Levante-EMV.com 05 de abril de 2010
Sesenta y un años después, acabo de hacer mi viaje al Argelia, la que teníamos mitificada desde que vimos en el cine La Batalla de Argel, de Pontecorvo que tanto nos impresionó a los jóvenes valencianistas de los años 60 . Desde l'Altet a Orán, en 45 minutos, llegué a un país sorprendente, de playas vírgenes protegidas por dunas naturales como las que conocí desde Puçol a Valencia en mi niñez, con humedales de carrizo, platanarias y cañizo. La Argelia que yo he visto, es un país en edad temprana, es el país árabe con la estratificación social más nivelada de todos los que he visitado. Los niños van a la escuela y es general y factible el acceso a la sanidad y a las universidades, llenas de mujeres jóvenes con un interés por instruirse y formarse que cambiarán la fisionomía y la estructura del estado argelino. Al tiempo.
La pasión nacional es el fútbol y en todas las calles niños y jóvenes jugando partidos inacabables. Cuando juega la selección se paraliza la vida. La gente es de amabilidad desbordante y la gran obsesión es la seguridad. Vienen de una experiencia terrible y parece que esto lo justifica todo. Entre Mostaganem y Orán -80 km- lo normal será pasar hasta cinco controles militares. Poca broma. De día, lo encuentras anómalo, por la noche impresiona, porque sin darte cuenta te ves en el control, donde los chóferes apagan las luces exteriores, circulan lentamente a oscuras, con las luces interiores encendidas, tú no ves al que está fuera, aunque lo intuyes, pero ellos sí te ven, y así hasta superar el último obstáculo de pinchos de hierro y a continuar como si nada. Ellos lo tienen normalizado. Es el precio de la seguridad. Por la autovía misma pasa el Meridiano de Grenwich, el que pasa por Castelló. En la Argelia actual no hay turismo como lo vivimos aquí. Hay miles de chinos, pero no están en tiendas y restaurantes, están en la construcción. En la Orania trabajan hoy más de mil españoles, obreros especializados. Argelia entera está en obras. El gobierno tiene en marcha un plan de un millón de viviendas sociales. El cielo de Orania está lleno de grúas. Pero esto sería otro reportaje.
Algeria, Orania, tan lejos pero tan cerca. Digo lo que dicen los murales: "Viva la Algerie!". Y como dice mi amigo Abdelkader: Au revoir et à biento. r. a.valencia
La pasión nacional es el fútbol y en todas las calles niños y jóvenes jugando partidos inacabables. Cuando juega la selección se paraliza la vida. La gente es de amabilidad desbordante y la gran obsesión es la seguridad. Vienen de una experiencia terrible y parece que esto lo justifica todo. Entre Mostaganem y Orán -80 km- lo normal será pasar hasta cinco controles militares. Poca broma. De día, lo encuentras anómalo, por la noche impresiona, porque sin darte cuenta te ves en el control, donde los chóferes apagan las luces exteriores, circulan lentamente a oscuras, con las luces interiores encendidas, tú no ves al que está fuera, aunque lo intuyes, pero ellos sí te ven, y así hasta superar el último obstáculo de pinchos de hierro y a continuar como si nada. Ellos lo tienen normalizado. Es el precio de la seguridad. Por la autovía misma pasa el Meridiano de Grenwich, el que pasa por Castelló. En la Argelia actual no hay turismo como lo vivimos aquí. Hay miles de chinos, pero no están en tiendas y restaurantes, están en la construcción. En la Orania trabajan hoy más de mil españoles, obreros especializados. Argelia entera está en obras. El gobierno tiene en marcha un plan de un millón de viviendas sociales. El cielo de Orania está lleno de grúas. Pero esto sería otro reportaje.
Algeria, Orania, tan lejos pero tan cerca. Digo lo que dicen los murales: "Viva la Algerie!". Y como dice mi amigo Abdelkader: Au revoir et à biento. r. a.valencia
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