elfarodigital.es /05 de Septiembre de 2011, Juanmi Armuña
Hoy se cumplen 75 años del fusilamiento del último alcalde republicano de Ceuta, el médico Antonio López Sánchez-Prado, un hombre que tres cuartos de siglo después de su muerte sigue estando vivo en el corazón de muchos ceutíes, muchos de los que guardan estampas con su figura y acuden a rendirle homenaje al monumento levantado en su nombre en el cementerio de Santa Catalina.
Ceutíes como el historiador Francisco Sánchez Montoya hacen posible que la historia del último alcalde republicano siga viva en la sociedad ceutí. Y debido a sus obras seguirá estándolo en generaciones venideras. Y es el propio Sánchez Montoya quien prepara un nuevo trabajo, un trabajo que le ha llevado dos años preparando un documental de una hora de duración y un libro de unas 300 páginas con unas 150 imágenes entre fotos y documentos del biografiado. Dicho trabajo será presentado el lunes día 28 de noviembre en el salón de actos del Palacio Autonómico.
En una conversación con este medio, Sánchez Montoya agradece al equipo de RTVCE el apoyo dispensado para lo que denomina un “apasionante” proyecto. “Llevaba mucho tiempo dándole vueltas a la idea de escribir este libro sobre el médico y alcalde de Ceuta en torno a estas historias tan recusadas por una generación que recibimos desde escuelas, púlpitos y tribunas el gran relato de la cruzada de una España verdadera contra otra España, que no lo era, sino Anti-España. Aunque tengo que admitir que lo que habitaba en mí no era una idea sino un sentimiento empapado de pasión por un personaje lleno de honradez y dignidad. También está en el origen de este libro la necesidad acuciante de buscar respuestas a algunas otras preguntas que me planteaba, de forma inevitable. Y mostrar uno de los aspectos más dramáticos de la represión en el comienzo de la Guerra Civil en Ceuta”, explica el historiados los motivos por los que decidió hacer este nuevo trabajo.
La “integridad” de aquel médico y alcalde republicano lo “atrapó sin remedio”, pero fue su libro sobre la República y Guerra Civil, publicado en 2004, el que le empujó a asumir su propio reto. “Intuí que la vida, la casualidad o el destino me habían llevado hasta aquel primero encuentro. Curiosidad por saber quién podría ser aquel hombre, alguien que había sido para los humildes, no compasión, no caridad, sino todo un símbolo. No existe mejor palabra para definirlo y expresar la razón de la vida de este alcalde republicano y la causa de su muerte. Muchos otros ceutíes pagarían también, con su vida, tamaña osadía como fue la de llevar la libertad y la cultura a quienes nada tenían sino el destino fatal de sumisión y mansedumbre”.
Entonces comenzó a investigar la figura del alcalde, a indagar sobre él y descubrió que era un hombre “de unas condiciones excepcionales”. Iba descubriendo algo que le hacía arrepentirse “de no haber iniciado antes este camino, quizá porque era difícil hacerlo, quizá también porque nuestra conciencia estaba adormecida”.
El autor de este nuevo trabajo lo define, según sus investigaciones, como un “luchador comprometido, radical combatiente contra el atraso endémico de un pueblo. La confianza que depositaron los ceutíes eligiéndolo en todas las elecciones que se presentó, alcalde y diputado, el supo responder hasta sus últimas consecuencias, a ese respeto y admiración que les tenía. Respondiendo a ese reconocimiento con una lealtad sin fisuras, empapada de devoción hacia los valores de la libertad y la democracia. Y precisamente, esto fue lo que marcó su destino fatal”.
Sánchez Montoya habla del sello dejado en la sociedad ceutí, algo palpable hoy día a pesar de los años: “Tras su fusilamiento, y pese a la gran represión, la memoria de este alcalde no se pudo silenciar, pese a los intentos de los sublevados. En el Registro Civil de Ceuta se encuentra certificada su defunción a consecuencia, se dice, de la aplicación del bando de guerra. Un juicio sumarísimo que no sirvió sino para enmascarar lo que sería un asesinato legal. El doctor Sánchez Prado, no era ningún agitador. En los años siguientes a su fusilamiento nadie comentaba lo ocurrido, Ceuta se convirtió en una ciudad llena de miedos y represión, todos amordazados”.
El historiador continúa diciendo que aquello fue un castigo, “y al pueblo lo acallaron”. Tras su fusilamiento, los ceutíes fueron enterándose “a retazos y de forma incompleta” de la muerte que había tenido. “Y por ser terrible e injusto, me ha impresionado todavía más el sufrimiento de su mujer y de sus hijos. En este trágico final y ante los hechos que lo envuelven, poco diferencia a Sánchez Prado de otros asesinados, desaparecidos o represaliados por el golpe. La insurrección golpista y la posterior guerra vienen a impedir dramáticamente el desarrollo del proyecto que tenía el alcalde para Ceuta”.
Tas esta investigación puede afirmar que le asesinaron por ser “un pacífico ciudadano, demócrata y un republicano profundamente convencido, fue un hombre humilde y comprometido que luchó por una sociedad libre de todo tipo de injusticias”. El autor continúa diciendo que “el mito desaparece cuando lo humanizamos. Cuando el símbolo se vuelve carne nos acercamos y descubrimos a la persona. Es entonces cuando apreciamos su importancia y reconocemos su singularidad. Hay quienes dedican toda su vida a los demás y luchan siempre por los más desfavorecidos. Espero que los lectores y estudiosos disfruten de este trabajo tanto como he disfrutado en el proceso de elaboración. Con este libro he pretendido recuperar un pasado oculto y poner al descubierto algunos detalles históricos sobre el alcalde de Ceuta, Sánchez-Prado. No pretendo haber dicho la última palabra. Faltan papeles para abordar los nuevos interrogantes que han surgido, algo normal en todo proceso de investigación”.
La detención
La tragedia comenzó el 17 de julio de 1936, un día en el que el alcalde no paraba de recibir llamadas aconsejándole que se marchara a Tánger ante el riesgo de un inminente golpe militar. Ante tales manifestaciones, visitó al entonces delegado del Gobierno, Ruiz Flores, quien le trasmitió que en pocas horas habría terminado todo, que “era un bulo”. Entonces Sánchez-Prado se dirigió de nuevo al Ayuntamiento, donde se celebró un pleno donde el delegado del Socorro Rojo Internacional de Ceuta, Torres Ruiz, fusilado también más tarde, solicitó el permiso para organizar una verbena y se estudió el presupuesto de los festejos patronales de agosto. Al finalizar la sesión, el alcalde manifestó: “Ha terminado la sesión, pero ¡oíd! Se aproximan días terribles para la República y es preciso que nos unamos y nos preparemos para defenderla. No es ocasión de huelgas, ni de disensiones, sino de que todos, como un hombre, cumplamos nuestro deber, ¡Viva la libertad! ¡Viva la República!”.
El alcalde continuó recibiendo llamadas. En el Consejo de Guerra declaró: “Seguí durante toda la tarde-noche recibiendo persistentes llamadas telefónicas para que me marchara y al mismo tiempo consideré por mi ejercicio facultativo como médico y por mi actuación como político, donde nunca perjudiqué a nadie y también por razones de ambiente, y sobre todo por el tono cariñoso de las personas que hablaron conmigo, incluso una de ellas, en tono angustiado a las nueve de la noche, todo ello indicaba el cariño que me tienen, pues solo se preocupaban de mí seguridad, yo les conteste, que mi sitio estaba junto al pueblo que me eligió”.
Sobre las tres de la madrugada del 18 de julio fue detenido y sacado de su casa esposado y escoltado por varios inspectores de policía introduciéndolo en un automóvil, donde dentro ya se encontraba detenido el militante de Unión Republicana Marcos Medina, que vivía frente al alcalde. Fueron trasladados a la comisaría de la Plaza de los Reyes y a los pocos días enviados a la prisión de García Aldave. El 12 de agosto lo trasladaron al cuartel de Sanidad, dando comienzo el Consejo de Guerra y en apenas 25 días se llevó a cabo su fusilamiento.
La fatídica jornada
Aunque aún confiaba y mantenía la esperanza de un posible indulto, el alcalde republicano conoció la aprobación del fallo del Consejo de Guerra. Aquella sentencia definitiva que se le fue leída decía: “En la Ciudad de Ceuta a cinco de Septiembre de mil novecientos treinta y seis, reunido el Consejo de Guerra de Oficiales generales para ver y fallar la causa instruida por presuntos delitos de rebelión y sedición. El Consejo Falla, que debe condenar y condena a los procesados Don Antonio López Sánchez-Prado, Adolfo de la Torre Guillen, Ángel Guijo Higüero y Fidel Vélez Roldan a la pena de muerte por el delito de rebelión militar. Lo firman todos los componentes del Consejo de Guerra, Tenientes Coroneles, Rojas Feigespán, Reig Valerino, Lagarde Aramburu, Del Valle Marín y Tejero Ruiz”.
Tras una agónica madrugada, a las 6:30 llegó el piquete encargado de la ejecución. Dos horas más tarde los sacaron y los llevaron en camionetas a la zona del Tarajal conocida como ‘El Tripero’. “La ejecución se llevó a cabo a las nueve de la mañana tras la orden del comandante. Acto seguido se procedió al desfile por el jefe de línea. El médico forense certificó las muertes y en un furgón de Sanidad militar fueron transportados al deposito de cadáveres del cementerio de Santa Catalina, donde se le entrega por orden del juez militar los cadáveres a los familiares para verificar su entierro, pero dejando bien escrito: ‘Que no podrá hacerse con pompa”, concluye el autor de la obra resumiendo parte del trabajo que se podrá ver el próximo lunes día 28 de noviembre en el salón de actos del Palacio Autonómico.
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