viernes, 14 de septiembre de 2012

Campo de concentración de Zeluan

 
Historias de la Melilla de izquierdas - Carlos Esquembri 17/7/12
El primer campo de concentración creado por los franquistas fue el de la Alcazaba de Zeluan, población marroquí cercana a Melilla, donde fueron encarcelados centenares de melillenses y de otras poblaciones del sector oriental del Protectorado español por su militancia de izquierdas o su oposición a la sublevación militar de julio de 1936. 
 
La Alcazaba fue construida por los marroquíes a finales del siglo XVII y tras la ocupación del territorio de Guelaya por los españoles se convirtió en acuartelamiento para las tropas de ocupación.
 
Su utilización como campo de concentración se produjo inmediatamente después de la toma de Melilla por los franquistas. Esta rápida puesta en marcha del campo de concentración demuestra que en los planes de los franquistas estaba ya decidido su utilización como tal ante la enorme cantidad de personas que pensaban encarcelar para doblegar Melilla por el terror.
 
En El Telegrama del Rif del lunes 20 de julio de 1936, tres días después de la ocupación de Melilla por las tropas sublevadas, se publicó un breve que reproduzco textualmente:
 
Ayer fueron detenidos varios paisanos a los cuales se trasladó a la Alcazaba de Zeluan, donde ha quedado establecido un campamento de concentración de detenidos. La Intendencia Militar situó en dicho punto los elementos necesarios para dicho alojamiento.
 
Estos individuos, nos han declarado, las autoridades, que serán puestos inmediatamente en libertad, sino recaen sobre ellos responsabilidades pendientes de otro orden, tan pronto presenten sus familiares un arma de la categoría de pistola, fusil o escopeta, en las oficinas de la Circunscripción.
Las horas para admisión de dichas armas serán de nueve a trece y de dieciséis a dieciocho"
 
Como vemos, en estos primeros días de la sublevación militar, los franquistas no se recataron de hacer público la existencia del campo de concentración, aunque posteriormente pasó a ser un tema casi tabú para la historiografía de la ciudad.
 
En cuanto a "los individuos" a los que hace referencia el Telegrama eran obreros, sindicalistas, políticos, concejales, funcionarios, periodistas, jueces, abogados o médicos cuyo único delito fue el ser de izquierdas o no apoyar la sublevación militar.
 
Para muchos de los detenidos, Zeluan se convirtió en la antesala de la muerte ya que, sobre todo en las primeras semanas de las sublevación franquista, decenas de personas fueron sacadas de noche para ser asesinadas en la carretera que unía Zeluan con Nador y Melilla. Paulino Díez, lider del anarquismo en Melilla, escribió de estos asesinatos en su autobiografía Memorias de un anarcosindicalista de acción:
Los asesinatos los realizaban los falangistas y los del Tercio en la carretera de Nador a Monte Arruit. Abandonaban los cadáveres en las cunetas y después lo recogía una ambulancia.
 
El 15 de septiembre de 1938, el periódico La Vanguardia publicó el testimonio de un melillense prisionero en el campo de Zeluan que pudo pasar a zona gubernamental al ser incluido en un canje de prisionero. Este melillense, que dijo llamarse Antonio Guzmán para ocultar su verdadero nombre por miedo a represalias contra su familia que seguía en Melilla, relató como al ser conducido a Zeluan en coche, este tuvo que parar porque había varios cadáveres en la carretera. Guzmán pudo reconocer uno de ellos como el José Gallego Urbano. José Gallego tenía 23 años y era militante de la JSU de Melilla. Fue asesinado el 30 de julio de 1936. Ese mismo día se constatan la muerte de Juan Buxaderas Ristol, Pascual Sánchez Pujalte y Manuel Gaitán González.
 
 
 
Los expedientes de los presos de Zeluan
Según leemos en el artículo de F. Javier López Jiménez El campo de concentración de La Alcazaba de Zeluán (Melilla) y sus expedientes personales (publicado en el Boletín informativo del Sistema Archivístico de la Defensa nº20. Diciembre de 2011), en marzo de 2011 se enviaron por el Archivo Militar Intermedio de Melilla al Archivo Militar de Guadalajara 1000 expedientes de prisioneros de Zeluan.

De entre los expedientes que se citan en el artículo quisiera destacar el incoado en octubre de 1936 a 28 personas por el terrible delito de robar una lancha para intentar huir a zona francesa y por el que cayeron condenas de 6 a 30 años y alguna condena condena a muerte que fue conmutada a 30 años.

Otro expediente es relativo a la causa 514/1936 por el asalto a la armería Eibarresa el 17 de julio de 1936. Por esta causa fueron sentenciados 34 melillenses de los cuales 7 lo fueron a muerte.
 
Recordar que las pocas y desvencijadas armas conseguidas en el asalto se utilizaron para intentar defender al gobierno de nuestra nación.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Documental completo: "Sanchez Prado: Médico, diputado y alcalde de Ceuta"


 
 
Conoceceuta 5/9/12

Documental de 55 minutos de duración realizado por RTVCE e incluido en el libro de Francisco Sanchez Montoya "Sanchez Prado: Médico, diputado y alcalde de Ceuta durante la Segunda República" y que se puede adquirir en la web: www.edicioneslibrosdeceuta.es

El Stanbrook, los últimos exiliados de la República

 
Desde el Puerto de Alicante, último reducto del régimen republicano, zarpó el último barco con exiliados con un pasaje de 3.028 personas. Su destino fue la costa de Orán. Muchos de ellos acabaron en campos de concentración franceses en Argelia y, después, luchando por la liberación de Francia en la División Lecrerc.

Público.es - Alejandro Torrús - Madrid - 08/09/2012
Helia González tenía cuatro años y tres meses el 28 de marzo de 1939. A pesar de su corta edad en aquel momento y de sus 77 años actuales, recuerda cada detalle de todo lo que sucedió durante aquellos días: los últimos suspiros de la República. Las tropas de Franco avanzaban desde Almería con destino Alicante, mientras que las columnas de Mussolini llegaban por el norte. Alicante estaba acorralada. Decenas de miles de personas iban llegando al puerto para escapar de lo que se convertiría en una ratonera. Helia consiguió entrar en la última vía de escape junto a su familia : el Stanbrook. “Nada más salir comenzaron a caer bombas donde estaba atracado el barco. Eran los italianos”, recuerda Helia a Público.
 
Con la dimisión del presidente Azaña, la huida de la flota republicana en Cartagena y la sublevación del coronel Casado en Madrid que había provocado la caída y el exilio del Gobierno de Negrín, los puertos de la costa levantina -y en especial Alicante- se convirtieron en la última esperanza de todos los combatientes republicanos, o simpatizantes, que pretendían huir de España para escapar de la represión. A lo largo del mes diferentes navíos como el Marionga o el African Trader zarparon rumbo al norte de África, así como numerosos barcos pesqueros que partieron desde los puertos de El Campello, La Vila Joiosa, Santa Pola y Torrevieja.
 
El padre Helia llegó el mismo día 28 de marzo del frente de batalla. Vivían en Elche. Su padre llegó alterado y ordenó a todos que había que huir. Las tropas de Franco y Mussolini estaban llegando. “Recuerdo cómo mi madre preparó una tortilla de patatas con un solo huevo para los cuatro. Era la única comida que teníamos y la tuvimos que compartir en el barco con otra familia que no tenía absolutamente nada”, cuenta Helia.
 
La familia de Helia llegó a Alicante al anochecer. En unas horas, a las 23 horas, zarparía el penúltimo barco del exilio. Unos minutos después lo haría el Marítime, con 32 autoridades republicanas de la provincia, dejando ya en los muelles a una multitud desesperada, atrapada en la ratonera del puerto alicantino. En el Stanbrook, un viejo carguero inglés comandado por el capitán Archival Dickson, 3.028 personas, entre ellos 147 niños, encontraron una salida. Otras decenas de miles no encontrarían esta salida.
 
El escritor Eduardo de Guzmán, que quedó en el puerto, escribiría en su cuaderno: “Continúan los suicidios. En la parte exterior del muelle dos cadáveres flotan junto al rompeolas. Un individuo que pasea por el muelle con aparente tranquilidad se pega un tiro en la cabeza. Otro muchacho se pega un tiro y la bala después de atravesar su cuerpo hiere mortalmente a un viejo de pelo blanco. Dos días más y el fascismo no tendrá nada que hacer porque nos habremos matado todos”.
 
22 horas de viaje
Con más del doble de pasajeros de los permitidos, el Stanbrook zarpó rumbo a Orán. Helia recuerda como el capitán Dickson, el único que se apiadó de los vencidos, permitió que entrara todo el mundo posible al barco desobedeciendo las órdenes de seguridad y ordenó a los presentes que nadie se moviera durante el viaje por peligro a desestabilizar el barco. “El trayecto fue infame. Llovió y no teníamos con qué cubrirnos. Tampoco podíamos ir al aseo. La embarcación tenía solo dos aseos y éramos más de 3000,y allí se había refugiado un montón de gente. Hice mis necesidades en la cubierta”, rememora.
 
A bordo del barco también estaba el abogado José Escudero, gobernador civil de Salamanca, Zamora y Granada a lo largo de la II República. Su nieto, Paco Escudero, ha recuperado parte de su memoria en la obra Pasajero 2.638. Nada más desembarcar en Orán, José escribió una carta a su mujer describiendo el viaje:
 
“A las 22 horas de salir llegábamos a Orán y en un puerto hemos pasado los 8 peores días de mi vida. Pasábamos el día y la noche como borregos, unos encima de otros, sin comida apenas, con agua escasa. ¡Un horror! Anteayer desembarcamos unos cuantos, ayer lo hicieron otros y hoy y en días sucesivos terminarán con los que quedan”.
 
Destinos múltiples
La suerte de los más de 3000 pasajeros fue muy dispar. Las autoridades francesas comenzaron una caza de comunistas que tendría por objetivo reclutar en campos de concentración a aquellas personas que consideraban revolucionarias. El diputado francés de extrema derecha Albert Sedró llegó a pedir en el Parlamento que mandaran a los portadores del germen revolucionario a una isla al fondo del Pacífico.
 
Dos mil refugiados fueron obligados a construir las vías del tren transahariano
Miles de españoles acabaron en campos de concentración con el objetivo de construir el imposible tren transahariano. Proyecto francés que arrancó en la I Guerra Mundial con presos alemanes como mano de obra y que continuaría al borde de la II Guerra Mundial con la mano de obra española.
 
El investigador José Aurelio Romero ha recopilado la vida de Ramón Vías, miembro del pasaje del Stanbrook, que terminó en un campo de concentración. “Estuvo en celdas de castigo y se erigió en dirigente de la oposición dentro de los campos, por lo que fue condenado a muerte por los franceses”, cuenta Romero a Público. Afortunadamente para Vías, la II Guerra Mundial ya había comenzado y los estadounidenses llegaron al norte de África para luchar contra el régimen frances títere de Hitler, la Francia de Vichy.
 
“Tras su liberación viajó por Túnez hasta que consiguió entrar en patera a España por Nerja en un viaje de dos noches y un día. Se refugió en las montañas de Málaga donde trató de reunificar a los guerrilleros”, relata Romero. Dos años más tarde, Vías fue detenido por el régimen de Franco y encarcelado en la prisión de Málaga, de donde consiguió escapar pocos días después.
 
“Como Vías tenía el cuerpo destrozado de las palizas recibidas en prisión no pudo refugiarse en las montañas. Se quedó en una chabola en las afueras y a los 25 días la Policía lo pilló. Cercaron la casa. Lo mataron a él, a sus dos escuderos y al dueño de la casa”, señala.
 
De comerciante a artista en Argelia
José Escudero tal y como relata en su carta fue a parar a un antiguo almacén de trigo junto a otros centenares de refugiados donde pudo “lavarse y afeitarse”. En este punto la familia perdió el contacto con él. Sólo saben que viajó hasta París y de ahí a México, desde donde retornó a España en el año 1951.
 
Helia y su familia sobrevivieron en Argelia como actores en un compañía de teatro
Helia fue a parar junto a su madre y su hermana de apenas unos meses a la cárcel del cardenal Cisneros. “Allí siempre escoltados por la guardia de senegaleses, nos ducharon y nos desinfectaron. Luego nos llevaron a un lugar cercano que era una especie de colonia para colegiales. Aún estaba en construcción y a menudo había explosiones para sacar piedra de la tierra. Con cada explosión cundía el pánico”, recuerda.
 
Tiempo después, un familiar de su madre que había emigrado a Argelia antes de la guerra fue a recogerlos y la familia se trasladó a la ciudad de Sidibel-abbesh. “Solamente se podía salir de los campos si alguien iba a buscarte. Conocimos a una señora muy mayor, madame Martínez, que consiguió sacar a todos los Martínez alegando que eran todos hijos suyos”, rememora.
 
El destino tendría depararía una sorpresa más para la familia de Helia. En Argelia operaba una compañía de teatro español que había quedado dividida en dos, como España, tras el golpe de Estado de los militares. “La compañía estaba formada por dos familias. Los Salgueron se volvieron a España y la familia Pineda vino a buscarnos para completar la compañía”, apunta.
 
Los siguientes ocho años Helia y su familia recorrieron cada una de las poblaciones de Argelia con la compañía de teatro español. “No iba al colegio, ni tenía casa fija. Viajábamos en carros, a pie o en autobuses cargados hasta la baca. Actuábamos en patios de colegio, en las salas de bar, en los patios de las casas, etc.”, señala esta señora, que recuerda que la obra que más gustaba al público era Tierra Baja de Angel Guimerà.
 
En julio de 1949 la familia consiguió regresar a España y rehacer su vida. Tras la decepción de que el fin de la II Guerra Mundial no trajera la democracia en España, Helia recuerda como su padre vivía con la ilusión de que la muerte de Franco trajera “nuevos aires a España”. Su padre vivió para ver a Franco morir, pero pronto se dió cuenta, recuerda esta mujer, que la democracia “no cambiaría nada”. “La cosa estaba atada y bien atada”, sentencia.
 
La liberación de Francia
De los campos de concetración de españoles en el norte de África salieron los republicanos de la nueve, un pelotón que se unió a la División Lecrerc. En el verano de 1944 esta división llegó a Francia y tras diversas incursiones consiguió llegar a París. El 24 de agosto de 1944 la 2ª División blindada comandada por el general Leclerc, recibe la orden de avanzar hacia París. El grueso de su compañía, la novena del tercer regimiento de marcha del Chad, la formaban republicanos españoles que habían estado en los campos de concentración de Argelia, muchos de ellos también pasajeros del Stanbrook.
 
El teniente Granell y sus hombres liberaron París con Madrid en la memoria El teniente Amadeo Granell, pasajero 2.073, capitaneó la avanzadilla que entró en París con vehículos semiblindados bautizados con nombres como la guerra de España. Llegó a la plaza del Ayuntamiento y anunció a los parisinos refugiados en el Consistorio que eran una avanzadilla de la División Lecrerc.
 
“La plaza se había llenado de gente. Se cantaba, se daban vivas extentorias, se bailaba, nos besaban. Lloraban de alegría. Era la libertad. Jamás me he sentido tan emocionado. Se entonó una marsellesa, yo quise cantar pero no pude. Se me puso un nundo en la garganta. No quería pestañear para que las lágrimas que se me agolpaban en los ojos no se me derramaran sobre las mejillas. País liberado, ¡qué alegría! Yo sin poderlo evitar pensaba en Madrid y en España.
 
El 25 de agosto De Gaulle presidió el desfile de la liberación. Las banderas de la República española estuvieron presentes en la ceremonia. Después, La Nueve fue hasta Alsacia y Lorena y marchó hacía el escondite de Hitler, pero ya no estaba allí. El nazismo ya había sido derrotado. Los pensamientos de estos soldados se dirigían a España y el franquismo. Pero la esperanza pronto se tornó frustración y las promesas cayeron en el olvido. El espíritu de la liberación llegó hasta los Pirineros.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Un melillense se persona en la causa argentina contra los crímenes del régimen franquista

 
El telegrama - 5 de Septiembre de 2012
Por Blasco de Avellaneda
La querella se tramita ante el Juzgado de lo Criminal y Correccional Federal Número 1 de la República Argentina, del que es titular la Juez María Servini de Cubría, que próximamente se desplazará a España para oír el testimonio de algunas víctimas del régimen franquista. Entre estas víctimas se encuentra un melillense, que se ha personado como acusación ante ese Juzgado.
 
Por este motivo, la Junta Directiva de la Asociación Pro Derechos Humanos de Melilla ha acordado adherirse a la querella interpuesta por particulares y asociaciones españolas y manifestar que la impunidad “de la que han gozado y gozan los autores de delitos calificados en la normativa internacional como crímenes contra la Humanidad y la situación de desamparo en que se encuentran las víctimas del genocidio, que no han recibido por parte del Estado español ningún tipo de reparación judicial por los enormes daños que han sufrido, afecta al entramado social damnificado por la falta de Justicia”.
 
Por todo ello, la organización dirigida por José Alonso ha decidido apoyar la denuncia contra los crímenes del franquismo, en la convicción de que constituirá un sustancial aporte para poner fin a la impunidad y conquistar la verdad y la Justicia, que les son debidas a las víctimas.
 
Ciudadanos, asociaciones y abogados argentinos y españoles se dan la mano en el juicio abierto contra el franquismo por genocidio siguiendo el principio de justicia universal. La propia juez acudirá a España previsiblemente el 10 de septiembre, para recoger las declaraciones de víctimas de la dictadura o, en su defecto, de familiares, durante unos diez días.
 
En su agenda no faltará una visita a Galicia donde Servini de Cubría visitará Camposancos, una parroquia de A Guarda donde se ubicó uno de los campos de concentración más importantes del franquismo, instalado en un antiguo colegio de los jesuitas. Entre sus paredes llegaron a estar más de mil presos hacinados, procedentes de media geografía española. Muchos de ellos fueron fusilados en lo que eran terrenos de labranza al lado del cementerio, en donde fue erigido un monumento en su honor.
 
Su visita está pensada para aquellos que, por edad o problemas de salud, no pudieron acercarse a los lugares en los que se centralizaron las querellas. En todo caso, no obviará Madrid, donde se sitúa su embajada, y es probable que recurra a la red de consulados, como el de Vigo, aunque, insiste, dependerá de la cantidad de víctimas o familiares que se presten a declarar. Es poco probable que acabe la juez visitando Melilla, aunque sí Málaga, donde podría desplazarse la familia del melillense denunciante.