre– al asilo, aunque supongo que sería el innombrable “Auxilio Social”. No pudo cuidar de sus hijos y eso fue lo que más le destrozó durante los más de siete años que pasó en las cárceles franquistas con dos penas de muerte: una por pertenecer al Socorro Rojo Internacional y la otra por su pertenencia al Partido Comunista. Mi abuelo no se libró de la pena de muerte. Fue fusilado junto con 32 personas la madrugada del 21 de enero de 1937 y en su propia finca, en la Posición A”.
 
Mujer de carácter fuerte y recio -heredado de su madre Jacinta- y con las ideas muy claras sobre las injusticias sociales, ideas que supongo le fue aclarando su padre maestro anarquista. Para concluir este testimonio de Gloria Berrocal sobre su abuela añade: “Ella mostró a lo largo de toda su vida una fe ciega en el ser humano. Su solidaridad con los huelguistas portuarios en Ceuta, solidaridad que podía llevar a cabo gracias a que tenían un colmado y una casa de comidas, su asistencia como comadrona a las mujeres que la necesitaban, su sentido de la justicia que nunca se enturbió ni siquiera en sus últimos años en que seguía comentando la situación política no solo nacional sino también la internacional, hacían de mi abuela un ser excepcional.
 
Sin embargo, creo que no fue la única y que perteneció a una estirpe de mujeres que supieron ser libres, independientes y luchadoras en aquellos difíciles años del siglo pasado. Cuando hoy se dice que una mujer es una “superwoman” porque trabaja y además crea una familia, yo me sonrío pensando en la generación que le tocó lidiar con las atrocidades de la Guerra Civil y pienso en mi abuela que atendía el colmado y la casa de comidas, le ponía una inyección diaria a mi abuelo que padecía del corazón, paría un hijo tras otro, atendía en el parto a otras mujeres y además sacaba tiempo para sus reuniones del Socorro Rojo y del partido, y asumo la altura del listón que dejaron todas ellas y no dejo de lamentar el poco reconocimiento que han tenido esas mujeres gracias al aplastante silencio mantenido tanto en la dictadura como en la democracia”.
 
Diana Bermúdez-Reyna
Cuando la pequeña Diana recorría las calles de Ceuta en aquel verano de 1936, de la mano de sus padres, nada le hacía presagiar que en pocos días cambiaría su vida y la de su familia. Su padre era un reputado capitán aviador, destinado en el aeródromo de Sania Ramel en la capital  del Protectorado, Tetuán, y en 1933 fue delegado del Gobierno de la República en Ceuta.
 
Diana fue una de los miles de menores enviados al exilio durante la Guerra Civil Española desde la zona republicana a la Unión Soviética, entre los años 1937 y 1938, para evitarles los rigores de la guerra. En un primer momento, disfrutaron de un cálido recibimiento y un trato en general bueno por parte de las autoridades soviéticas, mientras la guerra civil seguía su curso. Sin embargo, con la entrada de la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial y la invasión nazi de las zonas en que se encontraban las casas donde estaban alojados, hubieron de sobrellevar la dureza de la guerra, y posteriormente la de la vida entre una dictadura comunista que no les permitía salir del país y otra dictadura derechista que miraba con recelo a los que finalmente lo consiguieron.
 
En la tarde del 17 de julio, todo cambió, su padre defendió junto a otros militares leales al Gobierno el aeródromo de Tetuán, haciéndose fuerte e intercambiando fuego, pero nada pudieron hacer y a las pocas horas fueron detenidos por los militares sublevados, el 15 de agosto de 1936 fue sacado de la fortaleza del monte Hacho y ejecutado. Siendo enterrado en el cementerio de Santa Catalina en Ceuta.
 
La madre de Diana se encuentra sola con cuatro hijos, intentó por todos los medios salir de Ceuta hacia Valencia donde estaba su familia.  Pero no es nada fácil, el sur está tomado por los sublevados, y llegar hasta el levante es tarea imposible. Al proceder de una familia de la alta sociedad madrileña, el abuelo paterno de Diana era teniente general y su abuela familiar del escritor Salvador de Madariaga, consiguen que se realice un intercambio en Tánger, organizado por la Cruz Roja Internacional. Tras llegar a la ciudad internacional embarcarían en el barco que hacia la travesía, una vez por semana, hacia el sur de Francia y desde allí al pueblo valenciano de Russafa.
 
Cuando todo parecía tener una cierta normalidad, una mañana quedó marcada en la memoria de la pequeña Diana, apenas tenía cuatro años: “Han pasado muchos años, pero parece como si lo estuviera viviendo ahora, nos encontrábamos en el piso de Russafa, mi abuela a un lado y mi abuelo llorando, con las manos en la cara. Dos señores uniformados me cogieron en brazos y nos llevaron a mi hermana y a mí, mientras yo lloraba y preguntaba por mi madre, recuerdo que me abracé a una muñeca y no la solté, hasta muchos años después”.

Sus dos hermanos, José Luis y Flavio, fueron enviados a la URSS en la madrugada del 13 de junio de 1937.
 
Al llegar a Leningrado, la actual San Petersburgo, la separaron de su hermana y la llevaron a una casa para niñas pequeñas. Pocos meses después de acabar la Guerra Civil, en agosto de 1939, la abuela paterna, Presentación de Madariaga, un nombre frecuente en los “Ecos de Sociedad” de la prensa madrileña -viuda de un teniente general, había sido Dama de Honor de la reina Victoria Eugenia- logró que el Gobierno franquista, a través de sus embajadas en Roma y Londres, consiguiera que los ejecutivos de Mussolini y Chamberlain mediaran para facilitar el retorno de sus cuatro nietos.
 
El intento fue en vano. Con la invasión de Rusia por parte de Hitler, en junio de 1941, Diana y el resto de los niños fueron evacuados de Leningrado a una aldea en las llanuras del Volga. Nuestra pequeña tuvo que luchar por salir adelante, aprendió el ruso, era muy inteligente y nada se le resistía. Gran modista pronto comenzó a realizar trabajos, después entró a trabajar en una fábrica de misiles. Los años fueron pasando y la promesa del retorno a España no comenzó a ser una realidad hasta 1956, para entonces ya había formado su propia familia al casarse con un ruso de origen ucraniano. Y por fin, el 17 de diciembre de 1990, consiguió permisos para toda su familia, incluidos sus tres hijos con sus respectivas parejas y los cuatro nietos que ya tenía.

 A muchos niños, como Diana, no les quedó más remedio que marcharse.
 
África de las Heras
La ceutí África de las Heras, fue la espía española más activa al servicio soviético. Tendríamos que recordar que África nació en la calle Soberanía Nacional (hoy calle Real) el 27 de abril de 1909. En el seno de una familia militar acomodada, su tío Francisco de las Heras, era un prestigioso abogado y alcalde de Ceuta, en los años veinte. Quien desee, profundizar en su vida le recomiendo el magnífico libro escrito por Javier Juárez  “Patria, una española en la KGB”.
 
África se traslada a Madrid, donde estudia en un colegio de monjas. En 1930, se tiene constancia de su militancia en el partido Comunista.  Fue captada por el servicio de información soviético (NKVD) durante la guerra civi. Estuvo implicada en el asesinato de Trotsky, participó como guerrillera en la URSS durante la Segunda Guerra Mundial, y fue una decisiva agente del KGB durante la guerra fría en Latinoamérica. Alcanzó el grado de coronel del KGB y está considerada una figura legendaria de los servicios de inteligencia de la extinta Unión Soviética.
 
Falleció en 1988 y está enterrada en Moscú. María Pávlovna, María de la Sierra, Ivonne, Znoi, Patricia y Patria son algunos de los nombres que utilizó. Esta espía ceutí obtuvo numerosas condecoraciones de la URSS. La vida de África de las Heras, nacida hace casi un siglo en Ceuta y fallecida hace dos décadas en Moscú, estuvo rodeada de misterio. Estando en Buenos Aires en 1956, Moscú envía a un nuevo jefe de espionaje para la zona.
 
Ese mismo año, en aras del trabajo conjunto en favor de la URSS, se casará con él. Se trataba de Valentino Marchetti, en realidad Giovanni Antonio Bertoni, un italiano que huyó a la URSS en 1925 y volvió a Italia en 1944 para organizar una red de espionaje. Aunque en Moscú sostienen que, a pesar de ser un matrimonio de conveniencia, tuvieron una feliz vida familiar.
 
Tras fallecer su marido, regresó aparentemente a Moscú en el otoño de 1967, pero salió al extranjero al menos en tres oportunidades más – en dos ocasiones, a Uruguay –, y el fin de su carrera como espía coincidió con el comienzo de su labor como instructora de agentes, en 1971, aunque permaneció en el KGB hasta 1985. Durante la II Guerra Mundial, terminó unos cursos de radio y sirvió en un destacamento guerrillero donde le entregaron dos granadas, una pistola y un puñal: si corría peligro de ser tomada prisionera debía utilizar las granadas para destruir el radiotransmisor y el libro de claves antes de suicidarse.
 
Lanzada en paracaídas, actuó en la retaguardia alemana a partir de mayo de 1942. Tras sus hazañas de guerra, en 1944 regresó a Moscú e ingreso en uno de los destacamentos del Comisariado de Seguridad de la URSS. A finales de enero de 1946 pasa en automóvil de Berlín a París, donde se establece haciéndose pasar por refugiada. Un año después cruza la frontera franco-española, pero entonces Moscú decide enviarla a Uruguay, hacia donde parte en diciembre de 1948 y donde se establece como modista para no levantar recelos.
 
Un año más tarde de su llegada se casa con el escritor uruguayo Felisberto Hernández. El matrimonio duró tres años hasta que se divorciaron. Luego se volvió a casar con un otro agente de la KGB, italiano, llamado Valentino Marchetti. Ambos abrieron, como pantalla para sus actividades, una casa de compra y venta de antigüedades en el casco viejo de la ciudad de Montevideo. El Jefe del espionaje Vladimir Stanchenko confirmó la gran importancia de la ceutí en el entramado de la KGB al revelar, en julio de 1993, al diario El País que “después de la guerra, y hasta mediados de los años 70 fue responsable en Europa y América Latina de todo el entramado político

martes, 26 de agosto de 2014

9ª Compañía Republicana Española “La Nueve”

 
 
La 9ª Compañía del Regimiento de la Marcha del Chad
 
Sin nadie esperarlo el 24 Junio de 1940 Alemania conquistaba Francia, desfilando las tropas del Tercer Reich triunfales por las avenidas de París. Mientras tanto los puertos del África Occidental Francesa en Marruecos, Argelia y Senegal eran un completo caos, pues miles de refugiados se apelotonaban en los muelles junto al desierto. Entre estos había muchísimos exiliados republicanos españoles de la Guerra Civil Española (1936-1939) que se habían quedado fuera de España con el triunfo de Francisco Franco.
 
Antes de suceder esto, la campaña de Noruega puede considerarse como la primera acción de los republicanos españoles en la Segunda Guerra Mundial. Precisamente en Escandinavia un grupo de 700 hispanos encuadrados en la Legión Extranjera Francesa se enfrentaron a los alemanes que terminaron por conquistar el país nórdico.

En cuanto los alemanes comenzaron la invasión de Francia, más de 15.000 soldados españoles exiliados hicieron frente inútilmente al Ejército Alemán (Wehrmacht), ya fuera en la Legión Extranjera o la mayoría en batallones de trabajo que cavaban trincheras. Antes de rendirse Francia, un grupo de republicanos resistió notablemente en la posición Bray-les-Dunes hasta que fueron capturados. Con la humillante retirada de Dunkerque, la Marina Real Británica (Royal Navy) logró evacuar de Francia a 2.000 combatientes republicanos españoles, cayendo prisioneros de los germanos 7.000 de ellos. De los evacuados a Inglaterra, curiosamente un puñado se alistaría en el Ejército Británico y participaría en la batalla y también en la derrota de Creta en Grecia.
 
Pero la historia de los republicanos españoles contra Alemania realmente comenzó en el verano de 1940 cuando muchos de ellos huyeron de la Francia de Vichy de Philipe Pétain, atravesando el peligroso desierto y las tierras en África hasta reunirse en las colonias británicas y belgas e incorporarse a la nueva Francia Libre del general Charles De Gaulle. En 1942 se creó el Cuerpo Franco-Africano (Corps Franc D’Afrique), una formación regular compuesta en gran parte por españoles. La primera vez que los españoles entraron en combate contra el Afrika Korps de Erwin Rommel compuesto por tropas alemanas e italianas fue en Diciembre de 1942 a lo largo de diversas campañas en Bir Hacheim, Egipto, Sudán y Túnez. Durante la primera mitad de 1943 los republicanos españoles lucharon con ardor en los riscos y desiertos arenosos de Túnez hasta finalmente el 7 de Mayo de ese año conquistar la ciudad portuaria de Bizerta, siendo esa su última actuación en África.
 
La División Blindada “Leclerc” nació en Mayo de 1943 bajo mando del general Philipe d’Hauteclocque Leclerc en el Chad, estando compuesta por 16.000 hombres, de los cuales 2.000 eran españoles. Los republicanos españoles tuvieron la opción de escoger entre la División Blindada “Leclerc” de carácter gaullista o la Legión Francesa del general Henri Giraud de carácter giraudista, decantándose la gran mayoría por la “Leclerc”. La 9ª Compañía del Regimiento de la Marcha del Chad, más conocida como “La Nueve” o “La Española”, se formó por españoles exiliados al mando del líder francés Raymond Dronne. La mayor parte de los españoles eran republicanos, comunistas, anarquistas, del POUM catalán o incluso muchos de derechas descontentos con Franco, mientras que otros procedían como desertores de colonias o campos de concentración marroquís y argelinos.
 
En Septiembre de 1943 la 9ª Compañía Española fue transferida a Rabat en Marruecos, allí se la dotó de armamento norteamericano procedente de los Estados Unidos. Se la aportaron 160 tanques Sherman M4, 280 carros de combate Stuart M3 y Greyhound M8, camiones Dodge, GMC, Brockway, Diamond y también muchos jeeps Willy. Algunos de los nombres españoles que les dieron a los tanques fueron muy curiosos, por ejemplo se les denominó “Madrid”, “Guadalajara”, “Teruel”, “Belchite”, “Brunete”, “Ebro”, “Don Quijote”, “España Cañí” y “Guernica”, además de algunos nombres franceses como “Montmirail”, “Champaubert”, “Liberation”, “Les Cosaques” o “Romilly”; también se intentó bautizar a un carro de combate como el anarquista Buenaventura Durruti, pero los franceses no lo permitieron, por lo cual le pusieron “Le Pingöunis”. A todos los tanques españoles se les permitió colgar banderas de la II República, así como los colores republicanos rojo, amarillo y morado en los hombros del uniforme.
 
Soldados españoles de la 9ª Compañía en un jeep
 
La División “Leclerc” con la 9ª Compañía se trasladó de Marruecos a Gran Bretaña en el buque británico HMS Franconia. El 6 de Junio de 1944 se llevó a cabo el desembarco de Normandía, aunque allí participaron algunos españoles, la 9ª Compañía se quedó en Inglaterra. Finalmente la noche del 31 de Julio al 1 de Agosto, la 9ª Compañía desembarcó en la playa de “Utah Beach” al norte de la Bahía de Carentán en Normandía. La 9ª Compañía se encuadró como unidad estadounidenese en el III Ejército Estadounidense de uno de los militares mas carismáticos de la Segunda Guerra Mundial, el general George Patton.
 
Las primeros enfrentamientos que protagonizaron los republicanos españoles se desarrollaron en sitios como Rennes, Le Mans, Château-Gontier y un papel muy destacable junto a los soldados estadounidenses en Alençon. El 7 de Agosto la 9ª Compañía sufrió su primer muerto, el español Andrés García. Sin embargo el 12 de Agosto los Aliados quedaron sorprendidos ante la experiencia de la 9ª Compañía cuando los españoles capturaron a 130 prisioneros alemanes en Eccouché.
 
Para el 16 de Agosto la 9ª Compañía fue atacada por la 1ª División SS “Leibstandarte Adolf Hitler”, la 2ª División SS “Das Reich”, las 9ª y 16ª Divisiones Panzer, más la 3ª División Paracaidista. La batalla fue muy cruenta, cayendo el español Constant Pujol abatido por la ráfaga de la metralleta de un oficial alemán, aunque su compañero Juan Castells disparó con su pistola al alemán hasta matarlo. Al día siguiente, el 17, murió Roberto Helios.
 
París se sublevó contra los alemanes el 20 de Agosto de 1944. Charles De Gaulle recibió órdenes del Presidente de Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt para liberar la capital francesa, por ello fue elegida la División “Leclerc” y especialmente la 9ª Compañía Española. Los soldados españoles de la 9ª Compañía realizaron en una sólo jornada el recorrido de 200 kilómetros, récord en la Segunda Guerra Mundial. Por el camino liberaron el pueblo de Anthony, donde se encontraron a viejos amigos de España como el escritor Ernest Hemingway y el fotográfo Robert Cappa.
 
A las 21:22 horas de la noche del 24 de Agosto de 1944, la 9ª Compañía entró en París sigilosamente por la Porta d’Italie. Al entrar en la plaza del ayuntamiento el tanque español “Ebro” efectuó los primeros disparos contra la resistencia de fusileros y ametralladoras alemanas. A continuación la gente salió a la calle cantando la Marsellesa, aunque para su sorpresa vieron que sus liberadores eran españoles y no franceses. El jefe de la 9ª Compañía, Raymond Dronne, se dirigió frente a la comandancia del general alemán Dietrich Von Choltilz, aunque mientras se esperaba su capitulación, simultáneamente los españoles tomaron al asalto la Cámara de los Diputados, el Hôtel Majestic y la Plaza de la Concordia tras sufrir un muerto. A las 3:30 horas de la tarde del 25 de Agosto, la guarnición alemana de París se rindió y los españoles capturaron a Von Choltilz. Al día siguiente, el 26 de Agosto, los Aliados entraron triunfantes en París, desfilando los españoles frente a la Catedral de Notre Dame y escoltando posteriormente al general Charles De Gaulle junto a Bernard Montgomery y George Patton, hasta el Arco de Triunfo donde se hizo la gran ceremonia de la liberación.
Tropas republicanas españolas motorizadas entrando en París por el Arco de Triunfo
el 25 de Agosto de 1944 junto a los soldados estadounidenses y los franceses libres
 

Tras la liberación de París la guerra aún no había terminado. La 9ª Compañía abandonó la capital francesa el 8 de Septiembre para volver al frente. El día 12 los españoles tuvieron una de sus mejores cazas cuando hicieron prisioneros a 300 alemanes en la ciudad de Andelot. El 15 cruzaron el Río Mosela y establecieron una cabeza de puente tras las líneas alemanas donde tuvieron un enfrentamiento con heridos en Châtel-sur-Moselle.
 
Charles De Gaulle reconoció la importancia de la 9ª Compañía dentro de los ejércitos de los Aliados, por eso el 26 de septiembre él en persona repartió las principales condecoraciones en el pueblo de Nancy a los hispanos. La Medalla Militar y la Cruz de Guerra fueron entregadas al líder francés Raymond Dronne, al subteniente canario Miguel Campos, al sargento catalán Fermín Pujol y al cabo gallego Cariño López.
 
La batalla por la reconquista de Alsacia comenzó en Noviembre de 1944. Precisamente allí los alemanes destruyeron un tanque español con un proyectil donde viajaba el alférez Federico Moreno, aunque por suerte no hubo bajas. Poco después, el 23 de Noviembre, la 9ª Compañía Española capturó la capital alsaciana de Estrasburgo. Una vez los españoles se hicieron con esa ciudad toda Francia quedó liberada de los alemanes.
 
Con el traspaso de la 9ª Compañía a la frontera de Alemania y tras cruzar el Rin, los españoles quedaron estancados por el frío invierno de -22ºC en el camino boscoso hacia Munich. A lo largo de ese tiempo sufrieron 50 bajas por congelación y las bombas. Cuando se acabó el invierno la 9ª Compañía se puso en marcha de nuevo. La actuación más importante de la 9ª Compañía fue el 5 de Mayo de 1945 en la conquista del Nido del Águila en Berchtesgaden junto a la Compañía Easy de la 101ª División Aerotransportada de Estados Unidos. Aquel lugar era la residencia de Adolf Hitler en los Alpes de Baviera, en el cual tanto españoles como estadounidenses tomaron el edificio sobre la montaña venciendo a la escasa resistencia.
 
La Segunda Guerra Mundial terminó el 2 de Septiembre de 1945 tras la rendición de Alemania y Japón. Hasta ese momento la 9ª Compañía Española había sufrido 35 muertos y 97 heridos. Sin embargo los méritos de la 9ª Compañía Española en París fueron robados por el Ejército Francés.
 
Hasta agosto del año 2004 los españoles de la División “Leclerc” no fueron reconocidos como los auténticos liberadores de París en la Segunda Guerra Mundial.
 
la nueve.net
(Memoria y recreación de la Novena Compañía del Regimiento de Marcha del Chad)
 

La Comisión Stanbrook homenajea a Amado Granell en Sueca

 
Traducción Estación Orán-Wahrān وهران 
Recordatorio de la liberación de París por las fuerzas aliadas la vanguardia de las que entraron hasta el Ayuntamiento de París, siete vehículos oruga tripulados por republicanos españoles
 
Rafa Arnal per a “La Veu del País Valencia” 25/7/14
Una delegación de miembros expedicionarios de la Operación Stanbrook se acercó este domingo, 24 de agosto, en el cementerio municipal de Sueca, en frente de la tumba de Amado Granell, en un homenaje recordatorio de la liberación de París por las fuerzas aliadas la vanguardia de las que entraron hasta el Ayuntamiento de París, siete vehículos oruga tripulados por republicanos españoles "la Nueve" (9 ª Compañía de la División Leclerc) bajo el mando de Amado Granell, de Burriana.

"La Nueve" bajo el mando del capitán francés Dronne -el jefe debía ser francés- y formada mayoritariamente por veteranos libertarios de la Guerra Civil española, la mayoría de ellos procedentes de los campos de concentración de Argelia, como el propio Amado Granell (teniente del ejército de la República al mando de la 49 Brigada Mixta, y el sargento Federico Moreno, ambos evacuados con el Stanbrook) habían bautizados sus vehículos con nombres recordatorios de batallas de la Guerra de España (Ebro, Teruel, Guadalajara ...) dado que no les habían dejado rotularse con nombres de sus dirigentes caídos (Durruti, Ascaso ...) eso sí, el capitán Dronne accedió a que pintaron la enseña tricolor republicana en los vehículos: fueron de esta manera los primeros y escasos colores de la liberación de París ... el resto ya es otra historia.
 
La Comisión Stanbrook, a pesar de la dificultad de los datos y la prisa del tiempo, "intentamos organizar una pequeña expedición para participar en la manifestación homenaje que se hacía hoy (por ayer) en París pero ... finalmente y en vista de las dificultades y a iniciativa de Pilar Bonet, decidimos convocar el acto de solidaridad con "La association 24 août 1944", organizadora de los actos de París como homenaje a su liberación y asimismo honrar la Memoria Republicana, en el cementerio de Sueca donde reposan los despojos de Amado Granell, después de morir en un desgraciado accidente de tráfico allí mismo en 1972 ".

Hemos ido con nuestra pancarta expedicionaria, y como no, con el tapiz que nos regaló el alcalde de Orán: la enseña argelina, hemos depositado nuevo claveles rojos en la tumba de Amado Granell en un sencillo acto que hemos cerrado con las notas del Himno de Riego tocadas con un acordeón -en Francia instrumento nacional-y un pequeño parlamento explicando que Amado Granell (Comandante finalmente del Ejército francés, por su hazaña) había sido protagonista de la liberación de París, gracias a que afortunadamente salió de Alicante con el Stanbrook, encontró refugio en la Oranía Argelina y desde allí, se enroló con la División Leclerc como oficial de la misma.
 
Este ha sido nuestro exiguo y sentido homenaje que hemos completado visitando asimismo la fosa común de los represaliados republicanos en el cementerio de Sueca.
 

viernes, 22 de agosto de 2014

José Barón Carreño: Un melillense caído en la liberación de Paris. 19 de agosto de 1944

José Barón Carreño en la foto superior derecha

Carlos Esquembri - Historias de la Melilla de Izquierdas 17/8/14
El 19 de agosto de 1944 caía mortalmente herido por las balas nazis José Barón Carreño,  comandante en jefe de los guerrilleros españoles en la zona de París y melillense de adopción.

José Barón Carreño nació en Gérgal, provincia de Almería, en 1918 pero su familia, como tantas otras familias almerienses, entre ellas la de mi madre, decidió emigrar a Melilla en busca de nuevas oportunidades laborales. Hombre de ideas progresistas, José militó en las Juventudes Socialistas Unificadas, JSU, creadas en marzo de 1936 con la unión de las juventudes socialistas y comunistas.
Según cuenta la familia, José formó  parte de la delegación de Melilla que iba a participar en la Olimpiada Popular de Barcelona entre el 19 al 26 de julio de 1936. Junto con Barón Carreño fue a Barcelona Francisco Pradal, también de la JSU y que, después de la Guerra Civil, tendría un importante papel en la resistencia antifranquista. La delegación melillense marchó a primeros de julio y eso les salvó de morir asesinados por los franquistas melillenses como muchos de sus compañeros de las JSU.
     
Durante la Guerra Civil, José ejercería de comisario polítio en la 31º División del Ejército de la República. Con el final de la guerra pasó a Francia y, tras la ocupación de dicho país por los nazis, se encargará de labores de adiestramiento y organzación de los grupos de guerrilleros españoles que se van formando. En este cometido utilizará como nombre de guerra "Robert".

En agosto de 1944 es nombrado comandante en jefe de las agrupaciones de guerrilleros españoles en la zona de París de cara a la liberación de dicha ciudad que se iniciará con un levantamiento popular el día 19 de agosto. 

En uno de los primeros combates contra los nazis caerá mortalmente herido Barón Carreño enfrentándose a agentes de la Gestapo en el Boulevard Saint Michel. 


El 25 del mismo mes de agosto las tropas francesas encabezadas por los soldados republicanos españoles de la compañía "Nueve" entran en la capital francesa expulsando a los alemanes. París es liberada.

El recuerdo del sacrificio de Barón Carreño y otros muchos españoles quedó olvidado tras el fin de la guerra hasta que en el año 2013 se realizó un homenaje oficial a su memoria ante su sepultura en un cementerio parisino. Una nieta de Juan Negrín, Presidente del Gobierno de la República Española desde 1937 a 1945, fue la encargada de colocar un ramo de flores en homenaje al melillense José Barón Carreño.

Sirven estas letras como homenaje  desde Melillla a José Barón Carreño en el 70 aniversario de su heroica muerte.

martes, 24 de junio de 2014

Ceutíes en la División Azul

 
Francisco Sánchez Montoya El Faro digital.es 22/6/14
Cuando apenas se cumplían cinco años del golpe militar del 36, en el verano de 1941, varios cientos de jóvenes ceutíes marcharon al frente del Este, el escenario más sangriento de la Segunda Guerra Mundial.
 
La invasión alemana de la Unión Soviética era para ellos la continuación de la Guerra Civil en otros frentes. Pero más allá de cuáles fuesen las motivaciones que llevaron aquellos jóvenes a enrolarse voluntariamente en semejante empresa, y muchos de ellos jamás regresaron a su tierra.

La despedida se realizó en el estadio Alfonso Murube, fue un 8 de julio de 1941. Destacando en esta aventura belicista el alcalde Jacinto Ochoa y el concejal Tejero Benito, entre otros. Apenas un año después están de vuelta, y en el salón del trono el alcalde franquista Vidal Fernández, junto a los miembros de la falange local le rinde un homenaje, con la acostumbrada misa y ofrenda floral en la Cruz que se construyó, en la puerta de la catedral.  

Abría que realizar un trabajo de investigación para recabar más datos sobre cuantos ceutíes formaron parte, su identidad, en los frentes que estuvieron destinado, así como el número de bajas… en un suelto encontrado en la prensa, que hay que tratar con toda cautela,   se escribe que salieron 1.682 soldados y 63 oficiales que, por su experiencia en combate, tenían muy poco que ver con el resto de la fuerza expedicionaria -la mayoría, voluntarios falangistas-.

Muchos al volver estaban enfermos y a los pocos años fallecieron a consecuencia de las calamidades que pasaron en tierras del Este. Entre los escasos documentos localizados tenemos lo publicado en el boletín Oficial de Ceuta, del 14 de Mayo de 1942, donde se incluye una resolución del Ayuntamiento, que dice: “Hacer constar en acta el sentimiento de la Corporación por el fallecimiento del Teniente de la División Azul don Ignacio Sánchez de Bilbao y trasladar este acuerdo al padre del finado, Excmo. Sr. General Jefe del noveno Cuerpo de Ejército y Delegado del Gobierno en esta ciudad”.

 La cifra exacta de los enrolados no se tiene, pero se baraja que en torno a 46.500 españoles tomaron parte, hasta que concluyó la misión en otoño de 1943, de los que se estima que 5.000 perdieron la vida a causa del combate y de las duras condiciones meteorológicas del invierno ruso.

Tenemos el testimonio de un sargento de Regulares destinado en la ciudad y que luchó en la División Azul, el testimonio lo recogemos gracias a la Fundación Saber.es. Félix Robles Martínez estaba destinado en Ceuta cuando su compañía fue elegida. Todos los militares que formaron parte de este contingente se reunieron en Madrid el 16 de julio de 1941 para salir, vía Hendaya, a la Europa en guerra, recuerda el sargento ceutí. “Era el día del Carmen y en Madrid no funcionaban ni los taxis. Habían ido a verme mi madre y mi padre, pero no fueron capaces de encontrarme y me fui sin despedirme de ellos. La primera parada de aquel viaje fue en un campamento nazi, donde los soldados españoles de Muñoz Grandes éramos adiestrados en la lucha, juraban fidelidad a Hitler e, incluso, aprendíamos a combatir la guerra química”.

De ese modo, la vida de estos jóvenes ceutíes pasó de la agradable temperatura de la ciudad a la gélida estepa. Y el aliado más cruel, como tantas veces se ha dicho, fue el invierno, terminando su recordatorio el joven sargento de Regulares: “Tuve que masajear a muchos compañeros las piernas y los brazos. Todo se les quedaba congelado. Hasta la sangre parecía morada bajo la piel. Murieron muchos que no tenían que haber muerto... Después de cruzar Europa en busca de la guerra, después de padecer la crudeza del invierno polaco, quedaba, en el mejor de los casos, el viaje de vuelta: «Yo no volví derrotado de Alemania. Fui repatriado en 1943, después de que me liberaran de mi juramento a Hitler”.
 
Historia de historias
Una buena parte de los voluntarios ceutíes recibieron un homenaje en el salón del trono del Palacio municipal, las imágenes del archivo municipal de Ceuta, que acompañan a este reportaje dan buena cuenta de ello, fechadas el 5 de agosto de 1942. Para trasladarnos a esos años tenemos que ponernos en situación e imaginarnos el ambiente belicista y eufórico que se respiraba en la Europa de la época y más en concreto en la España franquista llena de represión.

Y hubo represaliados políticos por el régimen franquista, como el actor Luis Ciges, hijo del gobernador civil de Ávila fusilado en 1936, a quien no permitieron continuar estudiando Bachillerato y que recibió como solución su alistamiento en la División Azul.

Según el autor del libro "La División Azul, Rusia, 1941-1944", Jorge M. Reverte, los silencios y las preguntas entre los combatientes eran la tónica en su viaje a la estepa rusa "¿cómo podemos soportar tanto sufrimiento si no sabemos cuál es nuestro objetivo? ¿Es más noble nuestro propósito que el de los soldados alemanes? ¿Qué nos distingue de ellos?". Martínez Reverte estudia la División Azul como "una historia de historias, la historia de un viaje que empieza el 22 de junio de 1941 en Madrid, en una ciudad que a la vez, se muere de hambre y de tifus".

El autor repasa la historia de los voluntarios españoles que engrosaron las tropas hitlerianas en el frente ruso. El 13 de julio de 1941, miles de personas despedían a los primeros voluntarios españoles dispuestos a batallar en la II Guerra Mundial. Adolf Hitler había autorizado la incorporación de tropas franquistas y el dictador español accedió a aportar voluntarios. Tras semanas de instrucción en Grafenwöhr, cerca de Múnich, se formó la 250º división alemana formada por 18.000 hombres.

Durante los tres años que duró la misión viajaron a Rusia unos 47.000 soldados, mandados por los generales Muñoz Grandes, primero, y Esteban-Infantes, después. Sin embargo, el entusiasmo por la lucha contra los comunistas giró a la vez que el sentido de la guerra.

Aunque la dictadura franquista no intervino oficialmente en la Segunda Guerra Mundial, el dictador envió a voluntarios españoles para que se unieran a la Wehrmacht. De este modo, podía mantener la neutralidad española mientras simultáneamente compensaba a Hitler por su ayuda durante la Guerra Civil Española. El ministro español de Asuntos Exteriores de la época, Ramón Serrano Súñer, creó un cuerpo militar, al principio de la Operación Barbarroja, y Franco envió una oferta oficial de ayuda a Berlín. Hitler aprobó el uso de los reclutas españoles el 24 de junio de 1941. El reclutamiento se detuvo cuando se alcanzaron efectivos suficientes para formar una división, cuyos elementos serían jefes y oficiales voluntarios provenientes del Ejército español, reclutados en jefaturas provinciales de toda España.

Hubo quienes se alistaron en la División Azul por no haber podido participar militarmente en la Guerra Civil, como el caso del falangista Dionisio Ridruejo, poeta y contribuyente a la letra del "Cara al Sol", al que convencieron para ser Director General de la Oficina de Propaganda de Franco en lugar de ir al frente como tantos otros falangistas. Los integrantes de la División Azul partieron de España con los uniformes de sus unidades de origen, del Ejército de Tierra o de las milicias de la FET y de las JONS. Al llegar a Alemania y recibir el uniforme de la Wehrmacht, los falangistas se negaron a dejar la camisa azul, que llevaban en sustitución de la reglamentaria, por lo que la división se empezó a conocer como División Azul.
 
En 1945 vuelven los prisioneros
La II Guerra Mundial terminó en 1945, pero para algunos españoles duró diez años más. Cuando todos los prisioneros de guerra de las potencias beligerantes habían sido ya liberados, quedó un residuo de 300 españoles en los campos de concentración de Rusia. Y eso que España no había participado en la contienda mundial... Hubo que esperar a que se muriese Stalin para negociar a través de la Cruz Roja la repatriación de los últimos de la División Azul. Casi un año justo después del fallecimiento del zar soviético, el Semiramis, un destartalado buque griego con bandera de conveniencia panameña, recogió en Odessa una carga de hombres que habían vivido la más amarga de las experiencias: la de sentirse olvidados por la historia, presos sin límite de condena en las duras condiciones de los campos soviéticos. Aquellos oficiales que mandaban a esas tropas eran militares de carrera de ideas falangistas y veteranos de la Guerra Civil. Uno de los personajes más interesantes fue José Miguel Guitarte, consejero nacional y jefe del SEU en el momento del alistamiento, en julio de 1941. Otros dirigentes del SEU que combatieron junto a Guitarte fueron su secretario general, Jesús Gutiérrez, el Secretario General del Servicio Profesional, José María Moro y el Secretario General del Servicio Exterior, José Hernández Cuevas.

viernes, 6 de junio de 2014

Carta de Helia González para los viajeros de la Operació Stanbrook

Operació Stanbrook
Carta que nos envió Helia y fue leída por Empar Juan en la inaguración del monolito de Oràn.
 
Elche, 28 de mayo de 2014

En la noche del 28 de Marzo de l939 más de 3.200 personas salían desde el puerto de Alicante con el ansia y la esperanza de refugiarse en un lugar donde pudieran ser libres y salvar la vida.

El capitán del Stanbrook que nos acogió, Archibald Dickson, con su rostro amable había llenado mi corazón de esperanza al cogerme en sus brazos y besarme en la mejilla para depositarme en cubierta. Todos los pasajeros pusieron en él su confianza al salvarnos del peligro de la persecución en el mar de los aliados franquistas.

Este viaje que emprendéis en recuerdo, en homenaje, en admiración por todos (capitán, tripulación, viajeros… no debe ser para vosotros un viaje triste. Todos sabíamos que aquella huida iba a ser nuestra única esperanza.

No faltaron después los desengaños, la vida durísima, el cautiverio e incluso la muerte para muchos. LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL y la alianza de Petain con los nazis fueron nuestros mayores enemigos.

Pero ARGELIA, sus pueblos habitados por emigrantes económicos y los naturales del país, tan adaptados a la convivencia, fueron nuestro apoyo a pesar de la penuria. Mi familia y yo sobrevivimos gracias a muchas gentes sencillas que tenían siempre un consuelo, un apoyo, un corazón abierto para recibirnos.

Ahora, pisando suelo argelino tenedme presente a mí y a los 3.200 o más pasajeros que allí nos refugiamos.

En los primeros años salimos adelante juntos, mi familia y yo gracias a la compañía de Teatro de Antonio Pineda. MI CORAZÓN TODAVÍA AGRADECE ESA OPORTUNIDAD. LA ÚNICA QUE EVITÓ QUE MI PADRE ENTRARA EN EL CAMPO DE CONCENTRACION EN “RÉLIZANE”: quiero mostrar mi agradecimiento a todos los autores de comedia, dramas y sainetes que fueron la alegría de aquellas gentes agobiadas por la guerra contra Alemania y la ausencia de todos los hombres jóvenes de cada familia y que en cada representación eran para nosotros nuestro medio de vida. Por muy dura que fuera nuestra vida por los caminos de Argelia, a pie, en tartana, en los escasos autobuses abarrotados de personas, animales de corral y otros, nos fue posible conocer muy de cerca esas tierras y sus gentes, desde Orán a la frontera de Oujda (Marruecos). Ese país sólo puede ser un buen país, que además se fortalecía y disfrutaba con nuestro teatro.

Muchos entraron en la Legión Extranjera, otros en campos de concentración y algunos consiguieron trabajos para suplir a los que estaban en la guerra (en la IIª GUERRA MUNDIAL). Muchos de ellos venían con frecuencia a casa de mis padres cuando ya dejamos el teatro. La casa de mi familia siempre ha sido lugar de acogida de todos los exiliados que nos conocían.

Pisad vosotros el suelo por donde vayáis ahora CON VENERACIÓN Y CON AGRADECIMIENTO. VOSOTROS SOIS AHORA NUESTRO YO, EL DE TANTOS YA DESAPARECIDOS Y EL DE LOS POCOS QUE TODAVÍA QUEDAMOS CON VIDA. ARGELIA FUE EL PAÍS QUE ME HUBIERA GUSTADO TENER.

Vuestra Presidenta de Honor, HELIA GONZÁLEZ BELTRÁN

domingo, 12 de enero de 2014

La singladura del Stanbrook


José Micó Catalán* para Operació Stanbrook  8/1/14
Salvó la vida de más de 3.000 demócratas, en 1939, de las garras de Franco, al final de la República Española, que habían luchado contra la sublevación militar, totalitaria y fascista contra el Gobierno legalmente instituido. Esa emocionante aventura del Stanbrook fue totalmente escamoteada al conocimiento público del país durante los 40 años de duración de la ridícula y criminal “dictadurísima” del “Generalísimo”. La singladura se realizó a pesar de ser bombardeado el navío apenas salir del puerto de Alicante, donde se quedaron otros varios miles de excombatientes, que sí que sufrieron ese criminal tratamiento del bando rebelde, sin que hasta ahora hayan sido castigados los responsables de esos delitos que jurídicamente no prescriben.
 
Los evacuados en aquel carguero desembarcaron en la Argelia francesa, en Orán, donde la ira franquista no podía introducir su “guadaña”, ni convencer al país vecino de que se trataba de un desembarco de facinerosos españoles.
 
El porvenir de los pasajeros del STANBROOK fue muy vario: trabajaron en instalaciones ferroviarias, en condiciones desérticas, se alistaron en la Legión Extranjera francesa, aguantaron con diversos e inesperados trabajos, y finalmente, hasta fueron los primeros en iniciar la liberación de París de la ocupación nazi, subidos en tanques de guerra nominados con nombres de ciudades españolas. Desde su exilio precipitado, nuestras organizaciones clandestinas hicieron lo que pudieron para remediar las dificultades vitales que su situación reclamaba.
 
Ahora, en el próximo mes de marzo, compañeros que a lo mejor no llegaron a estar presentes en las fechas de esos héroes del exilio, unos imaginando a través de relatos su heroica vida, y otros que como yo mismo, lo supimos desde el primer momento, se han motivado tomando la resolución de recorrer la casi ya mítica singladura de aquel carguero, para aproximar en lo posible la evocación de aquellos trágicos momentos. Mi consideración para los compañeros que tuvieron la visión de la idea de que efectuando ese viaje, se renovaría el respeto y la admiración que aún sentimos por aquellos hombres y mujeres que decidieron ofrecer su vida antes que el sacrificio de sus ideales.
 
*José Micó Catalán
Diciembre del 2013
José Micó Catalan, metge pediatra, nascut en 1922. En estallar la guerra és un jove estudiant que ha acabat el batxillerat afiliat a la CNT. A finals de 1936 la família de Cipriano Mera,  s'instal·la a València, i la CNT li encomana al jove Micó, que li done classes particulars a Teresa, la dona i companya de Mera que,  com el dirigent anarquista, és d'orige ben humil i ha d'intervindre en actes públics. En 1946 acaba la carrera de medicina a València, a l'especialitat de pediatria. En 1973-74 treballa com a pediatra a l'hospital St. Joseph de Kitgum (Uganda). Forma part del grup fundacional del PSPV i de la USPV. En 1979, a les primeres eleccions municipals democràtiques és elegit regidor a l'Ajuntament de València pel PSPV (PSOE) on serà regidor de Sanitat. Com a regidor de Sanitat  "recrea"  El Instituto Médico Valenciano i crea les beques d'Investigació Dr. Peset. Posteriorment posa en marxa el Màster Internacional de Medicina Tropical de la Universitat de València. Des de 1996 és acadèmic corresponent de la Real Acadèmia de Medicina.