Francisco Sánchez Montoya en Historia de Ceuta y Protectorado español
(Fragmento del artículo: Paseo por Santa Catalina…) 30/10/15
El 1 de noviembre de 2005, fue un día histórico, por primera vez se
llevó a cabo una ofrenda de flores por parte de la Ciudad.
Anteriormente la fosa común, presentaba un aspecto lamentable. El
trabajo de adecuación se llevó a cabo con un proyecto del arquitecto
municipal Javier Arnaiz. En el citado lugar fueron enterrados 156
personas, tras oponerse al golpe militar de julio del 36, en su gran
mayoría son militares, políticos y sindicalistas, los últimos
enterramientos en ese lugar fueron realizados en agosto de 1944.
En torno a la fosa común del cementerio de santa catalina tendríamos que recordar que tanto en Ceuta, como la zona occidental del Protectorado en Marruecos más que de guerra habría que hablar de represión, pues no hubo combates ni operaciones militares. La barbarie desencadenada fue tan intensa y extendida que no sólo la sufrieron los que habían defendido la República con su labor política y sindical, sino que también cayó la misma sobre aquellos que eran simplemente más abiertos, los incrédulos por cualquier motivo, los que habían destacado en empresas culturales y actividades públicas o simplemente aquellos denunciados por rencillas personales, odios y deudas, de los que se nutrieron las cárceles ceutíes y del Protectorado español en Marruecos.
El desglose del total de asesinados en Ceuta fueron 268. Es fácil concluir, que el tema de la represión ejercida en el nuevo Estado que surge tras el golpe militar del 17 de julio de 1936 presenta aún hoy, a pesar de los años transcurridos desde entonces, numerosas lagunas. La consulta de distintos documentos permite acercarse a la tétrica realidad judicial de aquellos años. Los procedimientos sumarísimos de urgencia, que la legislación fijaba como formula ocasional, se convirtieron, sin embargo, en la única fórmula empleada por los tribunales para juzgar los supuestos delitos de los que no eran adictos al nuevo régimen.
Amparados en la más absoluta impunidad y parapetados tras la vía jurídica no dudaron en acusar y condenar de adhesión a la rebelión a los que precisamente habían defendido la legalidad constitucional. Daba igual que las acusaciones realizadas se refirieran a asesinatos, pertenencia a organizaciones políticas o sindicales, participación en saqueos de iglesias, insultos, redacciones de periódicos, pertenencia la masonería, etc. Y, desglosando las cifras, se puede apreciar que el mes de agosto de 1936 se convierte en el más trágico de toda la represión en Ceuta, con 73 víctimas, de las cuales tan sólo siete se efectúan tras los respectivos consejos de guerra; el resto, sesenta y seis, fueron debidas a las sacas de madrugada.
Por militancia política, el número mayor de fusilados fue para los
anarcosindicalistas y por profesiones el estamento militar fue el más
castigado, sobretodo en 1938. Tras el inicio de la represión, con el
paso de los meses, el número de fusilamientos fue disminuyendo
paulatinamente. En los cinco primeros meses se registraron un total de
ciento veintiocho ejecuciones, casi el 50% de las llevadas a cabo
durante toda la represión. En 1937 se registraron noventa y seis, para
continuar bajando hasta cuarenta y uno en 1938, y hasta seis años
después, en agosto de 1944, no se consignaron los últimos tres
fusilamientos en Ceuta. Estos datos confirmarían la conclusión en el
sentido de que la represión sustancial se produjo en los primeros meses.
Tras las primeras ejecuciones en Ceuta, el 21 de julio de 1936, hasta 1944, en todas se consigna herida por arma de fuego, aunque después, en el registro civil, aparecen muchos tachados. Hay un paréntesis de seis años, desde 1938 a 1944, que no se producen más ejecuciones. Tal vez las hubo, pero se pudieron encubrir en los libros como hemorragia interna. Esto ocurrió con el fusilamiento de los tres miembros de la resistencia en Tánger, pero es evidente que el error en el número de fusilados no consignados debe ser muy pequeño. Si se toman en cuenta los días en que se producen las ejecuciones y el número se observa que no parece que existiera una norma que regulara las mismas. Hay meses que durante varios días consecutivos se realizan fusilamientos y otros que las fechas se distancian considerablemente. Pero es irrefutable que tras algún ataque de las fuerzas republicanas en la madrugada siguiente realizaban ejecuciones. También se incrementa en torno a las celebraciones de determinados aniversarios y cuando en el frente fallecían soldados o miembros de la Falange local.
Ángel García Ruiz
Don Ángel como lo conocían sus alumnos fue el autor de la música del
himno de Ceuta, fundó y dirigió el Conservatorio municipal, creó la Masa
Coral, el Cuadro Lírico; fundó y dirigió la Orquesta Sinfónica y la
asociación Amigos de la Música y fue el director de la banda de música
del Tercio. Sus restos reposen en una tumba apartada, mejor decir oculto
del cementerio, donde se accede tras pasar por una empinada escalera y
un frío muro. Todo esto ocurre desde 1956 cuando Don Ángel García Ruiz
falleció de un cáncer de estómago y fue enterrado “fuera del
Cementerio”.
La curia ceutí de aquellos grises años no le perdonó su libertad de pensamiento. En este 2004 se está conmemorando el ochenta aniversario de la primera audición del himno. Sobre Don Ángel, el catedrático Antonio Garrido Aranda escribió: “El profesor que más hizo por la música en Ceuta en un largo trecho, que iría desde los años 30 a mediados de los cincuenta, fue don Ángel García Ruiz, uno de los fundadores del Conservatorio, con los hermanos Alcalá Galiano. Era un músico en toda la extensión de la palabra. Lo recuerdo como una persona muy seria y responsable, pero sin quitar un ápice de humanidad y educación…”. También el abogado Fernando Díaz Bermejo, escribió: “Hace más de treinta años, contando unos quince o dieciséis años de edad, cuando acompañando a mi padre, que era un gran melómano y aficionado a la música clásica, al cementerio para visitar supongo la tumba de algún familiar, me contó la historia de quien había sido director de la orquesta de Ceuta y compositor de su himno, y por qué su enterramiento estaba fuera de los límites del camposanto, en tierra no consagrada…”.
Sobre los inicios del Conservatorio de Ceuta, por el que tanto hizo Don Ángel, tendríamos que referirnos a lo escrito por Vicenta Marín, donde destaca que en 1932 fue creada una escuela particular de música por iniciativa de un grupo de personas que consideraban que era una parcela educativa que no estaba cubierta en la ciudad.
La creación de este centro fue justificado por los profesionales del arte musical, manifestando que existía un gran número de alumnado que se estaban viendo privado de poder cursar esta enseñanza por falta de recursos ya que el gasto que les suponía era superior a los medios económicos de los que disponían. En el año de su fundación, como escuela particular, se propuso al Ayuntamiento que se hiciera cargo de ella, con lo cual se consiguió que pasara a funcionar como escuela Municipal de Música, a partir de mayo de 1932. Para ello, aportó una subvención para cubrir gastos de funcionamiento.
La Corporación se comprometió a proporcionar a la Escuela el material y mobiliario necesario para su total funcionamiento. El 18 de noviembre de 1932 comenzaron las gestiones, por parte de su director Don Ángel García Ruiz, para dar carácter oficial a los estudios. Consiguiéndose en 1933, que el Ayuntamiento declarara la Escuela Municipal de Música como Conservatorio.
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