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domingo, 17 de julio de 2016

80 años de la sublevación militar en Melilla


Memoria Pública 14/7/16
En realidad, no fue el 18, fue el 17. Y no fue en España, sino en el Protectorado de Marruecos y nació matando. Los militares que venían conspirando contra el Gobierno de la República no las tenían todas consigo, pues no faltaban notorios conspiradores que daban la impresión de nadar y guardar la ropa, entre ellos, el mismo general Franco, comandante general de Canarias. Una profunda desconfianza, una permanente sospecha y algunos enfrentamientos a tiros habían enrarecido el aire de los cuarteles y obligado a posponer en varias ocasiones el día de la rebelión. El “El Director”, el general Mola, había exigido el empleo de la máxima dureza, o sea, fusilamiento con o sin consejo de guerra, contra quienes se opusieran a la acción una vez emprendida. Pero al escribirlo pensaba en las autoridades republicanas, en los dirigentes de partidos de izquierda y de los sindicatos obreros, no en sus conmilitones. La insurrección, proyectada para las primeras horas de la mañana del 18 de julio, se fraguo geográficamente en el Archipiélago Canario y comenzó, sin embargo, antes de lo previsto en Marruecos, con el tiro a bocajarro a los jefes indecisos, allí mismo, en los despachos de los cuarteles, entre voces y griterío.

La primera víctima, el general Romerales, marcó la norma futura: para garantizar el éxito había que liquidar, como primera providencia, a los jefes y oficiales que declaraban su lealtad al Gobierno legalmente constituido o que se mostraban remisos y dubitativo. Esas fueron las primeras víctimas del alzamiento del 18 de julio de 1936, no fueron los gobernadores civiles, ni los alcaldes, ni los diputados a Cortes, ni los miembros de partidos políticos de izquierdas o de sindicatos obreros, sino los generales con mando en el Ejército, uno de los ellos fue Virgilio Leret. En la Base de Hidroaviones del Atalayón, a pocos km de la ciudad, el comandante Leret Ruiz fue uno de los pocos que logró resistir a los sublevados. Durante varias horas hasta que agotó la munición, momento en que él y sus pocos hombres se vieron superados ante los 2 tabores de regulares que fueron enviados para conquistar la base. Aquella fue la última resistencia en Melilla. El comandante Leret fue fusilado. El modo de rebelión que se llevó a cabo en Melilla fue el modelo que en adelante se siguió en el resto del Protectorado de Marruecos y más tarde en España.

El miércoles 15 de julio Franco recibe en Santa Cruz de Tenerife la noticia de que el avión Dragon Rapide que ha de trasladarle al Protectorado español de Marruecos para encabezar el Ejército Español de África que está previsto que se subleve el sábado 18 de julio, ya se encuentra en la aeródromo de Gando en la isla de Gran Canaria. Se traslada allí por vía marítima desde la isla de Tenerife sin levantar sospechas gracias a que tiene que asistir al entierro del general Amado Balmes, comandante militar de Las Palmas, que acaba de morir de un tiro de su propia pistola, con toda seguridad asesinado ya que era leal a la República y Balmes no iba a ser impedimento para Franco. A primeras horas del sábado 18 de julio el general Franco sale del hotel donde ha pasado la noche y se dirige a la Comandancia Militar de Las Palmas desde donde proclama el estado de guerra en todo el archipiélago. Todos los edificios oficiales son tomados por los militares sublevados y los gobernadores civiles de las dos provincias son detenidos. En Las Palmas se declara la huelga general pero el intento de algunos grupos de obreros de llegar al Gobierno civil es impedido por las fuerzas militares. En Santa Cruz de Tenerife, donde se encuentra el general Orgaz por haber sido desterrado allí por orden del gobierno, la resistencia obrera al golpe es mayor y las tropas han de salir a la calle. Ese mismo día 18 de julio se da a conocer en Tenerife un Manifiesto redactado por el general Franco en el que justifica el alzamiento militar y que termina con vivas a España y al “honrado pueblo español”. A mediodía el archipiélago canario está bajo el control de los sublevados.

Ahora el camino estaba libre. Franco sabía que los que los efectivos militares facciosos que se alzaron en la Península fue de hecho muy limitada, por lo que los golpistas tuvieron que recurrir necesariamente al Ejército de Marruecos para dominar la situación. Trasladados en barcos y aviones alemanes llegaron a las costas andaluzas cinco unidades de fuerzas regulares indígenas marroquíes del protectorado, más la Legión la tercera parte de la cual estaba formada por extranjeros: en total, 20.000 hombres disciplinados y combativos. El desembarco en España de aquel contingente de tropas mercenarias y extranjeras alteró profundamente el equilibrio de fuerzas y aterrorizo psicológicamente al país. Dejaron un recuerdo terrible de asaltos a sangre y fuego, saqueos (tenían derecho al pillaje y botín de guerra), violaciones y matanzas. Agradecido por su ayuda , Franco, decretó «un aumento de la soldada para las fuerzas indígenas de Marruecos y los legionarios, que con tanto entusiasmo se han unido al Movimiento». La primera recompensa concedida por el general Franco al principio de la guerra fue para el gran visir de Tetuán, Sidi Ahmed El Ganmia, a quien condecoró personalmente con la Cruz Laureada de San Fernando, la máxima condecoración militar española.

Se expresaba así oficialmente el reconocimiento para con aquellos que habían constituido la fuerza de choque inicial y decisiva. o es ninguna osadía afirmar que la participación de la fuerza militar marroquí fue decisiva en la guerra, y que favoreció que se inclinara la balanza a favor de los generales alzados frente al Ejército de la República, inferior en cuadros de mando y en efectivos. Franco pudo hacer la guerra gracias a estas tropas antes de recibir la ayuda de Hitler y Mussolini en armamento militar pagado por el mallorquín Juan March. Este lamentable cúmulo de circunstancias internacionales y la sangrienta matanza de generales, jefes y oficiales del Ejército español, fieles a la República y asesinados en el curso de aquella triste jornada en Melilla, constituyen lo que los vencedores llaman el “alzamiento nacional” y los vencidos golpe de estado. Una diferencia importante: la sublevación contra un gobierno elegido por el voto popular y un caudillo elegido por la gracia de Dios.

domingo, 19 de julio de 2015

Y el 19 de julio… Franco, llegó a Ceuta


Francisco Sánchez Montoya en Historia de Ceuta y Protectorado español 18/7/2015
A primeras horas de la tarde del 19 de julio de 1936, llegó el general Franco a Ceuta, pocas horas antes había aterrizado -procedente de las Islas Canarias- en el aeródromo de Sania Ramel en la capital del Protectorado, Tetuán. Poniéndose al mando del golpe militar que hacia pocas horas se había producido, contra el Gobierno constitucional de la República.

Tras llegar a la ciudad, se dirigió a la Circunscripción Occidental, edificio que estaba junto a la Iglesia de África. Allí mantuvo una reunión con la cúpula militar local, encabezada por el teniente coronel Yagüe. Al concluir, ambos salieron al balcón, realizando una arenga.

Cuando Franco llegó a Ceuta, las fuerzas sublevadas ya se habían apropiado de todos los centros oficiales, el alcalde Sánchez Prado, detenido, al igual que el delegado del Gobierno, Correos, telégrafos, Casa del Pueblo, templo masónico… Comenzaba una dura represión en Ceuta, con cientos de detenidos, también iniciaban los fusilamientos sumarísimos que no concluirían hasta 1944, con 268 asesinatos.

Antes de la llegada de Franco a Ceuta, en la tarde del 17 de julio, en la ciudad se respiraba una tensa calma, llena de miedos y recelos. Sobre las 16,45 horas, el delegado del Gobierno, José Ruiz Flores, recibe la llamada del Jefe del Gobierno de la República y ministro de la Guerra, Casares Quiroga, para informarle de los acontecimientos de Melilla. El delegado le informa, que todo esta bajo una gran quietud. Hasta las once de la noche, no se produciría el golpe en Ceuta.

En esa tarde, del 17 de julio, en la delegación del Gobierno, se suceden las visitas en demandas de noticias. Una de las primeras, tras conocerse los sucesos de Melilla fue la del alcalde Sánchez Prado y los miembros del partido de Unión Republicana Menahen Coriat, Isaac Medina y Benhamu Benzaquen. El delegado, les tranquilizó, explicándole que ya se habían tomado las medidas oportunas y que las tropas sublevadas en aquella ciudad, serian en pocas horas derrotadas por el Gobierno constitucional de la República.

Con esas noticias alarmantes, se reúnen en la Casa del Pueblo, en la calle Agustina de Aragón, los dirigentes de los partidos y sindicatos que forman el Frente Popular, para estudiar los sucesos de Melilla; y toman dos acuerdos, primero organizar para el 18 de julio una huelga general y que una comisión formada por Juan Medina de Aragón, Juan Rivas Cortes del Partido Comunista y el presidente del PSOE Rafael Jiménez Cazorla, visiten al delegado, para pedirles armas, y repartirla entre los obreros, y con ello organizar la defensa de la ciudad, de una posible sublevación, este se las denegó.

Sobre las once de la noche del 17 de julio, el teniente coronel Juan Yagüe, jefe del acuartelamiento legionario de Dar Riffien, toma la ciudad y da las órdenes… El jefe del Batallón Nº 8 (actual campus Universitario), Martínez Simancas, salió con sus tropa apostándose entre la Marina y los jardines de San Sebastián; el grupo del Serrallo en la zona del Recinto y calle Real, hasta el mercado, y allí se unía con el Tercio, que ya había dejado retenes en el barrio de la Almadraba y del Morro y soldados de Artillería ocupan el puente de la República (actual puente del Cristo), la Plaza África y la zona de la Muralla Real.

Y las tropas de Regulares, al mando de los Capitanes Segarra y Mateo, asaltan la Delegación del Gobierno. En la puerta tan sólo se encontraba el jefe de seguridad, teniente Tomás de Prada, con una sección de guardias, el delegado, se encontraba en su despacho, al comprobar desde el balcón, la disparidad de las fuerzas, ordenó al teniente quitar los guardias de la entrada y dejar entrar a las fuerzas sublevadas, sin oponer resistencia alguna. Todos fueron detenidos, el teniente Tomás de Prada seria ejecutado, sin juicio. Tomando posesión de la delegación el capitán Arjona. En la misma puerta se leyó un bando, firmado por el general Franco, declarando el estado de guerra y la ley marcial, el citado bando esta fechado en Ceuta, a 17 de julio de 1936, firmado por el general Franco, que curiosamente aun está en Canarias.
  
REUNIÓN EN EL BAR “EL GALLO”
Los ceutíes que no estaban de acuerdo con el golpe militar, y no han sido detenidos, se reunían para ayudarse. Una de estas, tal y como se refleja en el consejo de guerra, tuvo lugar el día 20 de julio de 1936, en el popular café “El Gallo”, en la zona del Morro. No temieron el duro bando emitido, en esos días, por el comandante general, teniente coronel Gautier “El que desobedezca las prescripciones de los bandos publicados anteriormente, será pasado por las armas, sin previo juicio sumarísimo”. La reunión fue promovida por el dirigente cenetista Julio Acien, asistiendo los miembros de las Juventudes solialistas Rafael Rodríguez Sepúlveda, Ignacio García Viana, Antonio Guerra Pacheco, Cristóbal Ríos Salcedo, Francisco José García y Salvador del Rió Guerrero, tras tener una segunda reunión fueron detenidos así cómo el dueño del bar, Ezequiel Sainz. Fueron conducidos a la prisión del Hacho, tras un consejo de guerra sumarísimo el 8 de mayo de 1937, fueron fusilados en la explana de la puerta Málaga, Rodríguez Sepúlveda y Ezequiel Sainz, los demás a cadena perpetua.

LA HISTORIA DE LA GUERRA CIVIL PUDO CAMBIAR EN CEUTA
El desarrollo de la Guerra Civil, pudo cambiar en Ceuta en los primeros días de julio de 1936, ya que, en el cuartel del Batallón de Cazadores del Serrallo Nº 8, (actual edificio del Campus Universitario) se estaba preparando un complot para atentar contra la vida de Franco, por parte de varios cabos y soldados. El plan era muy sencillo, cuando visitara el cuartel y estuviera en el patio revisando las tropas con los jefes y oficiales del acuartelamiento, el cabo José Rico, dispararía al general Franco y los demás apuntarían al resto de militares, deteniéndolos a todos y a continuación otro grupo saldría hacia la ciudad para comunicarlo al pueblo, con la finalidad de que se unieran a ellos. El atentado se comenzó a fraguar en la mañana del 18 de julio, cuando los soldados vuelven de patrullar la ciudad por orden de sus jefes sublevados.

Cuando Franco llegó a Ceuta, el 19 de julio, ya estaban los organizadores del atentado detenidos: Sargento de Artillería Bernardo Garea Duque, Cabos Amadeo Delgado, Pedro Veintemillas, Rufino Marcos, José Rico y Anselmo Carrasco, los soldados Felipe Navas y Sanchez Téllez, este relata cómo se comenzó a preparar… “Llevaba sólo unos días en el cuartel cuando un amigo y compañero llamado Francisco Medinilla, me presentó a un soldado veterano, de nombre Amadeo, cambié impresiones con este nuevo amigo sobre el levantamiento y coincidimos en nuestra oposición a éste. Me informó que dentro del cuartel se estaba preparando un contragolpe contra los facciosos, que había clases de oficiales comprometidas en esto, que él los conocía y que estaban dispuestos a abortar este golpe subversivo. Ante estas manifestaciones tan responsables y rotundas que me las decía con cautela, sentí, por un lado, precaución y temor, por otro, desconfianza y miedo, todo ante la duda y posibilidad de ser descubierto. Pero ante aquel hombre tan seguro y decidido di mi confianza, palabra y deseo de participar con las armas en la mano, en está confabulación. Estas entrevistas las hacíamos a menudo en los pasillos del cuartel, disimuladamente, él me ponía al corriente de cómo le informaban y de cómo había que hacerlo para que no fracase. Yo me puse en contacto con otros de mi compañía… Algunos cabos y soldados pasaban junto a nosotros distraídamente, conversando y noté que uno de los soldados que pasaba casi se detuvo, haciéndolo de una manera fingida. Inmediatamente puse sobre aviso de atención a mi nuevo amigo Amadeo, el cual miró disimuladamente con sospecha y recelo al tal individuo, diciéndome seguidamente que sabía quien era y que no se fiaba de él… Solo había pasado un cuarto de hora escaso, cuando un cabo con dos soldados de guardia de puerta con fusiles, entraron en la compañía con una lista en la mano y en voz alta leyeron varios nombres entre ellos el mío”.

Fueron conducidos al cuerpo de guardia del cuartel y a los veinte minutos, llegaron varias camionetas custodiados por guardias civiles, trasladándolos a los barracones del paseo de Colón, donde se encontraban los juzgados militares y se tomaban las primeras declaraciones con duros interrogatorios. Uno de los implicados, Sánchez Téllez explica… “Yo sentía los gritos, quejidos y ¡ayes de dolor y rabia!, que salían del interior de aquellas lúgubres dependencias y hasta había reconocido las voces y clamores de ira de Amadeo Delgado… Yo en lugar de amilanarme y acobardarme me hice el propósito firme y seguro de que no me sacarían nada de cuanto sabía… Me tocó la hora de declarar, entré en una habitación o despacho pequeño sin ventanas, las paredes de madera carcomidas… Un brigada me tomó la filiación y empezó el interrogatorio…

Pasaron los meses y mientras se estaban realizando el consejo de guerra, en la madrugada del 21 de enero de 1937, son sacados de la fortaleza del monte Hacho, los Cabos Pedro Veintemillas y Rufino Marcos, sus cuerpos aparecieron en él deposito de cadáveres del cementerio de Santa Catalina, con un tiro en la cabeza. El consejo de guerra se concluyó y el 17 de abril de 1937, fueron fusilados en la fortaleza del monte hacho, el sargento Bernardo Garea Duque, los cabos, José Rico, Anselmo Carrasco, José Lombáu y el soldado Felipe Navas. En resumen… fueron procesados 41 hombres: dos de ellos fueron ejecutados por patrullas falangistas antes de que se celebrara el consejo de guerra; cinco fueron fusilados; ocho, a cadena perpetua; 13, a penas de cárcel y 13 fueron absueltos.
 
“Yo no soy traidor, juré defender una España democrática y la defiendo, los traidores a la Patria sois vosotros”
 
El consejo de guerra, contra los organizadores del atentado a Franco se celebró en el acuartelamiento del Rebellin, uno de ellos, Sánchez Téllez, años después dejó escrito… “No recuerdo bien el dictamen y actuación de este falso tribunal, ni cuantos eran los fiscales y defensores. Fue un juicio aparente, sin testigos, ni nada. Todo lo tenían ya decidido… Lo que más se me quedó impreso de esta sentencia fue que el juez, que era un teniente coronel llamado Buesa, después de leernos un atestado insultante e inicuo, se levantó de su asiento y, con una voz ronca y con un odio tremendo reflejado en su rostro, nos dijo estas palabras: . Yo, que de joven era algo sensible, estaba en un estado de inquietud y de angustia tremenda. No solo por lo que dijo el juez, sino por lo que a continuación y como respuesta uno de los condenados a muerte, el cabo Rico (José Rico Martín), poniéndose de pie dijo con voz clara y firme: . Un murmullo indescriptible seguido de reacciones por parte de todo el auditorio contra el reo fue la respuesta. Creí que allí mismo lo liquidarían, lo apartaron brutalmente de entre nosotros y se lo llevaron. Ya no lo vi más.

sábado, 18 de julio de 2015

El primo de Franco pudo cambiar el transcurso de la Guerra Civil

 
 
Los aviones que se enviaron desde Madrid nunca llegaron al aeródromo de Ricardo de la Puente
 
EFE 18/07/2015
El primo del general Francisco Franco, el comandante Ricardo de la Puente Bahamonde, jefe del aeródromo de Sania Ramel en Tetuán -capital del Protectorado en Marruecos- pudo cambiar la historia de la Guerra civil española.
 
Si el presidente del Gobierno Casares Quiroga envía los aviones que le prometió y que estuvo esperando durante buena parte de la madrugada del día 18 de julio el curso de los acontecimientos podría haber sido muy distinto al desenlace final.
 
Así lo revela el historiador e investigador ceutí Francisco Sánchez Montoya tras diez años de investigación que ha concretado con la publicación de su libro «Ceuta y el norte de África, 1931-1944», donde deja constancia de este momento histórico.

Los aviones que no llegaron

La investigación, basada sobre todo en el estudio de centenares de consejos de guerra de la época en archivos militares y civiles, ha constatado que el comandante Bahamonde no tenía dudas de que durante la madrugada del 18 de julio sería atacado el aeródromo situado a las afueras de Tetuán.
 
En pocas horas, su primo –el general Franco– debía aterrizar allí a bordo del Dragón Rapide, procedente de Canarias, para tomar el mando de los sublevados en el norte de África.
 
Desde el único lugar oficial que permanecía legal al Gobierno de la República, el comandante De la Puente Bahamonde recibió una "esperanzadora llamada" donde se le comunicaba que el presidente del Gobierno y ministro de la Guerra, Casares Quiroga, iba a enviar aviones de refuerzo y había que resistir a toda costa. Era la tarde del 17 de julio.
 
El teléfono volvió a sonar a las dos de la madrugada del 18 de julio. «Esta vez era el jefe de la sublevación en Tetuán, el teniente coronel Sáenz de Buruaga, quien informaba a Bahamonde que si no deponía su actitud una columna de artillería y tropas de Regulares cercarían el aeródromo».
 
Los aviones de Madrid seguían sin llegar pero Bahamonde se mantuvo firma. Tras consultar el voluminoso consejo de guerra de Bahamonde, el historiador ceutí destaca que el comandante dijo: «¡tendrán que pasar por encima de los que defendemos al gobierno legal en este momento!».
Dos horas y media después el aeródromo estaba rodeado y el asedio apenas tardó unos minutos. Las fuerzas atacante no dañaron la pista de aterrizaje, que sería utilizada horas después por el avión que traía al general Francisco Franco.
 
«El comandante no tardó en comprender que los aviones prometidos por Casares Quiroga no iban a llegar nunca, que resistir sólo serviría para contribuir al derramamiento de sangre y que su primo había ganado esta partida», ha comentado a Efe Francisco Sánchez.
 
A las 05.15 horas de la madrugada del 18 de julio, el comandante enarboló un pañuelo blanco, salió con sus hombres a la pista de aterrizaje y entregó su pistola al comandante de Regulares Serrano Montaner, siendo trasladado a la fortaleza militar del Monte Hacho de Ceuta.
 
Unas horas más tarde, en la mañana del 19 de julio, aterrizaba en el aeródromo el «Dragon Rapide» con Francisco Franco, «quien fue rápidamente informado de la actitud de su primo y que estaba detenido».

Fusilado por traición

El historiador completa el relato destacado que el 2 de agosto se celebró el consejo de guerra en Ceuta y el primo de Franco fue condenado a muerte por traición, siendo fusilado el 4 de agosto de 1936 en los muros exteriores a la fortaleza del Monte Hacho.
 
«Lo fusilaron a las cinco de la tarde, una hora inusual para este tipo de acciones», ha dicho el historiador, quien tras consultar cientos de procedimientos llevados a cabo en Ceuta y en el Protectorado Español en Marruecos, ha añadido: «durante la represión que duró hasta 1944 en Ceuta no se hizo ninguna ejecución por la tarde, por lo que estaba claro que Franco quería dar por finalizado este consejo de guerra cuanto antes».
 
El primo de Franco pudo cambiar la historia pero los aviones no llegaron y los planes de Franco siguieron su curso normal.

domingo, 14 de diciembre de 2014

"El primer día de la guerra : Segunda República y Guerra Civil en Melilla" de Miguel Platón

"No estaban previstos ni el lugar ni la hora. Solo un mes antes del 17 de julio de 1936, los planes del general Emilio Mola, "director" de la conspiración contra el Gobierno del Frente Popular, solo concedían un papel secundario a las unidades militares españolas del norte de África, ante un golpe de Estado que sería básicamente "peninsular". Así comienza el periodista y escritor Miguel Platón, la introducción de su libro "El primer día de la guerra. Segunda República y Guerra Civil en Melilla", -editado por la Consejería de Cultura de la Ciudad Autónoma de Melilla-, que ha sido presentado con la presencia del presidente de dicha ciudad, Juan José Imbroda, que destacó "el rigor histórico de una investigación que desgrana estos días de Melilla con relatos novedosos sobre la ciudad que yo mismo desconocía y la conspiración en toda España".

Platón sostiene que el adelanto del alzamiento contra la República en Melilla a la tarde del 17 de julio perjudicó la rebelión. "Sin el mismo, es posible que solo hubiese durado escasamente unas semanas, en lugar de tres años de Guerra Civil. Ese adelanto lo cambió todo porque se hizo contra la dirección de Mola y los planes de Franco. Se produjo por el aviso de un infiltrado que los políticos locales del Frente Popular tenían en la Falange melillense. De hecho, Franco tenía previsto despedir a su familia en el puerto de Las Palmas la tarde del domingo 19 y desplazarse al Protectorado de Marruecos para el inicio del golpe el 20 o, incluso, el 21 por la mañana -observa Platón-. Con lo cual, se adelantó al menos tres días, lo que provocó que los planes de Mola y Franco se trastocaran y el gobierno de Santiago Casares Quiroga pudiera reaccionar. Se produjo un retraso en el movimiento de las tropas de África, que permitió al gobierno de la República organizar la defensa de Madrid". Por otro lado, el autor destacó "la paradoja de una ciudad tan a la izquierda como era Melilla en ese tiempo, donde había ganado por una gran mayoría el Frente Popular, que fuese donde comenzó la sublevación contra el Gobierno de la Segunda República".

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Sobre el por qué de este libro, el autor–nacido en Melilla- manifestó que "la historia del 17 de julio en esta ciudad estaba ahí, pero poco contada. Un acontecimiento importante porque fue el inicio de un conflicto que cambió la vida de 24 millones de españoles y tuvo gran eco internacional. Su conocimiento es deficiente, en parte por sectarismo y también por falta de trabajo e investigación. Muchos de los archivos que visité estaban vacíos –a veces era el único investigador-, como el del campo de concentración de la Alcazaba de Tetuán, que nadie había tocado y estuvo en Melilla hasta 2011. Ahora se encuentra en el Archivo Militar de Guadalajara. También los de Salamanca, Ávila y Segovia. Igualmente –continúa Platón-, se ha ignorado durante mucho tiempo el testimonio de familiares de aquellos protagonistas del alzamiento el 17 de julio. Nadie, ningún historiador, ha preguntado a las familias, que conservan de forma escrita y oral lo acontecido aquel día. A mí me ha llevado cinco años de investigación". Para el autor, la conclusión es "que aquello fue más determinante de lo que se cree. El inicio de la sublevación estuvo en el norte de África porque era los mejor instruidos y preparados. Eran pocos, pero eran los mejores. Mola pensó en Franco porque era un general de gran prestigio, pero todo su plan se vino abajo por el chivatazo en Melilla. Faltó cooperación por el desconocimiento de lo que estaban haciendo los demás".

jueves, 27 de noviembre de 2014

Última Casa del Pueblo


El Faro Digital.es 23/11/14 Francisco Sánchez Montoya
Cuando en la madrugada del 18 de julio de 1936, era asaltada la casa del Pueblo de Ceuta, donde tenían su sede la UGT y el PSOE, en la calle Agustina de Aragón (callejón de Bocarro), no solo se expropió un edificio, se perdió la memoria de esas entidades, sus archivos, militantes, reuniones, fotografías, actas... 
 
Y después de casi ocho décadas, nada o muy poco sabemos de ella. Tan solo algunas notas sueltas en algún consejo de guerra y poco más.  

Aquellas últimas horas en la tarde del 17 de julio, fueron muy intensas, desde que los dirigentes del centro obrero tienen conocimiento de la sublevación comenzada en Melilla sobre las 15,30. En sus pasillos y despachos se suceden las reuniones, con el fin de estudiar los sucesos que se estaban desarrollando. Sin saber el alcance y repercusiones  que conllevaría la sublevación de varios militares en Melilla, toman dos acuerdos, el primero organizar para el día siguiente, 18 de julio,  una huelga general como protesta, (ni pensaban que a medianoche los golpistas tomarían Ceuta). Por otra parte a las cinco de la tarde una comisión formada por los miembros del Frente Popular de izquierdas, Juan Medina de Aragón, Juan Rivas Cortes y Rafael Jiménez Cazorla, visitan al delegado del Gobierno José Ruiz, para que tome medidas antes los sucesos de Melilla y les entreguen armas para repartidlas entre los miembros de la Casa del Pueblo, y con ello defenderse de una posible sublevación.  

Pero los acontecimientos se precipitaron, sobre las once de la noche el teniente coronel Juan Yagüe, entra en la ciudad con tropas que vienen desde el cercano acuartelamiento de Dar Riffien. La ciudad es tomada y comienza el asalto a la Casa del Pueblo y las detenciones. Ceuta se convierte en una ciudad llena de miedos y recelos. Desde la madrugada del 18 de julio y con la ayuda de patrullas de falangistas, comienzan las detenciones selectivas  de los miembros del Centro Obrero. Las organizaciones sindicales y políticas  en Ceuta sufrieron una brutal represión. Cuando intentamos reconstruir su historia, nos faltan esos documentos. Pero sobre todo nos faltan personas, con nombres y apellidos, esos nombres que fueron arrojados a la fosa del cementerio del cementerio de Santa Catalina, allí reposan 268 ceutíes que lucharon y defendieron la libertad y la democracia.

Con ellos desapareciendo todos sus documentos, afiliados, actas, banderas, archivos, libros… algunos muebles aparecieron posteriormente en las dependencias de la falange local. Este centro obrero desarrolló una labor educativa, cultural, social, asistencial. Incluyendo el cooperativismo, el mutualismo y la formación profesional. Aquella Casa del Pueblo en Ceuta constituyó, sin duda, uno de los espacios de sociabilidad obrera por excelencia, siendo una especie de “Sociedad de sociedades“, y lugar de formación del obrero, así como receptáculo de buena parte de su actuación sindical y política. Poseían la peculiaridad, además, con respecto a otros ámbitos formales de reunión, los Ateneos libertarios, las Universidades Populares. También compartidos por la clase obrera, de su absoluta especialidad para tal fin exclusivo y el hecho de que, mayoritariamente, fueron creados y regidos por la propia clase que la llegó a ocupar en su día.

La Casa del Pueblo fue mucho más que un edificio, en los que tuvieron lugar determinados acontecimientos relacionados con la historia del movimiento obrero en Ceuta. Durante la segunda república la sede de la calle Agustina de Aragón fue un hervidero de vida sindical y política. Fue donde se establecían las secretarías de los sindicatos fundamentalmente, así como un amplio abanico de organizaciones promovidas desde las instituciones. Aquel último e histórico 1º de mayo de 1936, se vivió en la Casa del Pueblo de una manera especial, se citaron para el día 29 de abril a todas las sociedades y partidos que tomarían parte en la manifestación. En los amplios salones del centro obrero se ultimó los detalles. Los asistentes según un documento que he tenido acceso fueron: Orquesta Sinfónica, Comité Alianza Obrera, Izquierda República, Unión Republicana, Juventudes Socialista, Comunista y Sindicalista, Federación Universitaria de Estudiantes, UGT, PSOE, Radio Comunista de Ceuta, Agrupación Sindicalista, Sindicato de autobuses de Correos y Telégrafos, Sociedad de chóferes, Agrupación de dependientes, Sociedad de estibadores, Asociación de Magisterio, Sindicato de vendedores del mercado, Asociación de empleados del Estado, Asociación de la prensa y Alianza de labradores. 

A todas las asociaciones y partidos, se les entregó la siguiente octavilla: "Al llegar la cabeza de la manifestación al lugar comprendido entre la Farmacia Zurita y el Precio Fijo, (Aquí se instaló un arco de flores y en su parte superior en grandes letras se podía leer UHP. Se hará alto procurando las juventudes de los partidos, resistir la presión de la columna proletaria al objeto de que solamente la presidencia se destaque a entregar las conclusiones al Delegado del Gobierno, mientras la presidencia entrega las conclusiones, los abanderados se abrirán paso entre la multitud para pasar a ocupar un sitio en la tribuna que se haya en la Plaza de la República, la música se colocará al pie de la tribuna, una vez entregada las conclusiones la presidencia pasará a la tribuna y acto seguido se organizará el desfile ante la tribuna y público en general."
 
Se inauguró en los años veinte
Pese a los escasos documentos que tenemos de la Casa del Pueblo en Ceuta, podemos asegurar  que en la década de los años veinte del siglo pasado fue cuando se inauguró. La Ceuta de principios del siglo XX vivió una efervescente actividad asociativa. Las Sociedades federadas que iniciaron la andadura en el centro obrero fueron el PSOE, la Sociedad de Albañiles, la de Carpinteros, la de Panaderos, portuarias, de la Aguja, electricistas… En sus salones se vivían las reivindicaciones de los derechos laborales y políticos, siendo continuos los llamamientos a los trabajadores para su movilización. Fue en este espacio donde tuvieron lugar las asambleas más relevantes del PSOE y de la UGT, así como una ingente cantidad de actividades culturales de todo tipo: teatro, cine, poesía, conciertos, conferencias, recitales, etc. La Casa del Pueblo de Ceuta fue sobre todo un centro de formación en el que se inculcaban los valores de libertad, igualdad, justicia y solidaridad que caracterizan al socialismo democrático. Fueron en toda España auténticas escuelas de práctica democrática. Todos los afiliados y afiliadas tenían los mismos derechos y obligaciones; participaban en pie de igualdad en sus asambleas y congresos y podían acceder en libre competencia a sus cargos directivos. Con mandatos limitados y debiendo rendir cuenta públicamente de su gestión. Estaba totalmente prohibido el juego de azar y la venta de bebidas alcohólicas. Una de las principales distracciones eran la música y el teatro. Siempre se habilitaba un modesto escenario para poder representar sencillas y cortas obras de teatro, dar recitales de poesía o charlas y conferencias sobre diversos aspectos de la cultura en general.
 
 
La doctora Castillo, represaliada por impartir una conferencia en la Casa del Pueblo
Tras el golpe del 36, la doctora ceutí Antonia Castillo, recibió un escrito del delegado de Orden Público en diciembre de 1938, donde tras recabar información a la falange local se le acusa de impartir una conferencia a las mujeres de los obreros durante la Segunda República. Ella, pese a ser la primera mujer médica en la ciudad y tener un gran prestigio entre los ceutíes, sabe que sus horas como funcionaria municipal están contadas. Aquella conferencia sobre la maternidad en la Casa del Pueblo, no fue bien vista por las nuevas autoridades franquistas.

Ella pese a los informes y presiones continúa en su puesto de trabajo, como funcionaria medica, a pesar de los condicionantes adversos. Está observando desde el mismo inicio de la sublevación que muchos de los compañeros de su marido son detenidos y fusilados. Ella sabe que a todos los funcionarios que hayan tenido alguna vinculación con partidos políticos o sindicatos se les está instruyendo un expediente de depuración.

La doctora Castillo como su marido Luis Abad, profesor del Instituto Hispano-Marroquí  y presidente de Izquierda Republicana en Ceuta, frecuentaban la Casa del Pueblo, para participar de los movimientos obreros. Ceuta en la década de los años veinte se abre a todos esos obreros que llegan, son muchos los empresarios y trabajadores que vienen al compás de la apertura de las explotaciones en el Protectorado trazado de carreteras, vías férreas, la construcción de viviendas, las obras portuarias...

Todo ese flujo de peninsulares produjo la demanda de una gran cantidad de mano de obra, yllevó a que comenzaran a afluir a Ceuta los obreros que, por otra parte, no encontraban trabajo en el resto del país, dando lugar a una avalancha de población civil. Estos primeros conflictos sociales en la Ciudad fueron coetáneos de la implantación de los intereses políticos y económicos desarrollados al compás de la ocupación económica y militar, con el inicio del Protectorado en Marruecos, las sociedades de socorro, las corporaciones de ebanistas, albañiles, peones, metalúrgicos, estibadores, cargadores portuarios, cocineros, y con ellas seguro.

En la Casa del Pueblo de Ceuta, se domiciliaron un gran número de sociedades y organizaciones obreras. Sus dependencias eran sencillas pero llenas de máquinas de escribir. En todas, en el interior, despachos y más despachos, una sala de actos que también vale para mítines, una biblioteca. Los obreros tienen así algo que es de ellos mismos, donde además se les enseña a leer y a escribir, pero también se les da a los más avanzados enseñanzas propias. La Casa del Pueblo fue el nexo de unión de los obreros que arribaban a la ciudad.

En mayo de 1931, la Casa del Pueblo organizó un acto en honor de Pablo Iglesias, y con ello dar el nombre a una de las calles más céntricas de la Ciudad.  El dirigente socialista y presidente del Centro obrero durante la República, Sebastián Ordóñez (sus restos están en la fosa común, tras ser fusilado), dirigió los preparativos junto al presidente del PSOE ceutí Jiménez Cazorla. Los días anteriores tuvieron lugar charlas informativas sobre la figura de Iglesias, con la finalidad de concienciar a todos los trabajadores del carácter reivindicativo de este líder socialista. Este centro formaba parte importante de la sociedad obrera ceutí, también tuvo un importante protagonismo en la multitudinaria manifestación del 1º de Mayo de 1936, donde llegó a reunir a partidos políticos y sindicatos.
 
Casa Sindical
Actualmente, los obreros se reúnen con los sindicatos en lo que conocemos como “Casa Sindical”. Recordemos que fue en 1977, cuando la UGT de Ceuta sale a la calle tras cuarenta años de prohibición y poder celebrar aquel 1º de Mayo en libertad. Recordemos a sus secretarios generales Francisco Muro, Alejandro Bodas, Soledad Ruiz, Alejandro Curiel, y el actual regidor de la organización Antonio Gil. Aquel año fue rico en acontecimientos para el mundo sindical. Las principales centrales actuaban abiertamente y el Gobierno hacía la vista gorda, mientras en el Parlamento se discutía un Decreto-Ley de Relaciones Sindicales, que se aprueba el 30 de marzo, y que reconocía la libertad de asociación sindical. El 28 de abril se legalizan los sindicatos UGT, CC.OO. y USO. No sería, sin embargo, hasta que Nicolás Redondo, encabezando una delegación sindical española, ocupara en la LXII Conferencia Internacional de la OIT el lugar que cuatro décadas antes había pertenecido a Francisco Largo Caballero que los Sindicatos quedaron "de facto" legalizados en España. En enero del 77 se presenta en Madrid, en el cine Capri, el sector "histórico" de UGT. Como la historia de UGT sigue un curso paralelo con la del Partido Socialista Obrero Español, no es de extrañar que, a raíz del Congreso del Partido que se celebró en Toulouse en 1972, en el que vencieron los "socialistas del interior", y al desgajarse el PSOE en dos sectores (el "renovado", dirigido por Felipe González, y el "histórico" dirigido por Rodolfo Llópis), su brazo sindical corriera la misma suerte. Recordemos que fue un 12 de agosto de 1888, cuando veintiséis hombres tomaban asiento en el salón del círculo socialista de Barcelona, para iniciar el primer congreso nacional obrero, estos 26 delegados, representaban a 44 sociedades de todo el país y a un total de 4.668 afiliados.

domingo, 30 de marzo de 2014

Recuperando la Memoria Histórica de La Gomera: El brigada Francisco Más García

 
EL TAMBOR “REVISTA” DE LA GOMERA 29 de marzo 2014
La actitud armada que el pueblo de Vallehermoso adoptó ante el golpe de Estado de 18 de julio de 1936 fue única y excepcional en Canarias, fruto de la conciencia que en el período previo republicano caracterizó a la clase trabajadora para evitar los abusos de la clase dominante en la isla de La Gomera, que al ver amenazadas las escasas conquistas alcanzadas en cuanto a condiciones de trabajo, decide evitar la sublevación militar contra el Gobierno de la II República. En la mañana del 18 de julio el delegado del Gobierno en la isla, el médico Antonio Macía, se comunica telefónicamente con el brigada de la Guardia Civil de Vallehermoso, Francisco Mas García (en la foto con su esposa e hijos), para conocer su opinión del golpe militar, contestándole su posición como guardia civil de defensa del Gobierno constitucional. Diferente fue la actitud del alférez jefe de Línea de la Guardia Civil de Hermigua, José Soler Boluda, apoyando la rebelión y facilitando fusiles a la Falange de la localidad, que se apresta a ser el municipio más afecto al golpe de Estado. Mas García, mientras tanto, recibía el apoyo de organizaciones obreras y civiles de Vallehermoso.
 
Cuando el 23 de julio desembarcan en San Sebastián de La Gomera efectivos de Infantería y Guardia Civil procedentes de Tenerife con la intención de someter la isla, el brigada Mas informa al alcalde accidental, Ramón Cabrera Bernal,“nosotros, haciendo honor a nuestra historia y en nuestro deber, defenderemos la legalidad republicana”, según publican en 1986 Ricardo García Luis y Juan Manuel Torres Vera en Vallehermoso. El fogueo. Toma de conciencia popular, resistencia y represión (1930-1942), de Tagoror Ediciones, libro recomendable para conocer los antecedentes y circunstancias de la Guerra Civil y posterior represión en La Gomera, donde fueron claves los sucesos de Hermigua de 22 de marzo de 1933, que explican que este pueblo fuera el centro de la sublevación contra la República. Dicho día, con ocasión de una huelga general, fue herido el guardia civil José Garrote de Pedro, que sería luego nombrado comandante de puesto tras el golpe de Estado y proporcionaría apoyo a Falange.
 
Los Fascistas en Hermigua recibieron el apoyo de los guardias civiles del pueblo, tal y como se aprecia en esta foto
(Cuartel Viejo de Hermigua)
El 23 de julio de 1936 los militares sublevados intentan convencer primero al médico de Vallehermoso, Tomás Bencomo, para que se una al golpe, negándose, y luego al brigada Mas, que insistió en su deber de defensa del Gobierno. El 24 de julio el alférez Soler Boluda se traslada desde Hermigua a Vallehermoso, adelantándose al Ejército, con la intención de conseguir la adhesión de Francisco Mas, que éste niega. Se produce sobre las diez de la mañana un fogueo contra el cuartel y el pueblo hasta que agotada la munición por parte de los sublevados optan por la retirada. Los guardias civiles dispararon al aire unas diez veces, sólo con el noble propósito del brigada Mas de que los sublevados no avanzaran para evitar muertes innecesarias.
 
El 25 de julio llegan a la isla más de cien nuevos soldados y varios guardias civiles al mando del teniente coronel de la Guardia Civil Isidro Cáceres Ponce de León, telefoneando al brigada Mas, quien le informó que cumplía con su deber, si bien se ponía a sus órdenes, ofreciéndole que sólo a él se le pidieran responsabilidades y no le pasara nada ni a paisanos ni a sus guardias, a lo que contestó el teniente coronel que así sería bajo palabra de honor. Isidro Cáceres entendió el honor promulgando un bando en el que amenaza con pasar por las armas a todo aquel que no denunciara los nombres de quienes se mantuvieron fieles a la legalidad constitucional. El honroso brigada de la Guardia Civil, para tantos y tantos orgullo y referente del Cuerpo, fue detenido por Isidro Cáceres y llevado a Santa Cruz de Tenerife, y tras un Consejo de Guerra que se inicia en el Cuartel de San Carlos el 19 de agosto de 1936, el 22 es condenado a muerte y el 27 fusilado por un piquete de guardias civiles al mando de un teniente en el Barranco del Hierro de Santa Cruz de Tenerife.
 
Santa Cruz de Tenerife, madrugada del 27 de agosto de 1936
 
… “por fin, después de varios días de tormento llegó la hora trágica de la muerte. Me encuentro en capilla, acompañado de mis compañeros de suerte, Ramón Cabrera Bernal y Manuel Quintana Florentino. Los tres, si Dios no lo remedia, seremos fusilados dentro de dos o tres horas. Muero tranquilo y creyendo firmemente en la justicia de Dios”
 
… 25 de agosto de 1936: vuestra memoria me tritura el corazón, me lo despedaza, me hace perder el sentido de mi vida, os quedáis sin padre, sin su calor, sin su protección, sin sus caricias. ¿Qué será de vosotros? ¿Qué delito habéis cometido? ¡Qué felicidad sentía cuando entre mis brazos os paseaba, cuando os abrazaba y apretujaba, cuando os besaba!
Francisco Más García (Brigada de la Guardia Civil)
 
Artículo de José Vicente González Bethencourt

martes, 4 de marzo de 2014

El hallazgo de fotos de Franco fomenta la leyenda del último día antes del Golpe



Fotografías inéditas encontradas en Arucas
  • Las fotografías aparecidas en los archivos del Ayuntamiento de Arucas muestran al dictador y escenas que acercan a nuestros días la realidad de la década de los 30.
  • Según historiadores, Franco ordenó asesinar al gobernador militar Amadeo Balmes.
  • El dictador evitó una emboscada en su camino hacia Gando yendo por mar en lugar de por tierra.

lunes, 22 de julio de 2013

El día que no mataron a Franco

                                      Franco, en el centro, flanqueado por el jefe del Estado Mayor (izq.) 
y el alcalde de Ceuta, José Victori Goñalons, en 1935

Historia de un atentado fustrado. Cuatro cabos  y varios soldados planearon asesinar a Franco en Ceuta el 18 de julio de 1936 para detener el alzamiento. Horas antes de la acción fueron delatados y finalmente ejecutados

Francisco Sanchez Montoya - 31 de agosto de 2003,  suplemento del Mundo nº 411
El 17 de abril de 1937, tras 10 meses de duros interrogatorios, concluyó un consejo de guerra sumarísimo contra 37 militares y dos civiles. Se les acusaba de organizar un complot en Ceuta para atentar contra la vida del general Franco y detener el alzamiento del 17 y 18 de julio del año anterior. Su acción pudo haber cambiado el curso de la Guerra Civil y sólo el testimonio a última hora de un soldado permitió abortarla. A pesar de ello, los detalles de aquel episodio han permanecido inéditos hasta ahora.

Todo comenzó al filo de la medianoche del 17 de julio de 1936, cuando las tropas del acuartelamiento legionario de Dar Riffien, al mando del teniente coronel Juan Yagüe, recibieron la orden de tomar Ceuta. Los diferentes cuerpos militares se distribuyeron para controlar la ciudad y al Regimiento de Infantería del Cerrallo Nº 8 de Ceuta se le ordenó salir a la calle para «defender a España».

Pero no todos los integrantes del batallón tenían la misma idea de lo que significaba «defender a España». El acuartelamiento solía ser destino de soldados de reemplazo y de veteranos peninsulares, en su mayoría jóvenes que buscaban en el Ejército un futuro mejor, sin olvidar por ello sus sentimientos republicanos. Como los cabos veteranos José Rico y Pedro Veintemillas, quienes en su ronda por las calles de Ceuta observaron cómo patrullas de falangistas detenían a civiles y asaltaban varias sedes de partidos políticos o cómo en las paredes de la ciudad se habían fijado bandos firmados por el general Franco en los que se comunicaba al pueblo el estado de guerra, la disolución de los partidos y la prohibición de reuniones.

Cuando Rico y Veintemillas volvieron al cuartel, en las primeras horas del 18 de julio, se reunieron en una pequeña habitación de la compañía con los también cabos veteranos Anselmo Carrasco y Pablo Frutos. Durante varias horas estudiaron cómo frustrar el alzamiento, pero no fue hasta un segundo encuentro durante el mismo día cuando el cabo Rico presentó el plan para matar a Franco. Cuando entrara en el patio central del acuartelamiento para revistar las tropas, él mismo le dispararía. Los demás implicados, desde la primera planta del cuartel, apuntarían al resto de militares para inmovilizarlos. Acto seguido, otro grupo saldría hacia la ciudad para informar del atentado y recabar el apoyo del pueblo.

En la tarde del 18 de julio el cabo Rico, jefe del complot, pidió entrar de guardia en la puerta principal del cuartel con el fin de ser el primero en enterarse de la llegada de Franco. Compartía vigilancia con el cabo Rodríguez, quien confesó en el consejo de guerra: «José Rico me preguntó qué me parecía el movimiento.Le contesté que llevaba dos días de servicio y que no me había informado, y él respondió que este movimiento iba contra el Gobierno, y que si nosotros fuéramos hombres deberíamos ponernos a favor de ellos e ir contra nuestros oficiales y jefes. Añadió que ya había implicado a los seis centinelas de la guardia. Y en el momento en que empezaran los disparos, me tenía que poner a las órdenes de Anselmo Carrasco y Pedro Veintemillas».

Los cabos y soldados implicados en la intriga lo tenían todo planificado. Sabían que Franco aterrizaría en Tetuán y en unas horas llegaría al cuartel de Ceuta. Pero la tensión en los jóvenes soldados ante la trascendencia del atentado hizo que uno de ellos decidiera hablar con el coronel jefe del cuartel para informarle de la trama. Éste, alarmado, avisó al cuerpo de guardia y echó por tierra el complot horas antes de que Franco llegara. Las detenciones no tardaron en sucederse y, según se detalló en el consejo de guerra, el total de acusados fue de más de 50 militares y civiles.

La Guardia Civil se hizo cargo de los detenidos, quienes, custodiados por la legión, fueron trasladados a unos viejos barracones para tomarles declaración. Así lo recuerda uno de los supervivientes, el anarquista Sánchez Téllez: «Entré en un pequeño despacho sin ventanas y un brigada me tomó la filiación y comenzó a interrogarme.Aún no había terminado la primera pregunta cuando sobre mi espalda sentí un golpe de vergajo. Para que me recuperara me echaban agua de un botijo, pero yo lo negaba todo».

Hasta las tres de la madrugada del 20 de julio los acusados estuvieron en los barracones declarando. Más tarde los hicieron subir a un camión, los colocaron de rodillas y los trasladaron a la fortaleza-prisión militar del Monte Hacho, también en Ceuta.

El 26 de julio empezaron los autos de procesamiento. El juez teniente coronel Ramón Buesa fue tajante en su exposición: «Según se desprende de lo actuado entre algunos cabos y soldados del Regimiento de Infantería, existía complicidad para la organización de un movimiento sedicioso con el fin de atentar contra la vida del excelentísimo señor jefe de las Fuerzas Militares Francisco Franco Bahamonde».

En la madrugada del 21 de enero de 1937, cuando aún no se había celebrado el consejo de guerra, una patrulla de falangistas llegó a la fortaleza del Hacho. Con total impunidad, sacó de sus celdas a los cabos Veintemillas y Marcos. Horas después sus cuerpos yacían, con un tiro en la cabeza, en el depósito de cadáveres del cementerio, donde fueron enterrados en una fosa común. 

JUICIO SIN TESTIGOS
Dos meses más tarde, todos los detenidos fueron trasladados al Cuartel de Sanidad, donde tuvo lugar el consejo de guerra. Lo presidió el teniente coronel Ricardo Seco. El juez permanente teniente coronel Buesa dictaminó el veredicto de culpabilidad.«Fue un juicio aparente, sin testigos ni nada», cuenta Téllez. «Lo que más me quedó de la sentencia fue que el juez se levantó de su asiento y, con voz ronca y odio, nos dijo: "No sois españoles, sois todos unos cobardes traidores a la patria", a lo que el cabo Rico replicó: "Juré defender una España democrática y la defiendo porque soy español; los traidores a la patria sois vosotros"».

El epílogo de esta inédita conjura lo pone la muerte de un grupo de militares fiel a la República y que esperaba que con la muerte de Franco en su acuartelamiento se detendría la sublevación de sus mandos. Podría haber cambiado la Historia de España, pero lo único cierto es que, en la madrugada del 17 de abril de 1937, fueron fusilados el sargento Garea, los cabos Rico, Carrasco y Lombau y el soldado Navas. La ejecución fue obra de un piquete del Grupo de Regulares de Ceuta en el exterior de la fortaleza del Monte Hacho, situada en la Puerta Málaga.

Francisco Sánchez Montoya es miembro del Instituto de Estudios Ceutíes y autor de «República y Guerra en Ceuta y Protectorado»

LAS CLAVES:

EL ALZAMIENTO
17 y 18 de julio. El asesinato del político José Calvo Sotelo, el 13 de julio de 1936, impulsó a Franco a adelantar el golpe que se preparaba para finales del mes. El 17 se rebeló el Ejército de Africa, y ésta fue la señal para la sublevación general de los días 18 y 19.

LA TRAMA
En el cuartel. El día en que se alzó el Ejército, cuatro cabos leales a la República del cuartel del Regimiento de Infantería del Cerrallo nº 8 de Ceuta (a la dcha., lo que queda de él) planearon frustrar el pronunciamiento asesinando a Franco mientras pasara revista a las tropas el día 18.

EL FRACASO
Detenidos. Un soldado reveló al coronel jefe del regimiento los planes de los cuatro cabos horas antes de que Franco llegara al cuartel. Se detuvo a más de 50 personas entre militares y civiles mientras el pronunciamiento se extendía por ciudades de la Península.

LA SENTENCIA
Fusilados. Finalmente fueron procesados 41 hombres: dos de ellos fueron ejecutados por patrullas falangistas antes de que se celebrara el consejo de guerra; cinco fueron condenados a morir fusilados; ocho, a cadena perpetua; 13, a penas de cárcel y 13 fueron absueltos.

LA REPRESION
Víctimas. Los siete fusilados no fueron las únicas víctimas de la represión en Ceuta. Entre 1936 y 1944 hubo 248 represaliados en la ciudad. Algunos estudios apuntan que en toda España, la cifra de represaliados por ambos bandos durante la guerra y la posguerra fue de unos 190.000.

EL OTRO INTENTO
Kim Philby. El corresponsal de The Times en la guerra civil trabajaba desde 1933 para el servicio de inteligencia de la Rusia de Stalin y planeaba en secreto el asesinato de Franco. Ironías de la Historia, el general condecoró a Philby por sus crónicas en favor del bando nacional.

jueves, 18 de julio de 2013

El Gobierno habla al país por radio de un movimiento militar en Marruecos

La Voz, sábado 18 de julio de 1936
Primera noticia de un movimiento militar en Marruecos 18/07/1936 Periódico ABC
recursoseducativos.es
A las ocho y media de la mañana, por medio de la radio, fue dirigda al país una nota del Gobierno, que dice así:

«Se ha frustrado un nuevo intento criminal contar la República. El Gobierno no ha querido dirigirse al paías hasta tener conocimiento exacto de lo suceido y poner las medidas para combatirlo. Una parte del Ejército que representa a España en Marruecos se ha levantado en armas contra la República, sublevándose contra su propia Patria, realizando actos vergonzosos contra el Poder nacional. El Gobierno declara que el movimiento está circunscrito a determinadas ciudades de la zona del Protectorado, y que nadie, absolutamente nadie, se ha sumado en la Península a tan absurdo intento. Por el contrario, los españoles han reaccionado unanimemente y con la más profunda indignación contra esta tentativa frustrada en manifestar que varios grupos de elementos leales resisten frenta a la sedición en las plazas del Protectorado, defendiendo con sus prestigio el Ejército y la autoridad de la República. En este momento, las fuerzas del aire, mar y tierra, salvo la triste excepción señalada, permanecen fieles en el cumplimiento de su deber. Se dirigen contra los sediciosos para reducir este movimiento insensato y vergonzoso. El Gobierno de la República domina la situación y afirma que no tardará muchas horas en dar cuenta al país de estar normalizada la situación». 

Imagen de la web recursoseducativos.es

domingo, 2 de junio de 2013

Fructuoso Miaja, ex senador y ex alcalde de Ceuta


Francisco Sanchez Montoya  El País - 24 de noviembre de 2009
Fructuoso Miaja Sánchez, el que fue senador por el PSOE por Ceuta y su primer alcalde democrático, falleció allí el 22 de octubre, a los 92 años. Sobrino del general republicano José Miaja Menant, fue de siempre un hombre de izquierdas, por lo que su situación en Ceuta, donde nació en 1917, se complicó con el golpe de Estado de Franco. Afiliado con 19 años a la anarquista CNT, ilusionado y con ganas de luchar por un país en libertad, vio cómo Ceuta se convertía entonces en una ciudad llena de miedos y recelos. Las listas con nombres de políticos y sindicalistas debían de estar realizados desde antes del Movimiento, ya que en pocas horas se comenzó a encarcelar a los principales personajes de la vida republicana ceutí.

Sabía que el tiempo no corría a su favor y que muchos de sus compañeros ya habían sido detenidos y, algunos, fusilados. Estuvo desde el inicio de la sublevación cambiando constantemente de lugar para no ser descubierto por las patrullas de falangistas que recorrían la ciudad. Tras varios intentos, se fijó el atardecer del 19 de diciembre de 1936 para salir por la bahía norte. Miaja pudo convencer a los dueños de una marrajera, tripulada por cinco marineros. Eran 22 los republicanos que querían huir y se había guardado muy bien de no comunicar a ninguno la hora y el día hasta poco antes de la salida, para evitar que alguien los delatara presionado por la policía.

A las seis de la tarde, la hora señalada, todos fueron llegando y aguardando la llegada del barco en el túnel de acceso a la playa.La primera intención era marchar hacia la costa de Málaga. Pero el fuerte viento de Levante aconsejó que era más seguro ir hacia Tánger. A las pocas horas llegaron sin novedad, pese a tener durante la travesía a pocos metros un destructor sublevado, quien confundió el barco con un pesquero en plena faena. Cuando llegaron a la internacional Tánger, Fructuoso Miaja se dirigió a la legación española, donde recibían a los exiliados para proporcionarles ropa limpia, comida y documentación. A mediados de enero de 1937 partió en el buque correo que hacía la línea Tánger-Marsella y desde esta ciudad se trasladó a Barcelona, donde estuvo varios días, marchando con posterioridad hacia Madrid para contactar con su tío, el general Miaja. Estuvo luchando por la República en varios frentes como Aranjuez, Cuesta de la Reina, Séptima Brigada Mixta, Jarama y la zona del Tajo.

Cuando la Guerra Civil daba sus últimos coletazos, se encontraba en el frente, y el final de la contienda le sorprendió en Alicante. Como otros muchos, en el puerto esperaba la llegada de un barco para salir hacia el exilio, pero fue apresado y conducido al campo de concentración de Albatera. Allí estuvo durante casi un año y después pasó al sanatorio de Portacoeli, en Valencia, y al reformatorio de adultos de Alicante, donde le fue concedida la prisión atenuada. Tenía 22 años.

Condenado a prisión
Volvió a Ceuta, donde su ya anciana madre le esperaba tras casi seis años de ausencia. En la ciudad norteafricana fue juzgado y condenado a 12 años de prisión. Tras estar encarcelado 13 meses en la fortaleza del monte Hacho, fue trasladado en 1944 al penal del Puerto de Santa María.

En 1950 quedó en libertad y contrajo matrimonio con Sara Miaja, con quien tuvo dos hijos, Segundo y Rosalinda. Continuó su lucha clandestina con múltiples reuniones con militantes socialistas, hasta que, en enero de 1977, se celebró la primera reunión del PSOE ceutí y fue nombrado presidente de la agrupación. El 21 de abril de ese año se celebró una asamblea en Ceuta, donde intervino, entre otros, Alfonso Guerra. En 1987 fue nombrado alcalde, y con anterioridad, en las elecciones del 28 de octubre de 1982, senador.

Francisco Sánchez Montoya es miembro numerario del Instituto de Estudios Ceutíes y autor del libro Ceuta y el Norte de África, República, Guerra y Represión.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Campo de concentración de Zeluan

 
Historias de la Melilla de izquierdas - Carlos Esquembri 17/7/12
El primer campo de concentración creado por los franquistas fue el de la Alcazaba de Zeluan, población marroquí cercana a Melilla, donde fueron encarcelados centenares de melillenses y de otras poblaciones del sector oriental del Protectorado español por su militancia de izquierdas o su oposición a la sublevación militar de julio de 1936. 
 
La Alcazaba fue construida por los marroquíes a finales del siglo XVII y tras la ocupación del territorio de Guelaya por los españoles se convirtió en acuartelamiento para las tropas de ocupación.
 
Su utilización como campo de concentración se produjo inmediatamente después de la toma de Melilla por los franquistas. Esta rápida puesta en marcha del campo de concentración demuestra que en los planes de los franquistas estaba ya decidido su utilización como tal ante la enorme cantidad de personas que pensaban encarcelar para doblegar Melilla por el terror.
 
En El Telegrama del Rif del lunes 20 de julio de 1936, tres días después de la ocupación de Melilla por las tropas sublevadas, se publicó un breve que reproduzco textualmente:
 
Ayer fueron detenidos varios paisanos a los cuales se trasladó a la Alcazaba de Zeluan, donde ha quedado establecido un campamento de concentración de detenidos. La Intendencia Militar situó en dicho punto los elementos necesarios para dicho alojamiento.
 
Estos individuos, nos han declarado, las autoridades, que serán puestos inmediatamente en libertad, sino recaen sobre ellos responsabilidades pendientes de otro orden, tan pronto presenten sus familiares un arma de la categoría de pistola, fusil o escopeta, en las oficinas de la Circunscripción.
Las horas para admisión de dichas armas serán de nueve a trece y de dieciséis a dieciocho"
 
Como vemos, en estos primeros días de la sublevación militar, los franquistas no se recataron de hacer público la existencia del campo de concentración, aunque posteriormente pasó a ser un tema casi tabú para la historiografía de la ciudad.
 
En cuanto a "los individuos" a los que hace referencia el Telegrama eran obreros, sindicalistas, políticos, concejales, funcionarios, periodistas, jueces, abogados o médicos cuyo único delito fue el ser de izquierdas o no apoyar la sublevación militar.
 
Para muchos de los detenidos, Zeluan se convirtió en la antesala de la muerte ya que, sobre todo en las primeras semanas de las sublevación franquista, decenas de personas fueron sacadas de noche para ser asesinadas en la carretera que unía Zeluan con Nador y Melilla. Paulino Díez, lider del anarquismo en Melilla, escribió de estos asesinatos en su autobiografía Memorias de un anarcosindicalista de acción:
Los asesinatos los realizaban los falangistas y los del Tercio en la carretera de Nador a Monte Arruit. Abandonaban los cadáveres en las cunetas y después lo recogía una ambulancia.
 
El 15 de septiembre de 1938, el periódico La Vanguardia publicó el testimonio de un melillense prisionero en el campo de Zeluan que pudo pasar a zona gubernamental al ser incluido en un canje de prisionero. Este melillense, que dijo llamarse Antonio Guzmán para ocultar su verdadero nombre por miedo a represalias contra su familia que seguía en Melilla, relató como al ser conducido a Zeluan en coche, este tuvo que parar porque había varios cadáveres en la carretera. Guzmán pudo reconocer uno de ellos como el José Gallego Urbano. José Gallego tenía 23 años y era militante de la JSU de Melilla. Fue asesinado el 30 de julio de 1936. Ese mismo día se constatan la muerte de Juan Buxaderas Ristol, Pascual Sánchez Pujalte y Manuel Gaitán González.
 
 
 
Los expedientes de los presos de Zeluan
Según leemos en el artículo de F. Javier López Jiménez El campo de concentración de La Alcazaba de Zeluán (Melilla) y sus expedientes personales (publicado en el Boletín informativo del Sistema Archivístico de la Defensa nº20. Diciembre de 2011), en marzo de 2011 se enviaron por el Archivo Militar Intermedio de Melilla al Archivo Militar de Guadalajara 1000 expedientes de prisioneros de Zeluan.

De entre los expedientes que se citan en el artículo quisiera destacar el incoado en octubre de 1936 a 28 personas por el terrible delito de robar una lancha para intentar huir a zona francesa y por el que cayeron condenas de 6 a 30 años y alguna condena condena a muerte que fue conmutada a 30 años.

Otro expediente es relativo a la causa 514/1936 por el asalto a la armería Eibarresa el 17 de julio de 1936. Por esta causa fueron sentenciados 34 melillenses de los cuales 7 lo fueron a muerte.
 
Recordar que las pocas y desvencijadas armas conseguidas en el asalto se utilizaron para intentar defender al gobierno de nuestra nación.

viernes, 20 de julio de 2012

El 18 de julio de 1936 en el puerto de Melilla

El destructor Almirante Valdés saliendo del puerto de Melilla el 18 de julio de 1936

19/7/2012 Carlos Esquembri - Al sur de Alborán
El 15 de agosto de 1936, el diario malagueño El Popular publicó unas declaraciones de Ángel Guevara, maquinista de la Armada, que fue uno de los lideres de la resistencia de las tripulaciones de los destructores Almirante Valdés y Sánchez Barcáiztegui al intento de sus mandos de unirse a la sublevación militar en Melilla el 18 de julio de 1936.

Al conocerse en Madrid las primeras informaciones del inicio de la sublevación militar en Melilla, el Gobierno ordenó a los destructores Lepanto, Almirante Valdés y Sánchez Barcáiztegui que partieran de su base de Cartagena con rumbo a dicha ciudad. Entre sus órdenes estaba el de bombardear los cuarteles y concentraciones de tropas rebeldes y el interceptar cualquier transporte de tropas que encontraran en su camino.Los destructores se presentaron ante Melilla el 18 por la mañana y mientras que el Lepanto permanecía fuera del puerto, el Almirante Vladés y el Sánchez Barcáiztegui atracaron en el muelle ribera donde, según relata Guevara, ya había algunos legionarios apostados.

La llegada de los destructores cogió por sorpresa a los mandos de la sublevación, sobre todo cuando todavía quedaba algún pequeño foco de resistencia ciudadana en la ciudad. Al final, deciden no interferir en la entrada a puerto de los mismos aunque según escribe Arrarás en su historia de la "cruzada", el capitán Bonaplata era partidario de detener inmediatamente a maquinistas y radiotelegrafistas por considerarlos en su mayoría comunistas y ocupar los buques con tropas de la legión para asegurarse la sumisión de la marinería.

Una vez en puerto y conocidos por los mandos de los buques que la ciudad había caído en manos de los sublevados, se envían a unos oficiales a ponerse en contacto con estos y determinar como actuar para apoderarse de los destructores.

Se decide que unas compañías de legionarios desfilen frente a los barcos mientras se les comunica a la tripulación el inicio de la sublevación y se les conmina a que se unan a la misma. El teniente coronel Gazapo se encarga de arengar o intimidar a las tripulaciones para que se unan a la sublevación pero sus palabras no tienen el efecto deseado sino todo lo contrario.

Según relata Guevara, conocidas las intenciones de los mandos de los destructores, él se encara con el Comandante de su buque y le replica que solamente obedecerán las órdenes del Gobierno. El Comandante del destructor le ordena que baje a tierra y telegrafíe al gobierno y Guevara, que se niega a desembarcar, se abre la guerrera y ofreciendo el pecho descubierto dice: Mi comandante, a mi se me mata de frente no por la espalda como a un perro.

Este enfrentamiento verbal anima a la tripulación a actuar y deponer del mando del buque a los sublevados que quedan encerrados en la cámara de oficiales. En estos momentos llegan las fuerzas del tercio y aunque algunos marinos quieren enfrentarse a los legionarios, Guevara lo impide considerando que estaban en inferioridad de condiciones y fingen que se unen a la sublevación. Los legionarios, según El Telegrama del Rif, llegan a desfilar frente a los destructores al grito de Viva la República y Viva el Ejército, mientra que Arrarás escribe que al notar movimientos extraños en los buques los legionarios se desplegaron y parapetaron en previsión de lo pudiera ocurrir. Guevara por su parte dice que los legionarios se acercaron a los buques dando vivas a los marinos y agitando al aire fusiles y gorros. Un teniente coronel y un comandante les felicitaron por la actitud tomada y se marcharon.

Ganada momentáneamente la confianza de las fuerzas sublevadas, las tripulaciones de los destructores aprovecharon para desatracar y salir del puerto de Melilla. Teniendo en cuenta que los oficiales y los comandantes de ambos buques estaban detenidos, esta maniobra se hizo de forma poco hábil y el Almirante Valdés al salir dando atrás del atraque acabó tocando con la popa en el espigón de la bocana del puerto de donde pudo salir por el cabo de remolque que le dió el vapor Monte Toro, llegado en la mañana de ese día con tropas de la legión desde Alhucemas. El Monte Toro también aprovechó la ocasión para abandonar Melilla.

Los destructores llegaron a Málaga donde los mandos que intentaron unirse a la sublevación militar quedaron detenidos y sometidos a consejo de guerra junto con otros mandos y oficiales de la Armada acusados del mismo delito. El consejo de guerra dictó once sentencias de muerte que se cumplieron el 21 de agosto de 1936.