domingo, 27 de noviembre de 2016

Búsqueda de la lista de pasajeros del Ronwyn


Eliane Ortega Bernabeu


-Pido ayuda sobre la búsqueda de esta lista de pasajeros del BARCO RONWYN que zarpó de Alicante , el 12 de marzo 1939 hacia Oran.

Este documento acredita que la lista existe, que no encuentro. 

También si hay descendientes de pasajeros de este buque del exilio pueden escribir a mi email es :

domingo, 17 de julio de 2016

80 años de la sublevación militar en Melilla


Memoria Pública 14/7/16
En realidad, no fue el 18, fue el 17. Y no fue en España, sino en el Protectorado de Marruecos y nació matando. Los militares que venían conspirando contra el Gobierno de la República no las tenían todas consigo, pues no faltaban notorios conspiradores que daban la impresión de nadar y guardar la ropa, entre ellos, el mismo general Franco, comandante general de Canarias. Una profunda desconfianza, una permanente sospecha y algunos enfrentamientos a tiros habían enrarecido el aire de los cuarteles y obligado a posponer en varias ocasiones el día de la rebelión. El “El Director”, el general Mola, había exigido el empleo de la máxima dureza, o sea, fusilamiento con o sin consejo de guerra, contra quienes se opusieran a la acción una vez emprendida. Pero al escribirlo pensaba en las autoridades republicanas, en los dirigentes de partidos de izquierda y de los sindicatos obreros, no en sus conmilitones. La insurrección, proyectada para las primeras horas de la mañana del 18 de julio, se fraguo geográficamente en el Archipiélago Canario y comenzó, sin embargo, antes de lo previsto en Marruecos, con el tiro a bocajarro a los jefes indecisos, allí mismo, en los despachos de los cuarteles, entre voces y griterío.

La primera víctima, el general Romerales, marcó la norma futura: para garantizar el éxito había que liquidar, como primera providencia, a los jefes y oficiales que declaraban su lealtad al Gobierno legalmente constituido o que se mostraban remisos y dubitativo. Esas fueron las primeras víctimas del alzamiento del 18 de julio de 1936, no fueron los gobernadores civiles, ni los alcaldes, ni los diputados a Cortes, ni los miembros de partidos políticos de izquierdas o de sindicatos obreros, sino los generales con mando en el Ejército, uno de los ellos fue Virgilio Leret. En la Base de Hidroaviones del Atalayón, a pocos km de la ciudad, el comandante Leret Ruiz fue uno de los pocos que logró resistir a los sublevados. Durante varias horas hasta que agotó la munición, momento en que él y sus pocos hombres se vieron superados ante los 2 tabores de regulares que fueron enviados para conquistar la base. Aquella fue la última resistencia en Melilla. El comandante Leret fue fusilado. El modo de rebelión que se llevó a cabo en Melilla fue el modelo que en adelante se siguió en el resto del Protectorado de Marruecos y más tarde en España.

El miércoles 15 de julio Franco recibe en Santa Cruz de Tenerife la noticia de que el avión Dragon Rapide que ha de trasladarle al Protectorado español de Marruecos para encabezar el Ejército Español de África que está previsto que se subleve el sábado 18 de julio, ya se encuentra en la aeródromo de Gando en la isla de Gran Canaria. Se traslada allí por vía marítima desde la isla de Tenerife sin levantar sospechas gracias a que tiene que asistir al entierro del general Amado Balmes, comandante militar de Las Palmas, que acaba de morir de un tiro de su propia pistola, con toda seguridad asesinado ya que era leal a la República y Balmes no iba a ser impedimento para Franco. A primeras horas del sábado 18 de julio el general Franco sale del hotel donde ha pasado la noche y se dirige a la Comandancia Militar de Las Palmas desde donde proclama el estado de guerra en todo el archipiélago. Todos los edificios oficiales son tomados por los militares sublevados y los gobernadores civiles de las dos provincias son detenidos. En Las Palmas se declara la huelga general pero el intento de algunos grupos de obreros de llegar al Gobierno civil es impedido por las fuerzas militares. En Santa Cruz de Tenerife, donde se encuentra el general Orgaz por haber sido desterrado allí por orden del gobierno, la resistencia obrera al golpe es mayor y las tropas han de salir a la calle. Ese mismo día 18 de julio se da a conocer en Tenerife un Manifiesto redactado por el general Franco en el que justifica el alzamiento militar y que termina con vivas a España y al “honrado pueblo español”. A mediodía el archipiélago canario está bajo el control de los sublevados.

Ahora el camino estaba libre. Franco sabía que los que los efectivos militares facciosos que se alzaron en la Península fue de hecho muy limitada, por lo que los golpistas tuvieron que recurrir necesariamente al Ejército de Marruecos para dominar la situación. Trasladados en barcos y aviones alemanes llegaron a las costas andaluzas cinco unidades de fuerzas regulares indígenas marroquíes del protectorado, más la Legión la tercera parte de la cual estaba formada por extranjeros: en total, 20.000 hombres disciplinados y combativos. El desembarco en España de aquel contingente de tropas mercenarias y extranjeras alteró profundamente el equilibrio de fuerzas y aterrorizo psicológicamente al país. Dejaron un recuerdo terrible de asaltos a sangre y fuego, saqueos (tenían derecho al pillaje y botín de guerra), violaciones y matanzas. Agradecido por su ayuda , Franco, decretó «un aumento de la soldada para las fuerzas indígenas de Marruecos y los legionarios, que con tanto entusiasmo se han unido al Movimiento». La primera recompensa concedida por el general Franco al principio de la guerra fue para el gran visir de Tetuán, Sidi Ahmed El Ganmia, a quien condecoró personalmente con la Cruz Laureada de San Fernando, la máxima condecoración militar española.

Se expresaba así oficialmente el reconocimiento para con aquellos que habían constituido la fuerza de choque inicial y decisiva. o es ninguna osadía afirmar que la participación de la fuerza militar marroquí fue decisiva en la guerra, y que favoreció que se inclinara la balanza a favor de los generales alzados frente al Ejército de la República, inferior en cuadros de mando y en efectivos. Franco pudo hacer la guerra gracias a estas tropas antes de recibir la ayuda de Hitler y Mussolini en armamento militar pagado por el mallorquín Juan March. Este lamentable cúmulo de circunstancias internacionales y la sangrienta matanza de generales, jefes y oficiales del Ejército español, fieles a la República y asesinados en el curso de aquella triste jornada en Melilla, constituyen lo que los vencedores llaman el “alzamiento nacional” y los vencidos golpe de estado. Una diferencia importante: la sublevación contra un gobierno elegido por el voto popular y un caudillo elegido por la gracia de Dios.

lunes, 14 de marzo de 2016

Un documental recupera la memoria de los árabes que combatieron en la Guerra Civil

Nayati Sedqi y parte de su familia, en una imagen rescatada por Amal Ramsis
Carmen Rengel 6/3/16
Ernest Hemingway y Martha Gellhorn contaron al mundo cómo jóvenes de Estados Unidos peleaban en las Brigadas Internacionales para frenar a las tropas de Francisco Franco durante la Guerra Civil (1936-1939). Robert Capa fotografío a esos mismos amigos de la República pero con pasaporte francés en Barcelona. Y Christy Moore le cantó a los irlandeses que viajaron "de Dublín a Villa del Río", refuerzo extranjero para la primera guerra europea contra el fascismo. 

Esa estampa está clara: la de los occidentales, europeos, norteamericanos, que se enrolaron en una contienda que creían propia. Sin embargo, entre los cerca de 60.000 foráneos que acudieron a España en esos años, entre los 15.000 que se dejaron la vida, también había árabes idealistas, unos mil, que acudieron desde el Norte de África y Medio Oriente para defender al Gobierno republicano. 

Hasta ahora han estado prácticamente ignorados por la historia y, por eso, la cineasta egipcia Amal Ramsis ha decidido recuperar su memoria en un documental ahora a medio rodar llamado Venís desde lejos, un homenaje a los versos que Rafael Alberti dedicó a estos soldados que traspasaron fronteras.

Es conocida la presencia de marroquíes en la Guerra Civil, obligados a combatir por el bando nacional que ya controlaba el antiguo protectorado, llevados en barcos a la Península Ibérica sin saber "ni dónde iban ni con quién iban a pelear", como resume la directora. Eran los llamados moros de Franco. Mucho menos pública es la labor de algunos de sus compatriotas, muchos argelinos, iraquíes, egipcios, sirios, libaneses, saudíes y palestinos, que se incorporaron a columnas anarquistras, troskistas y comunistas. 

Eran hombres pertenecientes al creciente movimiento de izquierda arabista, previo a las descolonizaciones, alejados de connotaciones religiosas. Gotas casi, en un ejército republicano de 750.000 efectivos, pero muy activos, movidos por sus principios e ideas, hasta el punto de que una de sus tareas centrales fue la de convertir a los árabes del bando nacional y convencer a los a veces recelosos republicanos de que ser árabe no era, necesariamente, estar con el fascismo.


Ramsis descubrió la presencia de árabes en las Brigadas durante una estancia de formación en España, en Madrid y Granada. Leyó a los investigadores Nieves Paradela y Salvador Borafull, pioneros en este rescate de su figura, y así dio con la historia que ahora es el hilo conductor de su película, la del palestino Nayati Sedqi, antiguo secretario general del Partido Comunista palestino. 

Nacido en Jerusalén en 1905, de padre turco y madre palestina, contactó con el PC local siendo empleado de Correos; entonces la formación, bajo mandato británico, aglutinaba tanto a palestinos como a judíos. Sedqi se tituló en Económicas, ejerció como periodista y se hizo visible en su partido, por lo que sufrió en casa la persecución de la potencia colonial. Viajó a Moscú, a París, tejiendo lazos internacionales con otros comunistas, y en 1936, estando en Rusia, se trasladó a España "para encargarse de la propaganda antifranquista destinada a los marroquíes que luchaban en el bando rebelde", escribe Borafull

Entró por Portbou (Girona) como voluntario. Su destino fue el frente de Madrid, como dejó escrito en sus memorias, ahora leídas en el documental por su hija Hind, residente en Grecia, el último puerto de la familia de refugiados palestinos en que acabó convirtiéndose la de Sedqi cuando se declaró el estado de Israel. "Vengo a defender Damasco en Guadalajara, Jerusalén en Córdoba, Bagdad en Toledo, Cairo en Cádiz y Tetuán en Burgos", decía. 

Sedqi se dedicó a publicar en medios como Mundo Obrero, fue a Córdoba para tratar de convencer -desde las trincheras y megáfono en mano- a los árabes nacionales, para que cambiaran de bando. Desde Argelia, quiso crear una radio "emitiendo en árabe, dialecto marroquí y bereber" que promoviera los valores republicanos, pero frustrado, sin permisos, acabó en Damasco, en cuya prensa siguió alertando de los peligros del fascismo para España y buscando apoyos para su causa. 

UN DRAMA PERSONAL
Venir a España, como cuenta en su obra Ramsis, le costó a este palestino un precio personal incalculable. Él y su esposa, por seguridad, dejaron en Moscú a su hija Dawalt, en una especie de orfanato del partido. "Sólo la dejaron con un albornoz, que conservó durante años", cuenta en el documental su hermana menor. Una prenda con el olor de la madre perdida por la guerra y la posguerra. Las divergencias en el seno de los comunistas, ante los que él defendió el derecho a una "Palestina independiente", le hicieron romper con Moscú. Y allí que se quedó su pequeña. No se pudieron volver a ver hasta pasados 25 años. 

Con su hija lejos, los Sedqi fueron peregrinando. Ya no más a casa, expulsados por el avance de Israel desde su Jerusalén original. Sí a Líbano, donde se toparon con otra guerra civil (1975-1990) y, finalmente, a Atenas. Hoy su hija mayor ni habla árabe. El precio de las guerras. 

¿QUE NO HAY COMPROMISO?
Amal Ramsis -entre otras cosas, fundadora y directora del Festival Internacional de Cine de Mujeres de El Cairo- no sólo quiere hacer un ejercicio de memoria con este documental, sino de reivindicación. Quiere "refutar" la idea "estereotipada" de los árabes poco comprometidos con otras causas que no sean las propias, poco activos en política, y más si no es la doméstica. Los hombres que fueron a España son parte de ese grupo que sí se enroló en los grandes movimientos ideológicos del siglo pasado.

Y tampoco deben arrastrar, insiste, la etiqueta de "musulmanes", porque su pelea nada tenía que ver con la religión: entre ellos había alguno que la profesaba y quien, como los mayoritarios comunistas, la desterraban. "Cuando hablamos de los italianos, de los alemanes, no hablamos sobre los cristianos que vinieron a la Guerra Civil española, entonces, ¿por qué lo hacemos con los árabes?", se pregunta.
Ese mundo sin límites, en los que los ideales saltaban barreras, es hoy una quimera, reconoce la directora. Hoy no puede ocurrir lo mismo porque "las fronteras están cerradas hacia un lado, pero abiertas hacia el otro. En los años 20, 30 y 40 estaban abiertas para todo el mundo". "Ahora los árabes se ven como terroristas y como inmigrantes ilegales. En ese momento había otra realidad que no tenemos que olvidar. Tenemos que pensar en la frontera de una forma distinta", añade.

En su intento de sacar adelante este proyecto, del que ya tiene rodado la mitad, la cineasta ha impulsado una campaña de micromecenazgo (crowdfunding). Necesita unos 23.000 euros, de los 117.000 en que está presupuestada la cinta. Así podrá ir a Rusia, Líbano y España, a completar la grabación, y postproducir el documental.