domingo, 25 de septiembre de 2011

Defensa es quien tiene que ordenar la retirada de los símbolos franquistas .


El Faro Digital.es / 21 de Septiembre de 2011, C.Echarri
El Ministerio de Defensa es el que debe acatar la ley de Memoria Histórica en los bienes que son de su propiedad y, por tanto, es el responsable de que todavía luzcan símbolos franquistas en monumentos como el del Llano Amarillo. La Ciudad se excusa en que la responsabilidad es de los militares y evita cualquier responsabilidad en el incumplimiento que, todavía hoy, se está haciendo en el caso de Ceuta.

De hecho la institución dice haber hecho los deberes, mientras Defensa calla y opta por mantener elementos que ensalzan la época de la dictadura. La Ciudad, no obstante, sí que llegó, en marzo de 2010, a retirar el nombre de Franco colocado en este mismo monolito. A pesar de ello, fuentes de la Ciudad Autónoma indican que la retirada del escudo y el cambio propuesto en la leyenda del 17 de julio de 1936 (que se cambiaría por el día 12) debe ser ordenado por Defensa.

El Ministerio sí que ha cursado la orden de retirada de símbolos franquistas en los cuarteles, pero no ha llegado a ejecutar en su máxima expresión lo que contempla la Ley.

Los pies de Franco en las inmediaciones de la ermita de San Antonio, el mástil principal del Cañonero Dato o los símbolos franquistas de los cuarteles han desaparecido. En unas recientes declaraciones a ‘El Faro’, el historiador Francisco Sánchez recordaba la historia del monumento del Hacho, “obra del arquitecto Francisco Herranz, fue inaugurado en el valle de Ketama el 12 de julio de 1940, para conmemorar las maniobras militares celebradas entre el 5 y el 12 de julio de 1936, organizada por el Gobierno de la República. En el mes de mayo de 1962 fue trasladado a Ceuta y ubicado en su emplazamiento actual. La solución pasaría por cambiar un sólo número y ya se estaría cumpliendo con la ley”, indicaba.

Hacerlo o no ya es asunto de cumplir lo que marca la ley o no.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Franco, por los suelos


El Faro Digital / 18 de Septiembre de 2011, Carmen Echarri
La aplicación de la ley de Memoria Histórica parece que no ha terminado de encajar en Ceuta. Años después de que se ordenara la retirada de los símbolos franquistas, todavía hoy persisten algunos de ellos en una clara lucha contra el sistema. En marzo de 2010, el Gobierno local anunciaba la retirada de algunos de esos símbolos; las órdenes se quedaron en el camino ya que en la actualidad el máximo exponente de las gestas de don Paco, el monumento del Llano Amarillo, sigue recordándolas.

El escudo falangista, con el yugo y las flechas, así como la fecha de 17 de julio de 1936 reflejan lo sucedido en una guerra de hermanos, sin que hasta ahora se haya cumplido lo que sencillamente marca la ley. Aunque para algunos es algo más que eso: retirar estos símbolos supone terminar, al menos visualmente, con la referencia a unas gestas que han salpicado de una u otra manera a sus familiares.

¿Qué ha hecho la Ciudad desde que se le comunicará oficialmente la obligatoriedad de cumplir la ley? Pues eso, empezar a cumplirla pero quedándose únicamente en el inicio.

El pasado 26 de marzo de 2010, una brigada de Obimace encabezada por su máximo responsable político: Gregorio García Castañeda, retiraba el nombre de Franco, que aparecía grabado en el monolito. ¿Su destino? El propio monte que rodea el mítico Llano Amarillo. Todavía hoy, entre escombros, basura y restos del botellón se pueden encontrar las letras que conformaban el apellido del dictador. La F por un lado, la O por otro... y así hasta formar un Franco ya por los suelos.

¿Y el resto? Nada se ha avanzado. La Ciudad dijo en su día que sí, que seguirían retirando los símbolos franquistas. Y lo hizo en parte: los pies de Franco en las inmediaciones de la ermita de San Antonio, el mástil principal del Cañonero Dato o los símbolos franquistas de los cuarteles. Después tendría que haber venido lo demás. E incluso la Ciudad anunció que echaría mano de maquinaria especializada para la retirada del escudo falangista (formado por el yugo y las flechas) del monolito del Llano Amarillo y la supresión de la fecha (17 de julio de 1936) de las escalinatas principales del mismo, lo que dejaría el monumento con su aspecto original.

Propuestas alternativas

El historiador Francisco Sánchez lanza una propuesta: cambiar el 17 por el 12. “El monumento del Llano Amarillo, obra del arquitecto Francisco Herranz, fue inaugurado en el valle de Ketama el 12 de julio de 1940, para conmemorar las maniobras militares celebradas entre el 5 y el 12 de julio de 1936, organizada por el Gobierno de la República. En el mes de mayo de 1962 fue trasladado a Ceuta y ubicado en su emplazamiento actual”, recuerda. La solución pasaría por cambiar un sólo número y ya se estaría cumpliendo con la ley. El propio Francisco Sánchez ya propuso en su día mantener el monumento del Llano Amarillo quitando el nombre de Franco, los símbolos del Régimen y cambiando la fecha grabada.

A tenor del estado actual se concluye que poco o ningún caso se le ha hecho. En la actualidad el Llano Amarillo es uno de los escasos símbolos franquistas que continúan expuestos a la vista de todos, en una burla claro a los pasos seguidos en otros puntos del país.

Quien dice el Llano suma otros puntos como la Catedral, que todavía muestra alusiones al franquismo en la lápida de los Caídos colocada en la pared. Sánchez recuerda que “según la Ley, su retirada depende de la Iglesia, no tiene ningún valor patrimonial, pero mi opinión es que debería de retirarse y trasladarse al cementerio de Santa Catalina”.

En uno de sus últimos informes, la oenegé Amnistía Internacional ha acusado al Gobierno de incumplir la Ley precisamente por permitir que haya ciudades en las que no se ha ordenado esta retirada. AI recuerda que se está incumpliendo las obligaciones internacionales en materia de verdad, justicia y reparación de víctimas del franquismo y la Guerra Civil. La “Ley por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura”, que es su denominación oficial, se ha desarrollado parcialmente y con lentitud, denuncia la oenegé. “En un desarrollo reglamentario de lentitud exasperante, sólo al final de año, el Gobierno ha dictado algunas disposiciones para el desarrollo y aplicación de lo establecido en la Ley. Y lo dispuesto se concentra sólo en medidas simbólicas o de escaso significado para garantizar verdad, justicia y reparación”, asevera

martes, 13 de septiembre de 2011

Historia de Ceuta y Protectorado español de Marruecos. Del “Stanbrook” a la fosa común de Ceuta

Fosa común en Ceuta

Francisco Sánchez Montoya

Miles de españoles se encontraban el 28 de marzo de 1939 en el puerto de Alicante, entre ellos tres jóvenes, Antonio Reinares Metola, José Congost Plá y Ramón Valls Figuerola, ellos aguardaban un barco que les permitiese abandonar España, camino del exilio, tras la derrota del ejército republicano. Llegó el buque Stanbrook, zarpando hacia Orán (Argelia),

cinco años después estos tres alicantinos fueron fusilados ante los muros de la fortaleza del Monte Hacho. El barco arribó a Orán el 30 de marzo de 1939 y quedó anclado a la entrada del puerto sin poder atracar en los muelles hasta el 6 de abril, día en que amarró en el muelle Ravín Blanc. Allí empezó para muchos un largo exilio, más de 2.600 personas consiguieron escapar, hacinadas, en el mítico "Stanbrook". Pero aquella travesía no se les olvidaría a ninguno de sus ocupantes, el barco iba escorado por el exceso de peso, todos estaban apiñados, y apenas tenían comida, y existía el miedo a ser hundidos por los submarinos alemanes o por los aviones que les sobrevolaban. Cuando divisaron al día siguiente las costas africanas, supieron que desembarcarían en Orán, a los exiliados los alojaron en una antigua cárcel con funciones de albergue, y a los tres días fueron repartidos por varias casas de la ciudad. Muchos de estos exiliados pudieron abandonar Argelia, tras muchas penurias, y establecerse en el Marruecos francés, concretamente en Casablanca, donde organizan Una resistencia al régimen de Franco, con la creación de la denominada Unión Nacional Antifascista (U.N.A.). Estudian la posibilidad de restituir en Tánger, como cabeza de lanzadera para después pasar a Ceuta. La resistencia en Tánger entra en contacto con estos exiliados en Casablanca y le piden que necesitan a un delegado para su apoyo, ya que están muy vigilados. El 10 de agosto de 1941 se desplaza a Tánger José Congost Plá. Realizó el viaje en ferrocarril, escondido en un cajón y protegido por el jefe de estación, Leopoldo Serdán. Se reúne con resistencia que trabaja en la ciudad y estudian la posibilidad de que Tánger sirva de plataforma para otras ciudades. Comienzan a recibir desde Casablanca el boletín Reconquista de España, que lo adaptarían con el nombre de Liberación de España, escrito a máquina, y lo reparten por la ciudad. Como el trabajo de captación va en aumento, el recién llegado José Congost requiere nuevamente de Casablanca el envío de otro delegado más y a los pocos meses llegó por el mismo conducto Antonio Réinales Metola, este tiene en sus planes inmediatos el trabajo de reorganizar las Juventudes Socialistas Unificadas. Al cabo de algunos meses formó un comité, integrado por Amalia Guerrero Lemos, secretaría general; Sebastián Mesa Mefre, secretario de propaganda; León Azulay Cohen, secretario de organización, y los vocales Jacob Cuby y Rubén Bengio. En septiembre de 1941 se envían dos nuevos dirigentes desde Casablanca, Adelo Aguado Hidalgo y Ramón Valls Figuerola; éstos asumen mayores y más amplias atribuciones y, sobre todo, el propósito de abrirse camino hacia Ceuta y el Protectorado. Congost Plá, jefe del comité en Tánger, viaja por varias ciudades del Protectorado y consigue los apoyos de Antonio Gómez Rocober y Ramón Peña en Larache; meses más tarde se desplazó a Tetuán y Ceuta.

Se desplazan a Ceuta

En Ceuta se entrevistaron con Demetrio Valentín, quien sirve de enlace para hablar con Pedro Rodríguez, dirigente socialista quien hacía pocos meses quedó en libertad tras cumplir condena en la fortaleza del monte Hacho. Celebraron varias reuniones en la ciudad, asistiendo también el secretario político del Partido Socialista en Ceuta, Juan Traverso, y los cenetistas Agustín Álvarez y López Infante. Debido a los nuevos proyectos de la resistencia a la dictadura y con el fin de recibir noticias del Comité Central deciden que el dirigente recién llegado desde Casablanca, Adelo Aguado, viaje a Madrid para mantener algunas reuniones y obtener más información. Celebró varias reuniones con las células clandestinas en la capital, pero mientras se encontraba reunido con miembros del comité peninsular fue detenido y llevado a la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol, y tras duros interrogatorios se le acusó de "atentar contra la seguridad del Estado y fomentar la organización de partidos políticos". Tras un consejo de guerra sumarísimo, fue ejecutado a garrote vil el 28 de mayo de 1942 en Madrid. La detención de Adelo Aguado origina que las autoridades franquistas comiencen a encarcelar a los demás miembros de las células en las ciudades de Ceuta, Tánger y las del Protectorado, Tetuán y Larache. En total son noventa y un detenidos. Todos son enviados a Ceuta, los hombres a la fortaleza del Hacho y las mujeres a la prisión del Sarchal. Se celebró el consejo en el cuartel de Sanidad, habilitándose una gran sala especial, comenzando el 9 de marzo de 1944. Después de siete días de vistas y declaraciones se aprobaron las múltiples condenas, destacando las penas de muerte a los alicantinos, José Congost Plá, Antonio Reinares Metola y Ramón Valls Figuerola, acusándoles de un delito contra la seguridad del Estado. El 18 de agosto de 1944, a la siete de la mañana, fueron ejecutados. Un camión militar transportó sus cuerpos al cementerio, siendo enterrados en la fosa común. Cinco años después, el 15 de noviembre de 1949, José Guerrero Garrido abonó el traslado de los restos. Como detalle significativo, en la lapida donde se tallaron sus nombres, se dibujó en grande y justo encima una gran estrella de cinco puntas, símbolo de las Juventudes Socialistas Unificadas, que todavía continúa en el cementerio de Ceuta.

El buque Stanbrook

El "Stanbrook" es una referencia mítica del exilio español. Se trataba de un pequeño barco carbonero, de 1.383 toneladas, construido en 1909 y remozado en 1937. Por motivos de seguridad el barco viajó con distintas banderas en tareas de abastecimiento de la zona republicana. El barco fue fletado por la Federación Provincial Socialista de Alicante para organizar la evacuación final, encargándose Rodolfo Llopis de todas las gestiones para la organización y financiación del viaje. Cuando a las 23 horas del día 28 de marzo el capitán del "Stanbrook" ordena levantar las amarras, con rumbo desconocido para la mayoría de los pasajeros, el barco iba lleno hasta el palo mayor. En todos los lugares había alguien; en las bodegas, en el puente y sobre el techo de las cocinas y las máquinas; la línea de flotación estaba sumergida y se empezaba a levantar el ancla. Seguían llegando por miles los desesperados que no cesaban de gritar o llorar. Con 2.638 pasajeros a bordo inició el "Stanbrook" una singladura con rumbo a Orán, navegando en zig-zag por encima de la línea de flotación. De ellos, 2.240 eran hombres y 398, mujeres; 147 eran niños, de los cuales 15 no habían cumplido el primer año de edad, y de entre éstos, algunos eran recién nacidos. El barco arribó al puerto de Orán el día 30 de marzo, anclando a la entrada del puerto sin atracar en los muelles, hasta el 6 de abril, día que amarró en el muelle Ravín Blanc (Barranquillo blanco), pero aislado del resto por alambradas y soldados senegaleses. Las autoridades franceses no autorizaron el desembarco de los refugiados de la hora final, añadiendo en el caso del "Stanbrook", una enorme cota de dramatismo, debido al hacinamiento y las imposibles condiciones de vida de estos miles de expatriados dentro del buque. Si bien en los primeros días fueron desembarcados mujeres, niños, enfermos y ancianos, por increíble que parezca, estos miles de expatriados tuvieron que sobrevivir (en gran parte debido a la solidaridad de los españoles de Orán y de las organizaciones humanitarias internacionales) sobre los muelles del Orán durante treinta días más, una penosa cuarentena, hasta que por fin se autorizó el desembarco. Y después vendrían los largos días de un todavía más largo exilio.

¿Qué fue del destino del "Stanbrook"? Siguió después prestando servicio en la marina mercante hasta que el 3 de diciembre de 1939 se hundió al chocar contra una mina o alcanzado por un torpedo alemán a la entrada del puerto de Amberes.

El exilio español en el Magreb

Aunque a lo largo de la historia de España ha habido numerosos exilios por razones políticas, el exilio trágico por antonomasia, por encima de todos los demás, ha sido el provocado por la guerra civil de 1936-1939. Existe un gran desconocimiento, a pesar de los años transcurridos, esa aventura humana que vivió una parte del exilio español en el Magreb, cárceles, campos de concentración, compañías de trabajos forzados, represión y vida clandestina falsa integración en la vida ciudadana, rechazados siempre, de manera más o menos descarada marginados en realidad a lo largo de toda su historia. Comiendo el pan negro del destierro y proyectando a pesar de todo ello, al correr de los años, por todas partes, limpia imagen de unos hombres que no hizo nunca suya, la resignación del vencido, Cuando llegaron frente a Orán, el puerto de la costa argelina, empezó un verdadero calvario, tras desembarcar en unas condiciones lamentables fueron llevados (un viaje que duró otros dos días en tren) hasta un campo de concentración de Boghar, (un lugar cercano a la frontera de Marruecos) bajo la vigilancia de gendarmes y soldados senegaleses. Los prisioneros no podían trabajar, pero con el estallido de la II Guerra Mundial, les pusieron un pico y una pala en las manos para construir la vía férrea que permitiera a los alemanes abastecerse rápidamente de carbón y hierro, a las órdenes de oficiales franceses. Estando en el campo sufrían el castigo llamado “la disciplinaria” que consistía en correr hasta reventar cargados con un pesado saco de arena al hombro. En 1942 la Gestapo se hizo cargo del control del campo. Se iniciaba un éxodo en el Magreb de dimensiones cuantitativas y cualitativas como nunca hasta entonces se había conocido en la historia de los españoles. Se veían obligados a abandonar España no sólo las autoridades del Régimen republicano y los dirigentes de los diversos partidos políticos y de los sindicatos, así como sus cuadros, también lo hacía un gran número de profesionales -escritores, periodistas, médicos, catedráticos, juristas, farmacéuticos, ingenieros, militares…-, tal vez los más representativos y cualificados de la inteligencia española de la época. La aventura de esta España peregrina no terminó oficialmente hasta que iniciada la transición democrática en España tras la muerte de Franco, la nueva Constitución, refrendada por una inmensa mayoría de españoles, puso fin a la realidad y la dialéctica de las dos Españas, iniciándose un periodo de reconciliación y de consenso democrático. La información sobre el exilio republicano, ha sido notoriamente insuficiente en los medios de comunicación de masas, de modo que la mayoría de la población, especialmente los jóvenes, lo desconocen


martes, 6 de septiembre de 2011

El Gobierno de Melilla distingue a quien presume de haber asistido a una de las ejecuciones franquistas



Melilla, segunda Ciudad española con mayor patrimonio histórico-artístico Modernista, ejemplo de diversidad cultural por la convivencia pacífica y ejemplar de cristianos, musulmanes, judíos, hindúes o gitanos, la puerta de España y Europa a África…

Pero desde que el Popular Juan José Imbroda es Presiente de la Ciudad Autónoma (10 años), el único aspecto histórico que resalta no es precisamente lo que pone en valor su convivencia y diversidad sino lo que recuerda a la etapa más oscura de la historia de nuestro país: monumentos en homenaje al régimen franquista.

No contentos con ser la única Ciudad española que mantiene en sus viales públicos una Estatua del dictador Franco, además de monumentos franquistas que presiden las principales avenidas de la Ciudad, en el día de ayer el Gobierno de Imbroda ha vuelto a dar un paso más en su empeño de mantener vivo el recuerdo y homenaje público al régimen que ha protagonizado la etapa más oscura de nuestra historia reciente.

El pleno de la Asamblea de la Ciudad Autónoma de Melilla aprobó ayer la concesión de tres Medallas de oro de la Policía Local. Dos de ellas, la que condecora al Cuerpo Nacional de Policía y a la Guardia Civil, por unanimidad de todos los grupos políticos y la tercera, aprobada sólo con los votos del PP, distingue a su ex Consejero de Seguridad Ciudadana.


El Partido Popular de Melilla, en solitario, ha aprobado ayer en el pleno de la Asamblea de la Ciudad la concesión de la Medalla de Oro de la Policía Local al que fue hasta el pasado mes de mayo su Consejero de Seguridad Ciudadana (actual asesor institucional del Presidente melillense), Ramón Antón Mota. Para la concesión de dicha Medalla, el Gobierno de la Ciudad ha presentado un documento que contiene las razones y “méritos” que considera el Gobierno merecedoras de tal distinción.

En dicha propuesta se recoge como trayectoria profesional el haber acudido a Barcelona en Comisión de Servicio para asistir a la última ejecución que hubo en España, la de Puig Antich, acompañando al Delegado Gubernativo.

La oposición representada por el PSOE, Coalición por Melilla y Partido Populares en libertad (escisión del PP) han rechazado con su voto en contra la concesión de dicha distinción a quien incluye en su currículum como mérito profesional un hecho tan aberrante como es una ejecución y a quien fue el impulsor de la creación de dicha condecoración y que ahora la recibe de manos del Gobierno al que ha pertenecido.

Salvador Puch Antich, joven anarquista de 25 años, fue ejecutado por el régimen franquista el 2 de marzo de 1974 por el modo “Garrote Vil” tras ser condenado por un tribunal militar franquista por asesinato de un subinspector de la Brigada Político Social (cuerpo policía represor durante el Régimen de Franco) muerto en el tiroteo que ocurrió durante la captura de Puig Antich.

Los únicos méritos que concurren en dicha concesión son este lamentable hecho y el desarrollo de acciones propias de un miembro político de un Gobierno. La oposición política y muchos melillenses han mostrado su rechazo públicamente a esta decisión y se preguntan si no hay entidades, instituciones o personas de renombre para recibir esta alta distinción como para dársela a quien la creó y a quien presume de participar en una ejecución franquista.

30/8/11
Amin Azmani
Asesor del Grupo Parlamentario Socialista en la Asamblea de Melilla
Sº Participación Social, Diversidad e Interculturalidad de Juventudes Socialistas de España
Miembro del Grupo de Reflexión sobre Alianza de Civilizaciones de la Fundación Pablo Iglesias
Secretario General de Juventudes Socialistas de Melilla
Palacio de la Asamblea, Plaza de España, s/n
52001 - Melilla
Telfs.: 952699206 / 654997754
Fax: 952699217 / Mail: sgeneraljsme@gmail.com
Blog: www.aminazmani.wordpress.com

Ramón Antón Mota, individuo con méritos
de presenciar la ejecución de Salvador Puig Antich en 1974



lunes, 5 de septiembre de 2011

Ceuta la nuit repasa la vida y obra del alcalde Sánchez Prado con el historiador Francisco Sánchez Montoya

75 años sin el alcalde republicano de Ceuta


elfarodigital.es /05 de Septiembre de 2011, Juanmi Armuña
Hoy se cumplen 75 años del fusilamiento del último alcalde republicano de Ceuta, el médico Antonio López Sánchez-Prado, un hombre que tres cuartos de siglo después de su muerte sigue estando vivo en el corazón de muchos ceutíes, muchos de los que guardan estampas con su figura y acuden a rendirle homenaje al monumento levantado en su nombre en el cementerio de Santa Catalina.

Ceutíes como el historiador Francisco Sánchez Montoya hacen posible que la historia del último alcalde republicano siga viva en la sociedad ceutí. Y debido a sus obras seguirá estándolo en generaciones venideras. Y es el propio Sánchez Montoya quien prepara un nuevo trabajo, un trabajo que le ha llevado dos años preparando un documental de una hora de duración y un libro de unas 300 páginas con unas 150 imágenes entre fotos y documentos del biografiado. Dicho trabajo será presentado el lunes día 28 de noviembre en el salón de actos del Palacio Autonómico.

En una conversación con este medio, Sánchez Montoya agradece al equipo de RTVCE el apoyo dispensado para lo que denomina un “apasionante” proyecto. “Llevaba mucho tiempo dándole vueltas a la idea de escribir este libro sobre el médico y alcalde de Ceuta en torno a estas historias tan recusadas por una generación que recibimos desde escuelas, púlpitos y tribunas el gran relato de la cruzada de una España verdadera contra otra España, que no lo era, sino Anti-España. Aunque tengo que admitir que lo que habitaba en mí no era una idea sino un sentimiento empapado de pasión por un personaje lleno de honradez y dignidad. También está en el origen de este libro la necesidad acuciante de buscar respuestas a algunas otras preguntas que me planteaba, de forma inevitable. Y mostrar uno de los aspectos más dramáticos de la represión en el comienzo de la Guerra Civil en Ceuta”, explica el historiados los motivos por los que decidió hacer este nuevo trabajo.

La “integridad” de aquel médico y alcalde republicano lo “atrapó sin remedio”, pero fue su libro sobre la República y Guerra Civil, publicado en 2004, el que le empujó a asumir su propio reto. “Intuí que la vida, la casualidad o el destino me habían llevado hasta aquel primero encuentro. Curiosidad por saber quién podría ser aquel hombre, alguien que había sido para los humildes, no compasión, no caridad, sino todo un símbolo. No existe mejor palabra para definirlo y expresar la razón de la vida de este alcalde republicano y la causa de su muerte. Muchos otros ceutíes pagarían también, con su vida, tamaña osadía como fue la de llevar la libertad y la cultura a quienes nada tenían sino el destino fatal de sumisión y mansedumbre”.

Entonces comenzó a investigar la figura del alcalde, a indagar sobre él y descubrió que era un hombre “de unas condiciones excepcionales”. Iba descubriendo algo que le hacía arrepentirse “de no haber iniciado antes este camino, quizá porque era difícil hacerlo, quizá también porque nuestra conciencia estaba adormecida”.

El autor de este nuevo trabajo lo define, según sus investigaciones, como un “luchador comprometido, radical combatiente contra el atraso endémico de un pueblo. La confianza que depositaron los ceutíes eligiéndolo en todas las elecciones que se presentó, alcalde y diputado, el supo responder hasta sus últimas consecuencias, a ese respeto y admiración que les tenía. Respondiendo a ese reconocimiento con una lealtad sin fisuras, empapada de devoción hacia los valores de la libertad y la democracia. Y precisamente, esto fue lo que marcó su destino fatal”.

Sánchez Montoya habla del sello dejado en la sociedad ceutí, algo palpable hoy día a pesar de los años: “Tras su fusilamiento, y pese a la gran represión, la memoria de este alcalde no se pudo silenciar, pese a los intentos de los sublevados. En el Registro Civil de Ceuta se encuentra certificada su defunción a consecuencia, se dice, de la aplicación del bando de guerra. Un juicio sumarísimo que no sirvió sino para enmascarar lo que sería un asesinato legal. El doctor Sánchez Prado, no era ningún agitador. En los años siguientes a su fusilamiento nadie comentaba lo ocurrido, Ceuta se convirtió en una ciudad llena de miedos y represión, todos amordazados”.

El historiador continúa diciendo que aquello fue un castigo, “y al pueblo lo acallaron”. Tras su fusilamiento, los ceutíes fueron enterándose “a retazos y de forma incompleta” de la muerte que había tenido. “Y por ser terrible e injusto, me ha impresionado todavía más el sufrimiento de su mujer y de sus hijos. En este trágico final y ante los hechos que lo envuelven, poco diferencia a Sánchez Prado de otros asesinados, desaparecidos o represaliados por el golpe. La insurrección golpista y la posterior guerra vienen a impedir dramáticamente el desarrollo del proyecto que tenía el alcalde para Ceuta”.

Tas esta investigación puede afirmar que le asesinaron por ser “un pacífico ciudadano, demócrata y un republicano profundamente convencido, fue un hombre humilde y comprometido que luchó por una sociedad libre de todo tipo de injusticias”. El autor continúa diciendo que “el mito desaparece cuando lo humanizamos. Cuando el símbolo se vuelve carne nos acercamos y descubrimos a la persona. Es entonces cuando apreciamos su importancia y reconocemos su singularidad. Hay quienes dedican toda su vida a los demás y luchan siempre por los más desfavorecidos. Espero que los lectores y estudiosos disfruten de este trabajo tanto como he disfrutado en el proceso de elaboración. Con este libro he pretendido recuperar un pasado oculto y poner al descubierto algunos detalles históricos sobre el alcalde de Ceuta, Sánchez-Prado. No pretendo haber dicho la última palabra. Faltan papeles para abordar los nuevos interrogantes que han surgido, algo normal en todo proceso de investigación”.

La detención

La tragedia comenzó el 17 de julio de 1936, un día en el que el alcalde no paraba de recibir llamadas aconsejándole que se marchara a Tánger ante el riesgo de un inminente golpe militar. Ante tales manifestaciones, visitó al entonces delegado del Gobierno, Ruiz Flores, quien le trasmitió que en pocas horas habría terminado todo, que “era un bulo”. Entonces Sánchez-Prado se dirigió de nuevo al Ayuntamiento, donde se celebró un pleno donde el delegado del Socorro Rojo Internacional de Ceuta, Torres Ruiz, fusilado también más tarde, solicitó el permiso para organizar una verbena y se estudió el presupuesto de los festejos patronales de agosto. Al finalizar la sesión, el alcalde manifestó: “Ha terminado la sesión, pero ¡oíd! Se aproximan días terribles para la República y es preciso que nos unamos y nos preparemos para defenderla. No es ocasión de huelgas, ni de disensiones, sino de que todos, como un hombre, cumplamos nuestro deber, ¡Viva la libertad! ¡Viva la República!”.

El alcalde continuó recibiendo llamadas. En el Consejo de Guerra declaró: “Seguí durante toda la tarde-noche recibiendo persistentes llamadas telefónicas para que me marchara y al mismo tiempo consideré por mi ejercicio facultativo como médico y por mi actuación como político, donde nunca perjudiqué a nadie y también por razones de ambiente, y sobre todo por el tono cariñoso de las personas que hablaron conmigo, incluso una de ellas, en tono angustiado a las nueve de la noche, todo ello indicaba el cariño que me tienen, pues solo se preocupaban de mí seguridad, yo les conteste, que mi sitio estaba junto al pueblo que me eligió”.

Sobre las tres de la madrugada del 18 de julio fue detenido y sacado de su casa esposado y escoltado por varios inspectores de policía introduciéndolo en un automóvil, donde dentro ya se encontraba detenido el militante de Unión Republicana Marcos Medina, que vivía frente al alcalde. Fueron trasladados a la comisaría de la Plaza de los Reyes y a los pocos días enviados a la prisión de García Aldave. El 12 de agosto lo trasladaron al cuartel de Sanidad, dando comienzo el Consejo de Guerra y en apenas 25 días se llevó a cabo su fusilamiento.

La fatídica jornada

Aunque aún confiaba y mantenía la esperanza de un posible indulto, el alcalde republicano conoció la aprobación del fallo del Consejo de Guerra. Aquella sentencia definitiva que se le fue leída decía: “En la Ciudad de Ceuta a cinco de Septiembre de mil novecientos treinta y seis, reunido el Consejo de Guerra de Oficiales generales para ver y fallar la causa instruida por presuntos delitos de rebelión y sedición. El Consejo Falla, que debe condenar y condena a los procesados Don Antonio López Sánchez-Prado, Adolfo de la Torre Guillen, Ángel Guijo Higüero y Fidel Vélez Roldan a la pena de muerte por el delito de rebelión militar. Lo firman todos los componentes del Consejo de Guerra, Tenientes Coroneles, Rojas Feigespán, Reig Valerino, Lagarde Aramburu, Del Valle Marín y Tejero Ruiz”.

Tras una agónica madrugada, a las 6:30 llegó el piquete encargado de la ejecución. Dos horas más tarde los sacaron y los llevaron en camionetas a la zona del Tarajal conocida como ‘El Tripero’. “La ejecución se llevó a cabo a las nueve de la mañana tras la orden del comandante. Acto seguido se procedió al desfile por el jefe de línea. El médico forense certificó las muertes y en un furgón de Sanidad militar fueron transportados al deposito de cadáveres del cementerio de Santa Catalina, donde se le entrega por orden del juez militar los cadáveres a los familiares para verificar su entierro, pero dejando bien escrito: ‘Que no podrá hacerse con pompa”, concluye el autor de la obra resumiendo parte del trabajo que se podrá ver el próximo lunes día 28 de noviembre en el salón de actos del Palacio Autonómico.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Simbología franquista en Ceuta



Domingo, 21 de agosto del 2011
Rafael Segura - (Viladecans)
En una reciente visita a Ceuta tuve la mala ocurrencia de visitar el Museo de la Legión. La visita fue muy corta y terminó en la primera sala, desde cuya entrada pude divisar paredes repletas de fotos y, alzando la vista, leer un letrero que decía: Sala de laureados de la guerra de liberación 1936-1939. No pude por menos que dirigirme al legionario de la entrada y manifestarle mi indignación. Creo que llamar guerra de liberación a una sublevación militar cuyas terribles consecuencias todos conocemos es indignante, ignominioso y posiblemente ilegal, según el artículo 15 de la ley de memoria histórica, que dice: «Las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la guerra civil y de la represión de la dictadura. Entre estas medidas podrá incluirse la retirada de subvenciones o ayudas públicas». Me sorprende que en muchos de los comentarios de diarios y políticos de la derecha más recalcitrante se diga, en relación con la memoria histórica: ¿por qué vamos a recordar hechos de la guerra civil si han pasado tantos años?. Nosotros no podemos ni debemos recordar la guerra civil, pero ellos nos la recuerdan constantemente en sus avenidas del Generalísimo, en las plazas del Caudillo, en hospitales con nombre de militares sublevados e incluso en la iglesia de la Macarena de Sevilla, donde se halla la tumba de un tal Queipo de Llano.

Nota Estación Orán-Wahrān وهران :

(MUSEO DE LA LEGIÓN)