sábado, 25 de febrero de 2012

Atentado frustado. El día que no mataron a Franco

Fortaleza-prisión militar del Monte Hacho

Cuatro cabos y varios soldados planearon asesinar a Franco en Ceuta el 18 de julio de 1936 para detener el alzamiento. Horas antes de la acción fueron delatados y finalmente ejecutados

Rojo y Negro - Francisco Sanchez Montoya. 1/ 9/ 03.
El 17 de abril de 1937, tras 10 meses de duros interrogatorios, concluyó un consejo de guerra sumarísimo contra 37 militares y dos civiles. Se les acusaba de organizar un complot en Ceuta para atentar contra la vida del general Franco y detener el alzamiento del 17 y 18 de julio del año anterior. Su acción pudo haber cambiado el curso de la Guerra Civil y sólo el testimonio a última hora de un soldado permitió abortarla. A pesar de ello, los detalles de aquel episodio han permanecido inéditos hasta ahora.

Todo comenzó al filo de la medianoche del 17 de julio de 1936, cuando las tropas del acuartelamiento legionario de Dar Riffien, al mando del teniente coronel Juan Yagüe, recibieron la orden de tomar Ceuta. Los diferentes cuerpos militares se distribuyeron para controlar la ciudad y al Regimiento de Infantería del Cerrallo Nº 8 de Ceuta se le ordenó salir a la calle para «defender a España».

Pero no todos los integrantes del batallón tenían la misma idea de lo que significaba «defender a España». El acuartelamiento solía ser destino de soldados de reemplazo y de veteranos peninsulares, en su mayoría jóvenes que buscaban en el Ejército un futuro mejor, sin olvidar por ello sus sentimientos republicanos. Como los cabos veteranos José Rico y Pedro Veintemillas, quienes en su ronda por las calles de Ceuta observaron cómo patrullas de falangistas detenían a civiles y asaltaban varias sedes de partidos políticos o cómo en las paredes de la ciudad se habían fijado bandos firmados por el general Franco en los que se comunicaba al pueblo el estado de guerra, la disolución de los partidos y la prohibición de reuniones.

Cuando Rico y Veintemillas volvieron al cuartel, en las primeras horas del 18 de julio, se reunieron en una pequeña habitación de la compañía con los también cabos veteranos Anselmo Carrasco y Pablo Frutos. Durante varias horas estudiaron cómo frustrar el alzamiento, pero no fue hasta un segundo encuentro durante el mismo día cuando el cabo Rico presentó el plan para matar a Franco. Cuando entrara en el patio central del acuartelamiento para revistar las tropas, él mismo le dispararía. Los demás implicados, desde la primera planta del cuartel, apuntarían al resto de militares para inmovilizarlos. Acto seguido, otro grupo saldría hacia la ciudad para informar del atentado y recabar el apoyo del pueblo.

En la tarde del 18 de julio el cabo Rico, jefe del complot, pidió entrar de guardia en la puerta principal del cuartel con el fin de ser el primero en enterarse de la llegada de Franco. Compartía vigilancia con el cabo Rodríguez, quien confesó en el consejo de guerra: «José Rico me preguntó qué me parecía el movimiento.Le contesté que llevaba dos días de servicio y que no me había informado, y él respondió que este movimiento iba contra el Gobierno, y que si nosotros fuéramos hombres deberíamos ponernos a favor de ellos e ir contra nuestros oficiales y jefes. Añadió que ya había implicado a los seis centinelas de la guardia. Y en el momento en que empezaran los disparos, me tenía que poner a las órdenes de Anselmo Carrasco y Pedro Veintemillas».

Los cabos y soldados implicados en la intriga lo tenían todo planificado. Sabían que Franco aterrizaría en Tetuán y en unas horas llegaría al cuartel de Ceuta. Pero la tensión en los jóvenes soldados ante la trascendencia del atentado hizo que uno de ellos decidiera hablar con el coronel jefe del cuartel para informarle de la trama. Éste, alarmado, avisó al cuerpo de guardia y echó por tierra el complot horas antes de que Franco llegara. Las detenciones no tardaron en sucederse y, según se detalló en el consejo de guerra, el total de acusados fue de más de 50 militares y civiles.

La Guardia Civil se hizo cargo de los detenidos, quienes, custodiados por la legión, fueron trasladados a unos viejos barracones para tomarles declaración. Así lo recuerda uno de los supervivientes, el anarquista Sánchez Téllez: «Entré en un pequeño despacho sin ventanas y un brigada me tomó la filiación y comenzó a interrogarme.Aún no había terminado la primera pregunta cuando sobre mi espalda sentí un golpe de vergajo. Para que me recuperara me echaban agua de un botijo, pero yo lo negaba todo».

Hasta las tres de la madrugada del 20 de julio los acusados estuvieron en los barracones declarando. Más tarde los hicieron subir a un camión, los colocaron de rodillas y los trasladaron a la fortaleza-prisión militar del Monte Hacho, también en Ceuta.

El 26 de julio empezaron los autos de procesamiento. El juez teniente coronel Ramón Buesa fue tajante en su exposición: «Según se desprende de lo actuado entre algunos cabos y soldados del Regimiento de Infantería, existía complicidad para la organización de un movimiento sedicioso con el fin de atentar contra la vida del excelentísimo señor jefe de las Fuerzas Militares Francisco Franco Bahamonde».

En la madrugada del 21 de enero de 1937, cuando aún no se había celebrado el consejo de guerra, una patrulla de falangistas llegó a la fortaleza del Hacho. Con total impunidad, sacó de sus celdas a los cabos Veintemillas y Marcos. Horas después sus cuerpos yacían, con un tiro en la cabeza, en el depósito de cadáveres del cementerio, donde fueron enterrados en una fosa común.

Juicio sin testigosDos meses más tarde, todos los detenidos fueron trasladados al Cuartel de Sanidad, donde tuvo lugar el consejo de guerra. Lo presidió el teniente coronel Ricardo Seco. El juez permanente teniente coronel Buesa dictaminó el veredicto de culpabilidad.«Fue un juicio aparente, sin testigos ni nada», cuenta Téllez. «Lo que más me quedó de la sentencia fue que el juez se levantó de su asiento y, con voz ronca y odio, nos dijo: 'No sois españoles, sois todos unos cobardes traidores a la patria', a lo que el cabo Rico replicó: 'Juré defender una España democrática y la defiendo porque soy español; los traidores a la patria sois vosotros'».

El epílogo de esta inédita conjura lo pone la muerte de un grupo de militares fiel a la República y que esperaba que con la muerte de Franco en su acuartelamiento se detendría la sublevación de sus mandos. Podría haber cambiado la Historia de España, pero lo único cierto es que, en la madrugada del 17 de abril de 1937, fueron fusilados el sargento Garea, los cabos Rico, Carrasco y Lombau y el soldado Navas. La ejecución fue obra de un piquete del Grupo de Regulares de Ceuta en el exterior de la fortaleza del Monte Hacho, situada en la Puerta de Málaga.

Francisco Sánchez Montoya es miembro del Instituto de Estudios Ceutíes y autor de «República y Guerra en Ceuta y Protectorado»
Las Claves:

El alzamiento
17 y 18 de julio. El asesinato del político José Calvo Sotelo, el 13 de julio de 1936, impulsó a Franco a adelantar el golpe que se preparaba para finales del mes. El 17 se rebeló el Ejército de Africa, y ésta fue la señal para la sublevación general de los días 18 y 19.

La trama
En el cuartel. El día en que se alzó el Ejército, cuatro cabos leales a la República del cuartel del Regimiento de Infantería del Cerrallo nº 8 de Ceuta, planearon frustrar el pronunciamiento asesinando a Franco mientras pasara revista a las tropas el día 18.

El fracaso
Detenidos. Un soldado reveló al coronel jefe del regimiento los planes de los cuatro cabos horas antes de que Franco llegara al cuartel. Se detuvo a más de 50 personas entre militares y civiles mientras el pronunciamiento se extendía por ciudades de la Península.

La sentencia
Fusilados. Finalmente fueron procesados 41 hombres: dos de ellos fueron ejecutados por patrullas falangistas antes de que se celebrara el consejo de guerra; cinco fueron condenados a morir fusilados; ocho, a cadena perpetua; 13, a penas de cárcel y 13 fueron absueltos.

La represión
Víctimas. Los siete fusilados no fueron las únicas víctimas de la represión en Ceuta. Entre 1936 y 1944 hubo 248 represaliados en la ciudad.

El otro intento
Kim Philby. El corresponsal de The Times en la guerra civil trabajaba desde 1933 para el servicio de inteligencia de la Rusia de Stalin y planeaba en secreto el asesinato de Franco. Ironías de la Historia, el general condecoró a Philby por sus crónicas en favor del bando nacional.

martes, 7 de febrero de 2012

Entrevista con el jefe rebelde español Francisco Franco en Tetuán

Autor/a: Jay Allen
Lugar: Palacio del Alto Comisionado, Tetuán
Fecha: 29/07/1936
Publicación: News Chronicle (Reino Unido)
Asunto: Primera entrevista concedida por Franco a un medio de comunicación.

Entrevista con el jefe rebelde español
News Chronicle, Londres, 29 de julio de 1936

El general Franco insiste en que vencerá. - ¿Tendrá que matar a la mitad de España? - Triunfaré cueste lo que cueste. Un hombre desesperado.

De nuestro enviado especial. Tánger, martes

Acabo de llegar de Tetuán, donde he tenido una entrevista sensacional con el general Francisco Franco, jefe de los rebeldes españoles. Salí de su caluroso cuartel general con dos convicciones: lº. Realmente cree que tiene todavía la posibilidad de dominar a la República. 2°. Si considera posible el fracaso cercano tendrá la tentación de provocar un incidente internacional de la mayor gravedad.

A mi pregunta: ¿Ahora que el golpe ha fracasado en sus objetivos, por cuánto tiempo seguirá la matanza?, contestó tranquilamente: "No habrá compromiso ni tregua, seguiré preparando mi avance hacia Madrid. Avanzaré -gritó-, tomaré la capital. Salvaré España del marxismo, cueste lo que cueste."

Le pregunté si no había llegado el momento de las tablas. Me miró con lo que creo era auténtica sorpresa y dijo: "No, no ha llegado. He tenido dificultades, la deserción de la flota fue un duro golpe, pero seguiré avanzando. Pronto, muy pronto, mis tropas habrán pacificado el país y todo eso (el general movió sus manos en la dirección de España) será pronto algo como una pesadilla."

Pregunta: ¿Eso significa que tendrá que matar a la mitad de España? El general Franco sacudió la cabeza con sonrisa escéptica, pero dijo: "Repito, cueste lo que cueste."

En la conversación que duró más de una hora tocó algunos de los peligros internacionales de esta guerra civil: "Francia -dijo- ya ha entregado armamentos al Gobierno hermano del Frente Popular." Mostré mi escepticismo. "No, créame -dijo- Francia ha enviado veinticinco aviones y doce mil bombas para que las usen contra nosotros."

(El Gobierno francés ha negado categóricamente haber mandado municiones a España.)

"Europa -siguió- tiene que procurar que España no llegue a ser la segunda potencia comunista en Europa usando su posición estratégica para diseminar propaganda roja en Marruecos, Argelia, Túnez e incluso América. Las potencias tienen que darse cuenta de ello. Francia tiene que darse cuenta de ello."

Pregunta: Queipo, en sus emisiones desde Sevilla, insinúa que la intervención de Alemania e Italia es posible.

General Franco: "¿Eso dijo?; ninguna potencia europea puede permitirse que España se vuelva roja. Queipo tiene razón sobre Tánger. Se está estableciendo un peligroso precedente internacional al permitir que un puerto garantizado con un estatuto de neutralidad se use como base para bombardear las costas hispanoamericanas. Esto no puede seguir así."

Pregunta: ¿Qué haría su Gobierno si venciera?

General Franco: "Yo establecería una dictadura militar y más tarde convocaría un plebiscito nacional para ver lo que el país quiere. Los españoles están cansados de política y de políticos."

Pregunta: ¿Qué les pasaría a los políticos de la República?

General Franco: "Nada, excepto que tendrían que ponerse a Trabajar."

(Supe mientras estaba en Tetuán que cien miembros del Frente Popular estaban, efectivamente, trabajando encadenados en carreteras africanas bajo el fuerte sol.)

Pregunta: ¿Cómo consiguió usted colaborar con la República con aparente lealtad durante tanto tiempo?

(Franco fue jefe de Estado Mayor en 1934 y 1935.)

General Franco: "Colaboré lealmente todo el tiempo en que pensé que la República representaba la voluntad popular."

Pregunta: Y las elecciones de febrero, ¿no representaron la voluntad popular?

General Franco: "Las elecciones nunca la representan."

Pregunta: ¿Cuántas tropas han cruzado España por avión?

General Franco: "Hoy sólo doscientos sesenta, pero cada día que pasa trabaja en nuestro favor. No pueden resistir."

Pregunta: ¿Usted cree que soltando a los moros y a la Legión Extranjera en el continente está preparando la pacificación?

General Franco: "Era necesario. Azaña lo hizo en 1932 cuando la revuelta del general Sanjurjo."

Pregunta: ¿Pero cómo va a pacificar a España si la matanza sigue? ¿No teme que una guerra civil prolongada destruirá a la República, destruirá el Ejército y la Marina y dejará el camino abierto al comunismo?

General Franco: "No. Los Ejércitos se forjan en la guerra. Ésta es la lucha entre la verdadera España y los marxistas."

El jefe rebelde parecía cansado cuando se despidió. Al dejar el palacio vi a oficiales en mangas de camisa bebiendo jerez.

Necesité varios días para arreglar esta entrevista. Hasta hoy, el general Franco había dado solamente comunicados oficiales a la prensa. Tras mandarle una lista de preguntas, vía Algeciras, sonó el timbre de mi teléfono. El que llamaba era el oficial de Estado Mayor de Algeciras. "¿Le gustaría ver al general?", preguntó. Siguiendo sus instrucciones me dirigí a Tánger. Cuando llegué a la zona española, dos moros armados me detuvieron, y mi coche, incluido el neumático de repuesto, fue registrado. En la garita de la frontera, fascistas de camisa azul lo registraron de nuevo.

Después de esperar una hora, se me comunicó que podía ir a Tetuán con escolta. Antes de llegar al palacio del alto comisario en Tetuán fui cacheado dos veces. Después de esperar un rato en el elegante despacho del alto comisario, un hombre de poca estatura entró en la habitación. Era el general Franco, vestido de uniforme completo con fajín, con borlas rojo y amarillo.

Es asombrosamente pequeño (otro enano que quiere ser dictador). Sus ojos son amables, su nariz aguileña, sus manos y pies muy pequeños. Tendrá barriga muy pronto.

A los cuarenta y tres años es el general-niño de España. También fue el capitán más joven y el más joven teniente.

Es evidente que sus hombres le adoran

Texto publicado en Rojo y Azul