Montaje fotográfico realizado en la Central de Observación de la
Dirección de Prisiones, donde se estudiaba y calisificaba a los
reclusos. Imagen: Tusquets. Foto de jotdown.es enGais, lesbianas y transgénero durante el franquismoÁlvaro Corazón Rural |
Aún son pocos los que
conocen la historia, pero durante la represión franquista un centenar de
homosexuales fueron confinados en un campo de concentración en Tefía,
en donde sufrieron todo tipo de vejaciones. Ahora se les rinde homenaje
El Día.es 18/may/08 - G. Maestre, S/C de Tenerife
Ahora que la homosexualidad cada día que pasa se esconde menos. Ahora
que los hombres y las mujeres que lo deseen se pueden casar con
personas de su mismo sexo o simplemente vivir su relación como cualquier
otra pareja. Ahora que los gays y las lesbianas viven un momento de
aceptación y normalización social creciente después de siglos de
tópicos, rechazos y estigmatización. Ahora, y sólo ahora, historias como
las que sucedieron en el campo de concentración de Tefía, en
Fuerteventura, encuentran la oportunidad para salir a la luz y poner de
manifiesto la persecución y el drama que los homosexuales de las Islas
tuvieron que vivir durante el franquismo sin que prácticamente lo
supiera nadie.
En Tefía estuvieron confinados alrededor de 80 canarios, a los que la
autoridad competente, y en la mayor parte de las veces sin haber
celebrado un juicio, condenó a trabajos forzados en aplicación de la Ley
de Vagos y Maleantes y de Peligrosidad y Rehabilitación Social.
Ahora siguen siendo muy pocos los que se atreven a reconocer su paso
por aquel terrible lugar que era una mezcla de campo de concentración y
penitenciaría, pero no es para menos si se tiene en cuenta lo que
tuvieron que pasar por su inclinación sexual.
"Pasé hambre, miseria, llanto, sufrimiento y mucho más", recuerda
Octavio García, uno de los pocos que han tenido coraje para dar un paso
adelante y decir sin tapujos ni vergüenza de ninguna clase que "soy
maricón, y digo maricón porque a mis 78 años eso de gay u homosexual es
muy moderno y yo no me identifico. A veces pienso en que no sé cómo pude
salir vivo de Tefía, pero también creo que he podido disfrutar después
de la vida porque no me he ocultado, no me he negado, y lo que sí he
hecho es ser muy recatado y sencillo. Nunca me ha gustado la ostentación
ni el escándalo y sí el decoro".
Y es que hay quien puede considerar exagerado denominar a Tefía como
un centro de concentración, pero García es el primero que defiende que
así sea, "porque allí nos daban una comida al día y nos tenían haciendo
trabajos forzados de sol a sol, sobre todo cargando agua de un pozo y
llenando bidones con agua salobre, que era la que nos daban de beber. Yo
creo que la gente conoce más los campos de concentración nazis, pero en
Canarias teníamos Tefía y yo creo que era igual que Auschwitz".
Incluso los trabajadores del lugar parece que en poco se
diferenciaban de los temibles nazis de los que todos hemos oído hablar,
ya que "aquellos funcionarios eran peores que las hienas. Nos
maltrataban, nos obligaban a ponernos firmes y a cantar el "Cara al sol"
con el brazo firme, y los días de ducha, por supuesto eran de agua fría
y muy de vez en cuando, cortaban el agua cuando nos estábamos
enjabonando y obligarnos a quedarnos así".
Respecto al régimen alimenticio de nuevo aparecen conmovedoras
analogías con los alemanes, ya que García recuerda con cierta
repugnancia que "nos daban escaldones de gofio con cebollas y sin
aceite, o chícharos llenos de gorgojos o batatas enraizadas. Nosotros
cerrábamos los ojos y nos lo comíamos porque es que si no nos moríamos.
Recuerdo que un buen amigo que hice allí y que se llamaba Manuel Santana
entró con 84 kilos y salió pensando poco más de 50. Creo que si
realmente allí no murió nadie fue porque el plazo máximo de estancia era
de tres años".
Y es que Octavio tuvo la suerte, si se puede decir que eso fue
suerte, de que su confinamiento duró 16 meses. "Yo había estudiado en
colegio de curas y monjas y conocía muy bien el catecismo, por lo que me
dediqué a ayudar a formar en la Fe a mis compañeros", y parece que fue
precisamente eso lo que me ayudó a salir antes de aquel lugar primero y a
superar el trauma después.
"Mi fuerza para aguantar todo esto fue mi propio interior, mi Fe en
Dios. Recuerdo que siempre tenía en la cabeza aquella frase de que Lo que tiene que suceder, sucederá y nadie lo remediará, realmente eso me calmaba".
Y es que pese a tanto sufrimiento y dolor, García se ratificó en sus
creencias católicas, "aunque no soy practicante, pero lo único que le
pido a Dios es que nunca, nunca jamás en la vida, vuelva a haber un
sitio como aquel, porque nada de lo que yo diga hará que la gente sepa
realmente lo que allí pasó".
Cabe recordar que Tefía se abrió como lugar de rehabilitación para
"desviados" poco después de que terminara la Segunda Guerra Mundial y
una década después de la Guerra Civil Española. "Eran tiempos
terriblemente difíciles para todos y aunque acreditaras que estabas
trabajando y que eras una personas decente, les daba igual y te mandaban
para allá", recuerda García, al tiempo que se entristece al decir que
"lo pasé muy mal porque me vi muy solo y mi madre, que era una mujer muy
dura, ni siquiera fue a verme".
Resarcimiento oficial
Si por algo es conocido Octavio es por ser una de las pocas víctimas
de Tefía que fue indemnizada por el Gobierno con algo más de 12.000
euros. "Lo que sucede es que muchos de los que estuvieron allí luego se
casaron y tuvieron hijos para no tener más problemas y, claro, ahora no
les van a decir a sus familias que estuvieron encarcelados por ser
maricones. No obstante, alguno de ellos que se enteró de que yo había
cobrado me llamó para que le explicara que era lo que tenía que hacer.
En este punto quiero reivindicar la figura de Juanito, el pionero del
carnaval, que lo mandaron allí con 18 años y permaneció allí tres años.
Luchó mucho para que nos indemnizaran por tanto sufrimiento".
Pero además de lo que pudo haber cobrado o no, la verdadera
satisfacción de Octavio García hoy está en el cariño y sobre todo en el
respeto que recibe de la gente. "Hoy me siento tan arropado que puedo
volver a Tefía, pese a que me es muy doloroso, pero tengo que ir y allí
estaré".
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