domingo, 23 de agosto de 2015

Una ceutí coronel del ejercito ruso


Francisco Sánchez Montoya 16/8/15 en Historia de Ceuta y el protectorado español
Cuando la ceutí África de las Heras cursaba sus estudios primarios en el Colegio de la Inmaculada, pocos podían pensar que acabaría sus días en Rusia con el grado de coronel. Nació el 27 de abril de 1909, al final de la actual calle Real -por aquel entonces Soberanía nacional- poco antes de llegar a la actual Plaza de Maestranza. Muy joven se marchó a la península, no sabemos exactamente cuándo fue, pero según algunos testimonios como el de Santiago Carrillo ella participó en la preparación de la huelga general de octubre de 1934 en Asturias. Tras militar en el PSOE y el PSUC fue captada por el servicio de información soviético (NKVD) durante la guerra civil española.

Estuvo implicada en el asesinato de Trotsky, participó como guerrillera en la URSS durante la Segunda Guerra Mundial, y fue una decisiva agente del KGB durante la guerra fría en Latinoamérica. Alcanzó el grado de coronel del KGB y está considerada una figura legendaria de los servicios de inteligencia de la extinta Unión Soviética.

Murió en 1988 y está enterrada en Moscú. África de las Heras fue condecorada por la Unión Soviética en varias ocasiones y terminó su carrera en los servicios secretos soviéticos como instructora de espías. África murió en Moscú el 8 de marzo, Día de la Mujer, de 1988 con el grado de coronel. Fue enterrada con honores militares en el cementerio de Kuntsevskoe.

África de las Heras fue la espía española más activa al servicio de la URSS durante cerca de medio siglo. María Pávlovna, María de la Sierra, Ivonne, Znoi, Patricia y Patria son algunos de los nombres que utilizó. Esta espía ceutí obtuvo numerosas condecoraciones de la URSS.

En 1956, Moscú envía a un nuevo jefe de espionaje para la zona, al qué África va a esperar a Buenos Aires. Ese mismo año, en aras del trabajo conjunto en favor de la URSS, se casará con él. Se trataba de Valentino Marchetti, en realidad Giovanni Antonio Bertoni, un italiano que huyó a la URSS en 1925 y volvió a Italia en 1944 para organizar una red de espionaje. Aunque en Moscú sostienen que, a pesar de ser un matrimonio de conveniencia, tuvieron una feliz vida familiar. Tras fallecer su marido, regresó aparentemente a Moscú en el otoño de 1967, pero salió al extranjero al menos en tres oportunidades más –en dos ocasiones, a Uruguay–, y el fin de su carrera como espía coincidió con el comienzo de su labor como instructora de agentes, en 1971, aunque permaneció en el KGB hasta 1985.

Durante la II Guerra Mundial, terminó unos cursos de radio y sirvió en un destacamento guerrillero donde le entregaron dos granadas, una pistola y un puñal: si corría peligro de ser tomada prisionera debía utilizar las granadas para destruir el radiotransmisor y el libro de claves antes de suicidarse. Lanzada en paracaídas, actuó en la retaguardia alemana a partir de mayo de 1942. Tras sus hazañas de guerra, en 1944 regresó a Moscú e ingreso en uno de los destacamentos del Comisariado de Seguridad de la URSS.

A finales de enero de 1946 pasa en automóvil de Berlín a París, donde se establece haciéndose pasar por refugiada. Un año después cruza la frontera franco-española, pero entonces Moscú decide enviarla a Uruguay, hacia donde parte en diciembre de 1948 y donde se establece como modista para no levantar recelos. Un año más tarde de su llegada se casa con el escritor uruguayo Felisberto Hernández. El matrimonio duró tres años hasta que se divorciaron. Luego se volvió a casar con un otro agente de la KGB, italiano, llamado Valentino Marchetti.

Ambos abrieron, como pantalla para sus actividades, una casa de compra y venta de antigüedades en el casco viejo de la ciudad de Montevideo. El Jefe del espionaje Vladimir Stanchenko confirmó la gran importancia de la ceutí en el entramado de la KGB al revelar, en julio de 1993, al diario El País que “después de la guerra, y hasta mediados de los años 70 fue responsable en Europa y América Latina de todo el entramado político.

Su tío, alcalde de Ceuta
Julián Francisco de las Heras Jiménez, tío de África fue alcalde de Ceuta, entre 1907 y 1909, de profesión abogado. Fue asesinado el 11 de abril de 1936, sobre la una de la madrugada, de tres disparos, en una de las pronunciadas curvas de la calle Canalejas, cuando regresaba del Casino Africano. Según los diarios locales de esos días una expropiación de terrenos se barajó como móvil del asesinato. Tuvo una vida política muy activa, y cuando en 1931 se convocan elecciones municipales para el 12 de abril. Se presentó bajo las siglas del partido Concentración Monárquica Conservador. No obteniendo, los votos necesarios para poder ocupar un escaño en el nuevo ayuntamiento bajo la República. A Patria, seudónimo con el que África firmó sus informes cifrados a Moscú después de la II Guerra Mundial, parecían gustarle los mitos e inexactitudes. Por ejemplo, lo explica su autor, en Rusia se decía que era hija del general Manuel de las Heras. Quizá le parecía más interesante y romántico hacerse pasar por la hija de su tío, muerto en diciembre de 1930 a consecuencia de las heridas de bala que recibió cuando se enfrentó a los sublevados republicanos de Jaca. 

¿África de las Heras, implicada en el asesinato a Trotsky?
Ramón Mercader, el asesino de Trotsky, fue amigo de África, y los documentos demuestran que estuvo implicada. Se conoce mucho la implicación de Caridad y Ramón Mercader en este asesinato en México, en 1940, y nada se conocía de la implicación de África en este operativo. Aunque ella no participó en la fase final que acabó con su vida, sí formó parte de todo el dispositivo de vigilancia y observación sobre Trotsky durante varios meses.

Stalin había dado la orden de asesinar a Trotski. Ella tomó una decisión en un momento determinado, en la Guerra Civil, pasando a trabajar con la Unión Soviética. Aunque estaba convencida de lo que iba a hacer, creo que se sacrificó tanto a la causa que en los últimos años de su vida se dio cuenta de eso. Su vida estuvo ligada a imposiciones de su vida clandestina.

Para que esta ceutí, fuera una espía tan destacada debería tener unas características especiales, que le hicieran ser diferente al resto. ¿Cuáles eran? Se trataba de una mujer inteligente, tenaz, muy comprometida políticamente, fría y calculadora, discreta, prudente… Eso le ayudó mucho en su labor. Era una comunista contumaz, convencida de su causa.

África mantenía una estrecha amistad con los compañeros comunistas españoles, Caridad Mercader y Ramón Mercader (madre e hijo), para llevar a cabo el plan. Ramón se había trasladado a Nueva York y de allí a México con el pasaporte de un brigadista canadiense fallecido, Frank Jackson, en septiembre de 1939.

Aunque la casa en la que vivía Trotsky estaba fuertemente custodiada, Ramón Mercader (conocido con el alias de «Jacques Mornard» lograría infiltrarse en su círculo ganándose la confianza de una de las secretarias de Trotsky, Silvia Ageloff, con la que incluso mantuvo un noviazgo formal premeditado y planeado para perpetrar el magnicidio. La tarde del asesinato, Trotsky se encontraba trabajando en su despacho cuando Mercader apareció con mal aspecto alrededor de las 17:20.

A pesar de quejarse de sed, llevaba sombrero y portaba un abrigo. Solicitó ver a Trotski para mostrarle un artículo. Con este pretexto subió al despacho y, mientras este se hallaba sentado, se acercó a él por la espalda y le clavó salvajemente un piolet en la cabeza, que extrajo de un bolsillo del abrigo. El grito de Trotski se oyó como un estruendo en toda la casa; sus custodios acudieron rápidamente pero no se pudo hacer nada. Logró derribar a su asaltante, salir de la habitación y comunicar a su esposa la identidad del asaltante antes de caer desvanecido. Cayó en coma y falleció al día siguiente, 21 de agosto de 1940, en un hospital de la Cruz Verde. Cabe señalar que a sus exequias, celebradas en la capital mexicana, asistieron cerca de trescientas mil personas, en una ciudad que por aquel entonces contaba con unos cuatro millones de habitantes. Su asesino fue condenado a diecinueve años de prisión; liberado en 1960, la Unión Soviética le otorgó la condecoración de Héroe de la Unión Soviética.

María Pávlovna, Ivonne, Znoi, Patricia, Patria…
María Pávlovna, Ivonne, Znoi, Patricia y Patria son algunos de los nombres que utilizó África de las Heras en su faceta como espía en el KGB. Ella ha sido protagonista de varios libros, – incluso me atrevo apuntar que el libro “Tiempo entre Costuras”, en ciertos aspectos, tiene algo de nuestra paisana África. El periodista Javier Juárez, es una de las personas que mejor conoce su vida, él escribió un exitoso libro titulado “Patria. Una española en el KGB”.

Manifestó que esta ceutí, fue una espía muy importante a nivel internacional. Juárez detalla cómo llevó a cabo la compleja investigación para escribir esta obra y dejar fiel testimonio de quien fue una de las agentes con mayor relevancia internacional. A medida que iba investigando, me di cuenta de que se trataba de una vida apasionante, eso fue lo que me llevó a seguir con la investigación, a narrarla en un libro y a publicarla.

Cuando empecé a investigar no había casi nada publicado sobre ella. Había una fuente de información que desgraciadamente sigue vetada, son los archivos de Moscú del KGB. Esa fuente, que es oficial, es discutible hasta cierto punto porque no todo lo que consta en este tipo de archivos, lo digo por experiencia, es verídico. No obstante ahí teníamos una veta, un filón, que desgraciadamente no se puede consultar. A medida que fui investigando, pude entrevistar a personas que bien directa o indirectamente la habían conocido.

Trabajé en archivos españoles, el Histórico Nacional y en el de la Guerra Civil de Salamanca y después contacté en Uruguay, que fue el país donde estuvo más tiempo además de en España, con personas que la conocieron directamente. Esa mezcla de archivos, entrevistas y algunos artículos sueltos, me sirvió para reconstruir el puzzle.

La familia de las Heras era muy conocida e importante en Ceuta, pero sólo hay familiares en un grado bastante lejano. Tuvo una hermana, que se llamaba Virtudes, que murió en Tánger. El espionaje por sí mismo no es un elemento suficientemente atractivo como para escribir un libro sobre alguien. Pero en el caso de África se da una serie de circunstancias muy singulares y particulares.

En primer lugar, que fuera mujer, algo que no es frecuente en los servicios de inteligencia, menos aún en los soviéticos, que estaban bastante dominados por los hombres. Lo segundo que me llamó la atención fue que África llegó a ser nada menos que coronel en el KGB.

África de las Heras llegó a ser coronel en la KG. Fue reconocida por sus jefes en Moscú. Eso dice mucho de ella, por el hecho de cómo fue reconocida por sus jefes en Moscú porque no era en absoluto fácil ser coronel del KGB en los años de la Guerra Fría. Sólo gente de la máxima confianza o personas que prestaron grandes servicios a Inteligencia llegaba a ese grado. De hecho sólo hay dos españoles que lo fueron, uno es ella y el otro Ramón Mercader

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