Francisco Sánchez Montoya - El Faro Digital.es 26/4/15
Seguramente fueron muchos más los ceutíes que sufrieron el castigo y el horror de los nazis. Pero hasta el día de hoy, documentados sólo tenemos a Eugenio Amador Mayano y a Enrique Mateo.
Pese a los años transcurridos la búsqueda de fichas de entradas y deportados es muy laboriosa. El Ministerio de Cultura español y las asociaciones de víctima del nazismo están realizando una gran labor de documentación.
Pero muchos años atrás, tras la lectura del parte oficial con la terminación de la Guerra Civil española, el 1º de abril de 1939, en realidad, la contienda no terminó para todos. Una enorme cantidad de españoles, entre ellos muchos ceutíes, combatientes o no, se tuvieron que marchar de aquella España, en la que no tenían sitio. Una gran mayoría se instalaron en Francia; pero sobre ellos, poco más de un año después, se precipitó otro conflicto bélico que complicó más su ya de por sí difícil situación: la invasión alemana de Francia.
En la ficha de los ceutíes podemos leer Eugenio Amador Mayano, fue deportado el 27 de enero de 1941 al campo de concentración de Matauthasen, nació el 6 de enero de 1906. Tras su detención estuvo en la XI-B Fallingbostel, con el número de prisionero 6835. Fue ejecutado el 13 de marzo de 1942. El otro ceutí Enrique Mateo, nació el 21 de marzo de 1926, ingreso en la prisión de Compiègne, el 2 de julio de 1944, siendo deportado al campo de concentración de Dachau tres días después, tenía el número 77.972, tras el fin de la guerra fue liberado, el 8 de mayo de 1945 se puso fin, con la derrota de la Alemania nazi, a la Segunda Guerra Mundial.
Estos ceutíes, contribuyeron a la defensa de Francia contra la Alemania nazi. La derrota francesa llevó a miles de ellos a caer prisioneros del III Reich; conocieron posteriormente un régimen inhumano que les llevó a la muerte a la mayoría de ellos. A partir de agosto de 1940 llegaron los primeros detenidos españoles a Austria y hasta octubre de 1941 todos los transportes de detenidos españoles se dirigían a Mauthausen.
El Holocausto fue una divisoria de aguas en la historia de la humanidad. Es muy importante que el mundo moderno comprenda este genocidio contra el ser humano. Cualquiera que sea nuestra identidad o el lugar donde residamos, el conocimiento de este suceso de alcance universal puede ayudar a que todos iniciemos un análisis crítico de las raíces del genocidio y la necesidad de proteger la paz y los derechos humanos, con miras a prevenir la repetición de esas atrocidades.
Me gustaría destacar unas reflexiones sobre el horror nazi, y que conservo en mis viejas carpetas de prensa. Fue una entrevista realizada, a Jorge Semprún, hace años. Él fue un antifranquista en la clandestinidad, ministro de Cultura y sobre todo, superviviente del campo de concentración de Buchenwald: "Están desapareciendo los testigos del exterminio. Bueno, cada generación tiene un crepúsculo de esas características. Los testigos desaparecen. Pero ahora me está tocando vivirlo a mí. Aún hay más viejos que yo que han pasado por la experiencia de los campos. Pero no todos son escritores, claro. En el crepúsculo la memoria se hace más tensa, pero también está más sujeta a las deformaciones. Luego hay algo... ¿Sabe usted qué es lo más importante de haber pasado por un campo? ¿Sabe usted qué es exactamente? ¿Sabe usted que eso, que es lo más importante y lo más terrible, es lo único que no se puede explicar? El olor a carne quemada. ¿Qué haces con el recuerdo del olor a carne quemada? Para esas circunstancias está, precisamente, la literatura. ¿Pero cómo hablas de eso? ¿Comparas? ¿La obscenidad de la comparación? ¿Dices, por ejemplo, que huele como a pollo quemado? ¿O intentas una reconstrucción minuciosa de las circunstancias generales del recuerdo, dando vueltas en torno al olor, vueltas y más vueltas, sin encararlo? Yo tengo dentro de mi cabeza, vivo, el olor más importante de un campo de concentración. Y no puedo explicarlo. Y ese olor se va a ir conmigo como ya se ha ido con otros".
Siete melillenses en el horror nazi
También siete melillenses sufrieron este genocidio, Joaquín Callejón Inglada, Antonio Delgado Jurado, José Fajardo García, Rafael García Segura, Antonio Muñoz Zamora, Manuel Rojas de la Cruz y Mariano Tost Planet. No todos consiguieron la libertad, y fueron asesinados José Fajardo, de 32 años, estuvo en la prisión de Salzburgo, con posterioridad fué trasladado a Mauthausen donde el 8 de enero de 1942 fue asesinado. Rafael García, en julio de 1942, Manuel Rojas, y el último de los ejecutados en Mauthausen Mariano Tost, de 21 años. Los tres que salvaron la vida, tras la caída de los Nazis en mayo de 1945 fueron, Joaquín Callejón, Antonio Delgado y Antonio Muñoz. En el campo de concentración donde estuvieron estos melillenses, conocido como el campo de los españoles, junto con Auschwitz, fueron los campos de exterminio más sanguinarios del Holocausto nazi. Durante la II Guerra Mundial en sus cámaras de gas dejaron su vida no sólo judíos, sino también Republicanos Españoles, en torno a los 10.000.
Tras el hundimiento de la República española que dio fin a la Guerra Civil en abril de 1939, los republicanos españoles lograron alcanzar a duras penas la frontera francesa, buscando refugio en el suelo galo. Donde fueron distribuidos por el sur de Francia en campos de refugiados. Al cabo de unos meses estalló la II Guerra Mundial y los españoles fueron obligados a combatir en las filas del ejército francés, enviados al frente en escuadrones de choque, en las filas de la legión extranjera, ó con uniforme francés, siendo muchos de ellos capturados por los nazis, entre ellos dos ceutíes y siete melillenses, según la documentación que actualmente te tiene.
Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto
Mañana día 27 de enero de 2014, se conmemora el "Día en memoria de las víctimas del Holocausto", girará en torno al tema «Viajes a través del Holocausto». Se pretende recordar los diferentes viajes que se realizaron durante este período oscuro, de la deportación a la prisión, y de la cárcel a la libertad, y de qué manera estas experiencias transformaron las vidas de aquellos que las soportaron. Se trata de historias de dolor y sufrimiento, aunque, finalmente, también tienen que ver con el triunfo y la renovación, haciendo las veces de fuerza orientadora para las generaciones futuras. Debemos también hacer algo más que recordar y velar por que las nuevas generaciones conozcan esa parte de la historia. Debemos aplicar las lecciones del Holocausto al mundo actual y hacer cuanto podamos para que todos los pueblos gocen de la protección y de los derechos por los cuales luchan las Naciones Unidas.
Los ceutíes y melillenses localizados en los campos de concentración, están extraídos de la documentación expuesta en el libro "Memorial. Españoles deportados a los campos nazis (1940-1945)", editado por el Ministerio de Cultura. En el prólogo José Ramón Cruz. Subdirector General de los Archivos Estatales marca las pautas del trabajo realizado. El libro se realizó cuando se cumplió el 70 aniversario del comienzo de la Guerra Civil española y con esta ocasión tuvieron lugar distintas actividades que contribuyeron a la reflexión sobre unas circunstancias que marcaron a la sociedad española de forma duradera. Por un lado, la pérdida de vidas humanas y la devastación que la guerra trajo. Además, tuvo lugar un exilio de dimensiones muy considerables que privó a nuestra sociedad de parte esencial de sus cuadros políticos y sociales y de su intelectualidad. España, que había estado como nunca abierta a Europa y esperanzada con la experiencia de la II República, sufrió una vuelta atrás que implicó nuestro apartamiento de Europa durante décadas.
En el prefacio, Ramiro Santisteban Castillo, presidente de la Federación Española de Deportados e Internados Políticos en Mauthausen, escribe sobre este horror: Es ahora, ya en los primeros años de este tercer milenio, cuando aquellos a quienes en algún momento se llamó los olvidados son por fin reconocidos. Salen del anonimato, o al menos lo hacen sus nombres y su memoria, pues son muy pocos quienes quedan en vida. La dictadura franquista tuvo como efecto que durante casi cuarenta años algunos aspectos esenciales de la historia española reciente quedaran en la sombra. Y aunque, posteriormente, una joven democracia trajese vientos de libertad a España, parece que todavía ha hecho falta llegar a nuestros días para que la vivencia de los hombres y mujeres que sufrieron la tragedia de la Deportación haya terminado para muchos de salir a la luz ese sentimiento lo compartimos algunos antiguos deportados en mayo de 2005, cuando junto a nosotros asistía a las conmemoraciones de la liberación de Mauthausen, por primera ve, el Presidente de un Gobierno español.
Muchos años antes, recién terminada la Guerra Mundial, yo y otros compañeros, antiguos deportados, habíamos tenido la ocasión de conocer a otro Presidente del Gobierno de España. Se trataba de Francisco Largo Caballero, que había conocido también los avatares de la Deportación, él en el campo de Sachsenhausen, cerca de Berlín. Había vuelto anciano y fatigado de Alemania, pero todavía pudimos contar con su presencia en algunos actos organizados por los exdeportados, antes de que falleciera en París en 1946. Con ocasión de su entierro en el cementerio de Père Lachaise no faltó el afecto y el calor de una gran masa de españoles exiliados y, desde luego, de muchos deportados. Él, siendo una personalidad tan relevante, había pasado por un campo nazi. Toda una muestra de las circunstancias personales tan variadas de cada uno de los deportados y de quienes vivimos el exilio de general. Medio millón fuimos quienes dejamos en febrero de 1939 la tierra en que habíamos nacido.
El Holocausto judío
La triste y dolorosa persecución judía en Alemania tuvo su comienzo cuando en 1933 los nazis toman el poder. Inicio de una propaganda de odio. Septiembre de 1935, las leyes de Nuremberg quitan a los judíos sus derechos civiles. 28 de octubre de 1935, judíos polacos que habitan en Alemania son expulsados. 9 de octubre de 1938, la Noche de Cristal, 191 sinagogas y 17 viviendas de judíos son incendiadas. 7.500 tiendas son saqueadas y destruidas. Algunas decenas de judíos son muertos o heridos. 20.000 judíos son encarcelados, la mitad son enviada a Buchenwald. Los judíos alemanes pagan una multa colectiva de mil millones de marcos. Fábricas y tiendas judías son confiscadas y niños judíos son expulsados de las escuelas. 1° de septiembre de 1939: El día en que estalla la guerra mundial hay en el territorio del Reich (Alemania, Austria, Checoslovaquia) 375.000 judíos. Septiembre-octubre de 1939: Polonia es conquistada y repartida entre Alemania y la URSS. En la región conquistada por el Reich se encuentran 2.700.000 judíos.
21 de septiembre de 1939, Heydrich da órdenes secretas a sus subordinados, concentrar la población judía con miras a la "solución final" que debe ponerse en práctica ulteriormente. 30 de octubre de 1939, Heydrich ordena que todos los judíos del Reich sean trasladados a Polonia en la zona llamada del "Gobierno general". Marzo de 1940, el traslado queda en suspenso a causa de las dificultades de transporte. Verano de 1940, los judíos deben llevar un signo distintivo: "la estrella amarilla". Se establecen ghettos en las ciudades polacas. Los jefes del Reich discuten acerca del "plan de Madagascar": deportar a todos los judíos de Europa a aquella isla del Océano Índico. Ese proyecto será abandonado. 18 de octubre de 1940, el ghetto de Varsovia queda herméticamente bloqueado. En su interior hay 400.000 judíos. Observación general: En el curso de esa etapa, el objetivo buscado era el exterminio de los judíos por el hambre, la enfermedad, la represión física y la depresión moral. Comienzan las ejecuciones en masa.